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Alemania ha pasado tres noches copiando a Taiwán. Si Rusia decide invadirla ha tenido una idea: sorprenderles bajo tierra

Alemania ha pasado tres noches copiando a Taiwán. Si Rusia decide invadirla ha tenido una idea: sorprenderles bajo tierra

El pasado mes de julio el metro de Taiwán vivió una jornada inusual: en vez de pasajeros cargados con carteras y maletas, a las estaciones de Taipéi empezaron a llegar militares, soldados y más soldados armados con misiles antitanques. El motivo era doble: enviar un mensaje dentro y fuera (China) del país.

Aquella idea sedujo a Alemania, y ahora que ha iniciado su rearme lo ha puesto en marcha en Berlín.

Un regreso inquietante. El ejercicio Bollwerk Bärlin III devolvió la semana pasada a la capital alemana una escena que parecía desterrada a los recuerdos del siglo XX: soldados descendiendo por las escaleras del U-Bahn, saltando a las vías y avanzando entre humo, disparos simulados y vagones tomados por “saboteadores”.

Durante tres noches, entre la 1 y las 4 de la madrugada, unos 250 miembros del Wachbataillon (una unidad conocida por su papel ceremonial pero con funciones de infantería) transformaron estaciones como Jungfernheide en un auténtico campo de batalla subterráneo para practicar asaltos, combate a corta distancia, evacuación de civiles y protección de infraestructuras críticas en un entorno realista en el que nada se altera ni se maqueta: la estrechez de los túneles, la visibilidad limitada y los cambios de luz son los mismos que encontrarían en un escenario bélico real. 

De fondo: Rusia. Recordaban los analistas de TWZ que este retorno a la guerra urbana en túneles y estaciones, sin adornos ni simulaciones teatrales, simboliza un cambio profundo en las prioridades estratégicas de Alemania y revelaba hasta qué punto la sombra de un posible conflicto con Rusia ha penetrado en el corazón mismo de su planificación militar.

La metamorfosis. El batallón encargado de desplegar honores en visitas de Estado había sido concebido durante décadas como un símbolo de estabilidad institucional, no como una fuerza de combate. Sin embargo, su misión operativa real (proteger al gobierno federal y sus instalaciones en caso de crisis) cobra hoy una urgencia que hacía tiempo no se veía. De ahí el tono directo de su comandante, el teniente coronel Maik Teichgräber: Berlín es su área de operaciones y deben prepararse para “el peor de los escenarios”, lo que implica entrenar donde se lucharía de verdad. 

El uso de estaciones cerradas al público permite practicar entradas rápidas, asaltos a trenes, neutralización de enemigos y retirada inmediata de heridos, integrando francotiradores, seguridad perimetral y coordinación entre unidades en un entorno densamente urbanizado. La presencia de escenarios adicionales (como la antigua planta química de Rüdersdorf o el complejo policial de Ruhleben) subraya la voluntad de convertir la defensa de la capital en un ejercicio multidimensional, capaz de absorber desde sabotajes internos hasta incursiones coordinadas que busquen paralizar el centro político de Alemania.

Dimensión global de la tendencia. Lo que sucede en Berlín se refleja también en otras regiones del mundo. Como contamos, Taiwán utiliza su metro como arteria defensiva durante los ejercicios Han Kuang, consciente de que, en caso de invasión china, las infraestructuras subterráneas serían vitales para mover tropas y suministros mientras la superficie se convierte en un blanco continuo. En paralelo, Estados Unidos ha elevado la guerra subterránea a prioridad para sus fuerzas especiales, respondiendo a la proliferación de túneles fortificados, zonas urbanas densas y la expansión de enjambres de drones que obligan a las tropas a buscar refugio bajo tierra. 

La creciente autonomía de los sistemas no tripulados, ya presentes en Ucrania, acelera esta tendencia: en un futuro donde la vigilancia aérea será casi constante, defenderse en profundidad implicará dominar no solo calles y edificios, sino metros, túneles, conducciones y búnkeres interconectados. La guerra del futuro, según estas doctrinas emergentes, se librará tanto hacia arriba (contra drones, sensores y municiones merodeadoras) como hacia abajo, en una red subterránea que adquiere valor estratégico.

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Ecos de la Guerra Fría. El entrenamiento en el U-Bahn remite inevitablemente a un Berlín dividido, cuando la ciudad era un enclave occidental rodeado por fuerzas del Pacto de Varsovia. En aquel entonces, Estados Unidos, Reino Unido y Francia ensayaban operaciones urbanas destinadas a ralentizar una invasión para ganar tiempo político, conscientes de que mantener la ciudad indefinidamente era irreal. 

Unidades como la (secreta) Detachment A practicaban técnicas de sabotaje y guerra no convencional desde las sombras. Incluso las estaciones, como Pankstraße o Siemensdamm, fueron diseñadas como refugios nucleares para más de 3.000 personas durante semanas, con puertas blindadas y filtrado de aire. La Alemania reunificada había dejado atrás esa arquitectura de miedo, y hoy, ante un panorama de incertidumbre, vuelve a estudiar cómo reactivar estas capacidades de protección civil. El contraste es evidente: lo que en 1994 parecía innecesario vuelve a considerarse una necesidad estratégica.

Rearme histórico. Lo hemos ido contando. El ejercicio también se inscribe en un contexto de transformación sin precedentes del aparato militar alemán. Para 2029, Berlín planea gastar 153.000 millones de euros al año en defensa (alrededor del 3,5% del PIB), un salto enorme desde los niveles que durante décadas fueron motivo de fricción con Washington. 

Es un rearme diseñado no solo para modernizar capacidades, sino para adaptar al país a amenazas que ya no son teóricas: lo que ocurre a 900 kilómetros, en Ucrania, condiciona toda la estrategia. Este incremento presupuestario ha llevado a la OTAN a plantearse un giro simbólico que habría sido impensable durante la Guerra Fría: que Alemania llegue a comandar las fuerzas aliadas en Europa. Aunque ese momento no ha llegado, la expectativa subraya la presión sobre Berlín para demostrar que puede asumir responsabilidades de primer orden y que está dispuesto a preparar a su ejército para escenarios complejos, desde sabotaje urbano hasta guerra convencional a gran escala.

Advertencia estratégica. Teichgräber lo expresó con claridad: nadie puede garantizar que la guerra que hoy devasta Ucrania no alcance algún día territorio alemán. Esa frase resume el trasfondo de Bollwerk Bärlin III. La Bundeswehr entrena en los túneles del metro porque entiende que los conflictos contemporáneos no respetan fronteras ni capitales. La guerra híbrida, los ataques coordinados a infraestructuras críticas y el uso masivo de drones hacen que el interior de las ciudades sea tan vulnerable como sus fronteras. 

Si se quiere también, lo que está en juego no es solo la defensa de Berlín, sino la capacidad de Alemania para reaccionar ante un momento en el que las certezas estratégicas de la posguerra han saltado por los aires. Por primera vez en décadas, el subsuelo de la capital vuelve a ser un escenario de preparación militar, un recordatorio de que la paz europea ya no debe darse por sentada y de que el futuro de la seguridad continental se está escribiendo también bajo tierra.

Imagen | YouTube, Bundeswehr

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La noticia Alemania ha pasado tres noches copiando a Taiwán. Si Rusia decide invadirla ha tenido una idea: sorprenderles bajo tierra fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .

Noviembre 24, 2025 • 45 min atrás por: Xataka.com 16 visitas

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