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Chile: Cuando las derechas radicales defendían la soberanía nacional y un Estado de protección social

El Ciudadano

Por Oscar Ortiz Vásquez

A lo largo de la historia de Chile han existido diferentes fenómenos políticos que suelen ser caracterizados como la “derecha radical” o “ultraderecha”, más allá de la imprecisión de los conceptos y que los aludidos seguramente rechazarían. No fueron fenómenos homogéneos, pero tenían un conjunto de rasgos compartidos: se reivindicaban “nacionalistas”; por tanto, propugnaban la defensa de las soberanías nacionales; y sostenía un tipo de capitalismo de Estado, que garantizara derechos sociales.

La actual extrema derecha solo comparte con esas corrientes la idea autoritaria de Estado y el anticomunismo, pero se ha sometido a la hegemonía de los Estados Unidos; soslaya la importancia de las soberanías nacionales y es radicalmente neoliberal. Su crítica al llamado “globalismo”. Por cierto, son los casos del Partido Republicano, el Partido Nacional Libertario y el Partido Social Cristiano.

No hay duda de que los viejos nacionalistas, o “camisas viejas” como se les llama en la jerga de ese mundo, nunca hubieran respaldado una opción presidencial neoliberal. De hecho, en más de una ocasión convergieron con las izquierdas.

LOS PRIMEROS NACIONALISTAS

La primera expresión histórica de esa orientación política fue el Partido Nacionalista, primero llamado Unión Nacionalista que existió entre 1914 y 1920, entre cuyos integrantes estaban Alberto Edwards Vives, Francisco Antonio Encina, Luis Galdames, Tancredo Pinochet y Guillermo Subercaseaux.

Su propuesta era la instauración de un “Estado fuerte” inspirado en el Estado portaliano, mediante un gobierno que promoviera una mayor intervención del Estado en la actividad económica nacional; protección de la industria nacional; nacionalización de los recursos naturales y de la banca; separación de la Iglesia y el Estado; reformas sociales para mejorar las condiciones de vida de los chilenos de estratos medio y bajo; y el cambio de orientación de la educación hacia una enseñanza técnica y mayor énfasis en los valores nacionales.

Es menester señalar que aún no se había producido la Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia y que apenas dos años antes de la creación del Partido Nacionalista se constituyó el Partido Obrero Socialista (POS), antecedente del Partido Comunista de Chile -formado en 1922-, y, en alguna medida, del Partido Socialista de Chile poco más de una década después, en 1933.

En general, los nacionalistas tenían una valoración positiva de Luis Emilio Recabarren, la principal figura del POS, como lo muestran escritos de Tancredo Pinochet. Sus libros “La conquista de Chile en el siglo XX” (1909) e “Inquilino en la Hacienda de Su Excelencia” (1916), ofrecieron una ácida crítica a la entrega de los recursos naturales de Chile a los imperialistas extranjeros y al trato inhumano que recibían los campesinos en los latifundios de la aristocracia chilena.

Aunque su incursión en la política electoral no fue exitosa, con la excepción de la elección de Subercaseaux como diputado en 1915, las ideas de aquella “Generación Nacionalista del Centenario”, fueron la referencia y la ruta de navegación de los siguientes movimientos de estas características en el país.

LOS NACISTAS EN CHILE

El movimiento militar de 1924 en contra del Presidente Arturo Alessandri, liberal, pasó a la historia como “ruido de sables”. A raíz de la presión de un grupo de jóvenes militares, el Congreso Nacional aprobó en la sesión del 8 al 9 de septiembre iniciativas de corte social que se demandaban, como la jornada laboral de ocho horas, supresión del trabajo infantil, reglamentación del contrato colectivo, la ley de accidentes del trabajo y seguro obrero, legalización de los sindicatos, ley de cooperativas y creación de los tribunales laborales.

No obstante, el conflicto continúo desarrollándose y finalmente Alessandri fue depuesto y asumió una Junta Militar compuesta por el general Luis Altamirano, jefe del Ejército; el almirante Francisco Nef, jefe de la Armada, y el general Juan Pablo Bennett. Recibieron el respaldo de las figuras del mundo castrense Carlos Ibáñez del Campo y Marmaduke Grove.

