La atención primaria de salud (APS) se ha consolidado a nivel mundial como la piedra angular para avanzar hacia la salud universal y hacia sistemas de salud más eficientes. En este contexto, Chile ha desarrollado un proceso continuo de fortalecimiento de la APS que ha trascendido gobiernos, convirtiéndose en una política de Estado. Ahora es el momento de proteger los logros alcanzados tras décadas de trabajo colectivo y de profundizar en los cambios necesarios para responder a los nuevos desafíos demográficos y epidemiológicos: el envejecimiento poblacional, el aumento de enfermedades crónicas, las brechas en salud mental y la creciente demanda por calidad y oportunidad.
La evidencia más reciente coincide en que invertir en APS no solo salva vidas, sino que fortalece la cohesión social, la confianza ciudadana en las instituciones públicas, y la resiliencia económica, climática y sanitaria. Por ejemplo, un reciente reporte del Banco Mundial y OPS publicado en la revista científica The Lancet Américas muestra que cada nueva emergencia sanitaria de grandes proporciones que interrumpa los servicios de APS en Chile podría causar entre 700 y más de 3100 muertes adicionales y costar entre un 0,1% y 0,44% del PIB del país. Así, los informes de 2025 del Banco Mundial sobre “Economía de un planeta habitable” destacan que los sistemas de salud con fuerte base en APS son más sostenibles fiscalmente y más capaces de enfrentar crisis económicas y climáticas. La OPS, en sus orientaciones técnicas para la universalización de la APS, subraya que la participación comunitaria y la acción intersectorial son esenciales para reducir desigualdades persistentes.
En el Chile de hoy, fortalecer la APS significa invertir en la capacidad resolutiva de los centros de salud y en la formación continua de sus equipos; consolidar mecanismos de financiamiento sostenibles que premien la calidad, la eficiencia y la equidad; impulsar la transformación digital con telesalud, registros interoperables y analítica de datos; reforzar la gobernanza local y la coordinación con municipios y actores sociales; y renovar la confianza ciudadana, reconociendo a las comunidades como protagonistas de su propio bienestar. Todo esto contribuye a hacer frente a la necesidad de reducir las listas de espera en salud, ya que una APS más fuerte ofrece una solución más sostenible en el tiempo, ayudando a mantener a la población más saludable y llegando antes para detectar y atender las enfermedades.
Chile cuenta con bases sólidas: una red pública con tradición comunitaria, equipos comprometidos y experiencias locales innovadoras, junto con una colaboración público-privada más articulada que nunca, lo que es clave para reducir los tiempos de espera por atenciones de especialidad y cirugías. El desafío no es definir el rumbo, sino acelerar la implementación y garantizar que un sistema de salud basado en la APS sea efectivamente universal para todos, sin distinción, y se consolide como el eje articulador del sistema.
La salud es un derecho humano y un bien público esencial. Proteger lo avanzado y profundizar las transformaciones pendientes es una responsabilidad colectiva. La APS no es solo una política de salud, sino una política de Estado y un pacto social en torno a la equidad, la eficiencia, la solidaridad y el bienestar común. El llamado y compromiso de nuestras instituciones es claro: sostener la visión de largo plazo, fortalecer el sistema basado en la APS y hacer de ella el camino seguro hacia un Chile más saludable, justo y resiliente.
Por Tania Dmytraczenko, gerente de la práctica de Salud, Nutrición y Población para América Latina y el Caribe del Banco Mundial y Dr. Giovanni Escalante, Representante de la OPS/OMS en Chile.
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