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¿A dónde están escapando los chilenos? Las 10 comunas con mayor migración interna

¿A dónde están escapando los chilenos? Las 10 comunas con mayor migración interna

Más de 900 mil personas se han cambiado de región en los últimos cinco años en Chile. Así lo señalan los primeros resultados del Censo 2024. Este fenómeno se conoce como migración interna, es decir, el desplazamiento de personas dentro del país, desde una comuna a otra, sin cruzar fronteras internacionales.

Aunque es un proceso silencioso y muchas veces poco visible, la migración interna reordena el mapa demográfico, tensiona servicios locales y revela nuevas preferencias habitacionales que ya están transformando las dinámicas territoriales del país.

Este indicador permite identificar zonas de atracción y expulsión de población, además de proyectar cómo se están reconfigurando ciertos territorios. El saldo migratorio, por ejemplo, muestra que la Región Metropolitana lidera en número de personas que salen, con un saldo negativo de -218.317, aunque sigue siendo la que más recibe también, lo que sugiere una alta rotación y movilidad interna.

Para identificar qué comunas del país concentran proporcionalmente más población migrante interna, se utiliza el indicador de saldo migratorio neto porcentual. Este refleja la diferencia entre las personas que llegaron y las que se fueron de una comuna, expresada como porcentaje de su población total. Esto permite identificar en qué comunas la migración interna ha tenido un mayor impacto relativo en el tamaño de su población.

Según los datos preliminares del último Censo, El Tabo lidera el ranking con un 23,3 % de su población actual proveniente de otras comunas, lo que equivale a casi una cuarta parte de sus 16.260 habitantes censados en 2024. Le siguen Litueche (22,8 %), San Nicolás (19,5 %) y El Quisco (19,2 %), todas con saldos que superan ampliamente el promedio nacional.

Estos altos porcentajes sugieren que no solo se trata de un flujo migratorio estacional o vacacional, sino de una residencialización estable que está redefiniendo la composición de estos territorios.

Pero, ¿qué implica realmente este indicador? A juicio del geógrafo y analista del Centro de Inteligencia Territorial (CIT-UAI), Jorge Aravena, el saldo migratorio porcentual es más que una cifra: es un reflejo de presiones demográficas concretas sobre comunas que históricamente han sido pequeñas y rurales.

“El origen principal de quienes llegan (a las comunas de mayor %) —Santiago, Puente Alto o Maipú— muestra una búsqueda de mejor calidad de vida en entornos más tranquilos y naturales”, explica Aravena.

Esta tendencia responde a lo que él denomina una “migración por amenidad”, en la que las personas no solo buscan cambiar de espacio, sino reorganizar sus formas de vida fuera del ritmo urbano.

Migrar se vuelve una forma concreta de resistir la alienación urbana”.

Jorge Aravena.

Desde una mirada crítica, Aravena plantea que este proceso también revela las fracturas del modelo urbano actual. Las ciudades globalizadas concentran capital pero debilitan los vínculos sociales y deterioran la experiencia cotidiana.

Migrar se vuelve una forma concreta de resistir la alienación urbana”, sostiene, aludiendo al intento de recuperar comunidad, entorno natural y tiempos de vida más integrados. Comunas como El Tabo o Litueche se convierten así en territorios de escape, pero también de transformación.

Por eso, como señala el académico de la USS, Rodrigo Flores, el saldo migratorio porcentual debe leerse como un termómetro de cambio social, no solo demográfico. “A diferencia del crecimiento natural, este tipo de migración puede generar cambios abruptos sin planificación territorial”, advierte. Esto puede producir tensiones en infraestructura, servicios públicos y modelos de gobernanza local.

Además, recalca que este indicador no representa la población total ni un crecimiento explosivo, sino que da cuenta de la intensidad relativa del fenómeno migratorio en comunas específicas, lo que obliga a repensar el desarrollo de estos nuevos centros de vida.

La elección de la semi-ruralización

En las comunas con mayor migración interna no solo se observa un cambio de residencia: se trata de una nueva forma de habitar el territorio. Según Flores, factores como el turismo, la segunda vivienda y los estilos de vida postpandemia tienen un peso decisivo en este fenómeno.

“Muchas personas que antes venían solo de vacaciones hoy se están quedando a vivir, gracias al teletrabajo y las economías digitales”, explica el académico USS.

Esta migración, que privilegia el bienestar por sobre la productividad, transforma comunas costeras y rurales en nuevos centros de vida semipermanente o definitivos.

A diferencia de los flujos migratorios tradicionales —motivados por empleo, estudio o acceso a servicios urbanos— esta tendencia reciente responde a una lógica distinta: calidad de vida, naturaleza, seguridad y comunidad. Se trata de una migración por estilo de vida, no necesariamente por necesidad económica.

Foto: Referencial

De hecho, estudios como el del Observatorio de Ciudades UC (2023) revelan que más del 40 % de quienes se han cambiado de comuna lo han hecho por razones asociadas al bienestar.

