El precio de la revancha encabezada por José Antonio Kast no se medirá solo en este ciclo electoral. Se expresará en el debilitamiento de las instituciones, en el retroceso de derechos y en las oportunidades negadas a una generación entera. Superar la coyuntura exigirá una estrategia donde nadie sobre.
Álvaro Ramis. Rector Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Teólogo. Santiago. 31/12/2025. El reciente triunfo de José Antonio Kast constituye un hecho político que excede largamente la coyuntura electoral. No se trata solo de la victoria de una candidatura, sino de la expresión de un proyecto de restauración conservadora que emerge como respuesta al cuestionamiento de las bases culturales, sociales y políticas sobre las que la derecha chilena ha ejercido históricamente su hegemonía. La pregunta de fondo no es únicamente quién ganó una elección, sino cuál será el precio institucional, democrático y social que el país deberá pagar si este impulso de revancha se traduce en poder efectivo.
Desde una perspectiva estructural, el entramado de poder que sostuvo tradicionalmente a la derecha chilena se ha debilitado en al menos tres planos. En el escenario internacional, los discursos que naturalizaron la desigualdad, la exclusión y la jerarquización social han perdido legitimidad frente a un consenso cada vez más extendido en torno a los derechos, la igualdad sustantiva y la ampliación de la democracia. La evidencia comparada -especialmente en países de la OCDE- muestra que las sociedades más cohesionadas y con mejores desempeños en innovación y desarrollo sostenible son aquellas que fortalecen políticas redistributivas, protección social y deliberación pública efectiva. Volver a imponer marcos normativos regresivos no será una opción neutral: implicará aislar al país, limitar su cooperación internacional y profundizar brechas existentes.
En un plano intermedio, la transformación de las élites y de sus formas de representación constituye un punto sensible. La pérdida de exclusividad de la élite tradicional chilena -producto de la expansión educativa, la movilidad social y la emergencia de nuevas trayectorias profesionales- no es una anomalía, sino un logro del desarrollo democrático. Sin embargo, cuando este proceso se vive como amenaza y no como avance, se refuerzan prácticas de cierre, captura institucional y defensa corporativa del poder. La revancha frente a esta transformación erosionará la legitimidad democrática y se traducirá en bloqueos políticos, decisiones ineficientes y costos sociales que terminarán pagando los sectores populares y medios.
En la base social, los efectos de un encuadre excluyente son aún más visibles. La migración, el empoderamiento de los pueblos originarios y la diversidad cultural desafían el mito de una nación homogénea que ha servido para justificar desigualdades y jerarquías. La experiencia comparada muestra que las políticas de securitización, estigmatización y cierre identitario no reducen los conflictos sociales, sino que los profundizan, precarizan el trabajo y desaprovechan capacidades colectivas. Por el contrario, los países que apuestan por la integración, el reconocimiento de derechos y la cohesión social avanzan con mayor solidez en desarrollo humano y estabilidad democrática.
Desde una perspectiva democrática, estos procesos no pueden abordarse con neutralidad aparente. No se trata de una disputa meramente político-electoral, sino de advertir que las decisiones impulsadas desde una lógica de revancha afectarán la calidad de la democracia, la vigencia de los derechos sociales y las posibilidades de construir un modelo de desarrollo más justo. La experiencia internacional es clara: sin pluralismo, sin deliberación informada y sin contrapesos al poder económico, no hay democracia sustantiva ni desarrollo sostenible.
El precio de la revancha encabezada por José Antonio Kast no se medirá solo en este ciclo electoral. Se expresará en el debilitamiento de las instituciones, en el retroceso de derechos y en las oportunidades negadas a una generación entera. Superar la coyuntura exigirá una estrategia donde nadie sobre. Es necesario consolidar a la actual coalición oficialista como una referencia confiable para el 42% de los que votaron por la candidatura de Jeannette Jara. Y dialogar con transparencia y sinceridad con al menos un millón de chilenos que no lo hicieron. Y expresarles que el futuro del país no pasa por restaurar un orden social excluyente, sino por profundizar la democracia, reducir las desigualdades y construir un proyecto de desarrollo humano que ponga la dignidad, la justicia social y la cohesión colectiva en el centro.
La entrada 2025. El precio de la revancha se publicó primero en El Siglo.
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