En su Manifiesto proclamaban: “La miseria del pueblo, la especulación, la mala fe de los poderosos, la inestabilidad económica y la falta de esperanza en una regeneración dentro del régimen existente, habían producido un fermento que irritaba las entrañas de las clases cuya lucha por la vida es más difícil”. Y agregaban: “Nuestra finalidad es la de convocar a una libre Asamblea Constituyente, de la cual surja una Carta Fundamental que corresponda a las aspiraciones nacionales”.

El 5 de abril de 1932 se fundó el Movimiento Nacional Socialista (MNS), que encabezó Jorge González Von Marées. Proponían un Estado autoritario, corporativista y nacionalista, con economía planificada y nacionalización de las empresas fundamentales y recursos básicos, con un enfoque en la justicia social, rechazando el marxismo y la “plutocracia capitalista”. En general, recogían parte relevante de las ideas del Partido Nacionalista y del movimiento de 1924.

Se hacían llamar “nacistas” y no “nazis”, pues, a pesar de las similitudes fonéticas y estéricas, reclamaban no tener vínculos con el nacionalsocialismo alemán.

La visión latinoamericanista que sostenía el MNS fue interpretada por el libro “Nacionalismo Continental”, obra de uno de sus adherentes, Joaquín Edwards Bello, más tarde Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de Periodismo.

Unos pocos días después de la creación del MNS, el 19 de abril, se formó el Partido Socialista de Chile. Entre sus fundadores se encontraba Marmaduque Grove.

LOS NACISTAS APOYAN EL FRENTE POPULAR

El 5 de septiembre de 1939, los nacistas intentan organizar un alzamiento, argumentando que el gobierno de Alesandri pretendía consumar un fraude para imponer el candidato de continuidad: el magnate derechista Gustavo Ross. Los nacistas respaldaban la postulación de Carlos Ibáñez, articulados en la Alianza Popular Libertadora, junto con el partido Unión Socialista, una fracción del PS que lideraban Ricardo Latcham y Juan Bautista Rossetti (padre de la periodista Carolina Rossetti).

Ello tuvo como desenlace la masacre de 63 jóvenes nacistas en el Edificio del Seguro Obrero en 1938, que habría sido ordenada por el entonces Presidente Arturo Alessandri, quien habría dispuesto: “¡Mátenlos a todos!”. El ejecutor fue el general de Carabineros, Humberto Valenzuela, quien unos años antes había liderado la masacre de campesinos en Ranquil.

En efecto, la mayor matanza de “nacionalistas” en la historia de Chile no fue resultado de la acción del comunismo, sino por un gobierno de derecha. Al contrario, con el MNS bajo la persecución, fueron los partidos de izquierda los que lideraron la denuncia de los hechos.

Con González von Marées en prisión e Ibáñez deponiendo su candidatura, el MNS decidió respaldar al abanderado de la izquierda. El 3,53 por ciento que los nacistas habían logrado en las previas elecciones parlamentarias fue determinante en el triunfo de Pedro Aguirre Cerda, el candidato presidencial del Frente Popular, coalición de comunistas, socialistas y radicales. Fue el primer gobierno de izquierda y centro–izquierda de la historia de Chile.

Poco más tarde,  González Von Marées reconvirtió el MNS en Vanguardia Popular Socialista (VPS), que propuso al Partido Socialista, sin éxito, el establecimiento de una alianza en torno a un “Frente Revolucionario”. Con todo, hubo efectivamente una convergencia preliminar. Hay fotografías de la época en que aparecen, unidas y uniformados, las Milicias Socialistas del PS y las Tropas Nacistas de Asalto del MNS.