Aravena señala que es clave analizar la densidad poblacional, conectividad, acceso a servicios, valores del suelo y uso del territorio. Por ejemplo, muchas personas se desplazan desde zonas densas como Santiago hacia comunas más dispersas y verdes, donde el suelo es más accesible o simplemente más habitable. En palabras de Aravena, “la migración ocurre desde espacios funcionales al capital, hacia lugares más funcionales a la vida”.

Elegir calidad de vida, pese a las carencias

En 2023, una investigación del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) ya advertía una tendencia creciente: personas mayores que vivían en la Región Metropolitana estaban migrando hacia comunas costeras como El Tabo, El Quisco y Algarrobo.

Hoy, ese mismo fenómeno parece haberse expandido a otros grupos etarios y comunas fuera del borde costero, como Litueche y San Nicolás.

Según Flores, “la lógica migratoria interna ha cambiado radicalmente”. Ya no se trata de buscar empleo en zonas urbanas, como hace dos décadas, sino de perseguir bienestar emocional, seguridad comunitaria y un ritmo de vida más lento.

Lo que estas zonas ofrecen —más allá del paisaje— es una promesa simbólica y emocional: vivir fuera de la ciudad ya no representa aislamiento, sino libertad, comunidad y sentido, como dice Flores.

Espacios como El Tabo, El Quisco o Litueche han pasado de ser destinos de veraneo a opciones de vida permanente. Para muchos jóvenes, representan también una oportunidad de emprendimiento local o de reconexión con la naturaleza.

Vivir en una gran ciudad ya no garantiza bienestar”.

Rodrigo Flores, académico de la Facultad de Psicología y Humanidades USS.

Aunque el Censo 2024 aún no entrega datos por edad a nivel comunal, las autoridades locales coinciden en que los principales migrantes internos son adultos mayores y personas jóvenes.

En Litueche, el alcalde Rodrigo Palominos Vidal señala que muchos jubilados eligen la zona por su tranquilidad, pero que la mayoría son “adultos jóvenes en busca de nuevas oportunidades”.

En El Tabo, el alcalde Alfonso Muñoz Aravena identifica dos grupos predominantes: mujeres entre 25 y 50 años con sus hijos y adultos mayores que ya tenían una segunda vivienda en la comuna.

Ambos perfiles plantean demandas concretas en empleo, salud y educación, difíciles de cubrir en zonas con infraestructura limitada y fuerte dependencia del turismo estacional.

Frente a este escenario, los municipios han debido adaptarse con lo que tienen. En El Tabo se han implementado ferias de emprendimiento y capacitaciones para mujeres jefas de hogar, aunque el alcalde reconoce que “con un emprendimiento no se vive, se sobrevive”.

Aun así, afirma que muchas personas siguen llegando porque “la calidad de vida es mejor que en la capital, aunque haya limitaciones”.

Imagen referencial.

Saturación de servicios básicos

Cuando más del 20 % de la población de una comuna proviene de la migración interna, el impacto va mucho más allá de las estadísticas.

Según Aravena, este umbral debiera encender alarmas: “Los servicios existentes —como salud, educación o transporte— no están pensados para un crecimiento tan rápido”, advierte. Sin planificación, la presión migratoria puede derivar en saturación de infraestructura, pérdida de calidad de vida y expansión urbana desordenada.

En comunas como El Tabo y Litueche, ya se observa un crecimiento fuera del límite urbano, con loteos irregulares, ocupación de parcelas de agrado y pérdida de suelo agrícola.

Sin planes reguladores actualizados ni una oferta formal de vivienda, el crecimiento suele ser fragmentado y sin servicios adecuados, aumentando la vulnerabilidad de los nuevos residentes.

Pero el problema no es solo territorial. Como advierte el académico de la USS, cuando la población crece más rápido que las políticas públicas, las brechas sociales se amplifican.

Falta de salud, transporte, educación o conectividad generan frustración tanto en los recién llegados como en quienes ya vivían en el lugar. Según la Fundación Vivienda (2023), un 35 % de las comunas rurales en expansión presentan serios rezagos en servicios básicos.

Palominos reconoce el desafío. Aunque valora el crecimiento, señala que es momento de gestionar la comuna como lo que es hoy: una ciudad en expansión. Explica que ya se requiere una nueva posta rural y un liceo para sectores que han aumentado considerablemente su población, además de reforzar el presupuesto de salud municipal. “Ahora es el momento de tomar acción para que no se vean colapsados” añade.

Muñoz, por su parte, señala que en el caso de la comuna costera, en salud, por ejemplo, el CESFAM ya colapsó, y se han debido implementar atenciones itinerantes. En educación, se han habilitado anexos escolares y colegios rurales para responder a la demanda de matrículas.

Este giro obliga a repensar cómo se planifican las comunas. Para Aravena, la falta de datos territoriales actualizados es uno de los principales obstáculos para anticiparse a estos procesos. “La brecha de información es crítica en comunas pequeñas”, advierte.

Sin acceso a datos precisos y capacidades técnicas, el riesgo es que esta migración, que busca bienestar, termine generando precariedad y sobrecarga estructural.

Fuente

LaTercera.com

LaTercera.com

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