En 1940, irrumpió el Movimiento Nacionalista de Chile, bajo la conducción de Guillermo Izquierdo Araya, que sobre todo atrajo a los nacistas disidentes de la reconversión a VPS, los que sostenían una visión más cauta de la izquierda. Sin embargo, en 1943 ambos grupos se fusionaron en el Partido Unión Nacionalista, el que fue liderado por Juan Gómez Millas, más tarde Rector de la Universidad de Chile y ministro de Educación Pública en el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva.

EL IBAÑISMO EN EL GOBIERNO

La mayoría llegó a la formación del Partido Agrario Laborista (PAL), el que sería la columna vertebral del segundo gobierno de Carlos Ibáñez, con la idea de un movimiento nacional y popular, al estilo de lo que se construía en Argentina bajo la orientación de Juan Domingo Perón. De hecho, en la Administración de Ibáñez hubo acuerdos con el Gobierno de Perón, con la perspectiva de una unión sudamericana para enfrentar la influencia de los Estados Unidos. Ello, para gran escándalo del conservadurismo chileno.

Uno de los colaboradores más cercanos de Ibáñez fue el capitán Alejandro Lazo Guevara, que fue su edecán y era un militar identificado con el “nacionalismo popular”. En 1924, cuando era teniente, adhirió al bando revolucionario. En el primer régimen de Carlos Ibáñez, fue ministro de Bienestar Social. Para el segundo gobierno, volvería a asumir como ministro de Estado, en la cartera de Economía. También fue director del Banco Central.

Fue padre de una figura emblemática del gobierno de la Unidad Popular, Carlos Lazo Frías, vicepresidente del Banco del Estado y miembro del Comité Central del PS. Tras el Golpe de Estado fue detenido, llevado a la Academia de Guerra de la Fach, luego a Isla Dawson y posteriormente a la Cárcel Pública. En julio de 1974 fue condenado a muerte en el marco del proceso del Consejo de Guerra de la FACH.

Con el tiempo, parte de los adherentes del ibañismo nacionalista llegaron hasta las filas de la izquierda. De hecho, para las elecciones presidenciales de 1958, el Mandatario veía con buenos ojos la segunda candidatura presidencial de Salvador Allende.

Uno de los hombres de confianza de Ibáñez era el periodista Darío Saint–Marie, conocido como “Volpone”, fundador del recordado diario “Clarín”, que se transformó en el látigo contra la derecha y en el blanco de todos sus odios, en particular cuando se transformó en el tabloide más vendido del país.

Sus páginas dieron cabida a plumas marginadas por el establishment, como el poeta Pablo de Rokha. Defendió siempre las causas de los humildes. De parte de su equipo de confianza emergió en 1970 el diario allendista “Puro Chile”.

JUNTO A SALVADOR ALLENDE

Una de las figuras del “ibañismo” que llegó a la convergencia con la izquierda fue Rafael Tarud, que había sido presidente del PAL, además de ser en forma sucesiva biministro de Economía y Comercio y de Minas, ministro subrogante de Relaciones Exteriores y luego otra vez ministro de Economía y Comercio.

En 1968, formó el partido Alianza Popular Independiente (API), el que al año siguiente se integró a la Unidad Popular, con los partidos de izquierda, representado por su presidente, Alfonso David Lebón, quien también había sido presidente del Partido Agrario Laborista. La colectividad presentó entonces la precandidatura de Tarud, para finalmente entregar su apoyo a Salvador Allende, de cuya campaña asumió como generalísimo.

El líder del PAL y el API es el padre del ex diputado del PPD en cuatro períodos, Jorge Tarud, ahora partidario de la candidatura presidencial del ultraderechista José Antonio Kast.

Tarud no fue el único ibañista que llegó a las filas de la Unidad Popular. También fue el caso de Oscar Jiménez Pinochet, un cuadro destacado del Partido Agrario Laborista desde los 40, quien fue nombrado en el segundo gobierno del presidente Carlos Ibáñez del Campo como subsecretario del Ministerio de Salubridad, Previsión y Asistencia Social (hoy Ministerio de Salud) y, como el titular del Ministerio de Tierras y Colonización (hoy Ministerio de Bienes Nacionales).

Más importante, Jiménez fue el líder de las juventudes del Movimiento Nacional Socialista, brazo derecho de Jorge González Von Marées, y, para el intento de alzamiento del 5 de septiembre de 1938, fue el “jefe táctico”, a cargo de tomarse una radio y proclamar la acción. Luego de los hechos, fue encarcelado. Con el paso del tiempo, siguió el derrotero del MNS, siendo parte de la Vanguardia Popular Socialista, hasta llegar al agrario laborismo.

Más adelante, con Salvador Allende en La Moneda y ahora como parte del Partido Radical, el 3 de noviembre de 1970 el mandatario lo designó ministro de Salud, correspondiéndole poner en marcha el programa del medio litro de leche para la infancia. Luego, fue nombrado embajador de Chile en Hungría.

Fue padre del doctor Jorge Jiménez, quien fuera ministro de Salud en el gobierno de Patricio Aylwin, y de Mónica Jiménez de la Jara, ministra de Educación en la primera administración de Michelle Bachelet.

ARTURO MERINO BENÍTEZ

Cuando se propuso el nombre de Pablo Neruda para rebautizar el aeropuerto internacional de Santiago, la derecha de inmediato expresó su oposición y reivindicó la figura de Arturo Merino Benítez, fundador de la Fuerza Aérea de Chile (FACh), institución de la cual fue su primer comandante en jefe. El 13 de febrero de 1980, a través del Decreto Ley 3.245, la dictadura designó oficialmente al aeropuerto con su nombre.

Pareciera que ignoran por completo que fue un hombre nacionalista, ibañista y allendista.

En la crisis política de 1932, Merino Benítez apoyó a los rebeldes de la Base Aérea El Bosque, que, liderados por el comandante Marmaduke Grove, propiciaron el golpe de Estado del 4 de junio contra Arturo Alessandri. El nuevo gobierno instauró la “República Socialista” y fue entonces que asumió como comandante en Jefe.

Se consideraba a sí mismo un nacionalista popular y de izquierda. Así, Merino Benítez fue ferviente partidario de Salvador Allende. En representación del “Comando Nacional de Independientes” el 3 de julio de 1964 organizó una manifestación en el Teatro Roma de Santiago en apoyo a Allende.

Más tarde, junto a otras dos organizaciones allendistas de ex uniformados (el Frente Cívico Militar y Baluarte del Pueblo) organizaron el 15 de agosto de 1964 una concentración en el Teatro Baquedano con el lema “La familia militar junto a Allende”.

En el evento, Merino Benítez señaló: “Defenderemos su triunfo, que será el triunfo de la nación entera (…) Sólo Allende es garantía de que se harán grandes cambios en Chile”.

Señaló: “Nadie duda de la necesidad de efectuar cambios profundos en nuestros hábitos políticos y administrativos, a fin de poner término a la fuga de nuestras riquezas y poder mejorar la triste condición cultural y económica en que vive nuestro pueblo. Y, ¿quién puede ofrecernos mayores garantías que el senador Allende que, por más de treinta años, se ha mantenido leal y convencido junto a las ideas socialistas, que significan un más justo reparto de las riquezas, para hacer menos pobres a los pobres?”.

En la oportunidad, cuestionó la independencia de Chile respecto de Estados Unidos, y criticó la decisión de romper relaciones diplomáticas con Cuba.

Merino Benítez murió el 2 de mayo de 1970. Tras asumir la Presidencia, Salvador Allende envió un proyecto de ley al Congreso Nacional para denominar como “General del Aire Arturo Merino Benítez” al entonces Aeropuerto de Pudahuel. El proyecto no logró avanzar y fue retomado durante la dictadura militar. Una paradoja de la historia.

Por Oscar Ortiz Vásquez

Escritor e historiador; fue uno de los principales discípulos y colaboradores del fundador y primer presidente de la CUT, Clotario Blest.

Crónica Digital, 13 de diciembre de 2025.

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Diciembre 17, 2025 • 12 horas atrás por: ElCiudadano.cl 59 visitas

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