
La decisión de China de imponer aranceles permanentes de entre el 4,9% y el 19,8% al porcino europeo encendió las alarmas en Bruselas y abrió un flanco que Chile observa con especial interés. La Comisión Europea calificó la medida como un uso “abusivo” de los instrumentos de defensa comercial y anunció que hará “todo lo posible” para proteger a los productores de los 27 Estados miembros.
“Estamos haciendo todo lo posible para defender a los agricultores y exportadores de la UE contra el uso abusivo de los instrumentos de defensa comercial por parte de China”, señaló el portavoz de Comercio de la Comisión, Olof Gill, quien además confirmó que el bloque ya evalúa una acción ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Si bien la nueva tarifa es menor al rango de hasta 62,4% que China aplicó provisionalmente desde septiembre, Bruselas considera que la investigación china se basa en “acusaciones cuestionables y pruebas insuficientes”. El conflicto podría escalar, sumándose a otras disputas bilaterales abiertas, como las investigaciones por lácteos y brandy europeo.
El mercado del cerdo es uno de los más dinámicos del sector agroexportador chileno. China —principal consumidor mundial de carne porcina— es un destino estratégico para empresas nacionales como Agrosuper, Maxagro y Coexca, que en conjunto han consolidado una presencia creciente en Asia durante los últimos años.
Una alteración en la oferta europea puede redefinir el mapa internacional:
1. Oportunidad para Chile en un mercado que podría reorientar su demanda
Si China reduce sus compras a la Unión Europea debido a los nuevos aranceles, necesitará reemplazar parte de ese volumen con proveedores alternativos. Chile, que exporta carne porcina de alta calidad y ya cuenta con certificaciones sanitarias aprobadas por Pekín, podría ganar terreno en un mercado donde la competencia es feroz.
2. Riesgo de volatilidad en los precios internacionales
Las tensiones comerciales suelen generar variaciones abruptas en los precios globales. Para Chile, un alza podría mejorar los retornos de exportación; una baja, en cambio, pondría presión sobre los márgenes de productores locales.
3. Chile tiene acuerdos comerciales con ambas partes
El país mantiene relaciones económicas estratégicas con la Unión Europea y con China, lo que lo obliga a un delicado equilibrio diplomático y comercial frente a disputas entre sus principales socios.
4. Impacto en las cadenas logísticas y contratos de largo plazo
Si el conflicto escala hacia procesos ante la OMC o retaliaciones comerciales, el impacto podría extenderse a otros productos agrícolas, afectando rutas, tarifas y contratos vinculados al comercio exterior chileno.
El caso es especialmente sensible para países como España, cuyo sector porcino depende en más de un 11% de las exportaciones al gigante asiático. Según datos del Ministerio de Agricultura español, el valor exportado en 2024 superó los 1.097 millones de euros.
Una UE con menos presencia en China puede abrir nichos para terceros países, pero también fortalecería el poder negociador de Pekín en el comercio global de alimentos, un mercado donde las tensiones geopolíticas —desde el conflicto en Ucrania hasta la reconfiguración de cadenas de suministro— ya generan presiones sostenidas.
La industria chilena sigue el caso con atención. Si bien en el corto plazo el episodio podría abrir oportunidades comerciales, el impacto estructural dependerá de la duración de la disputa y de si deriva en una guerra comercial más amplia.
En un escenario global marcado por tensiones crecientes, Chile debe evaluar cuidadosamente cómo posicionarse para aprovechar nuevas ventanas de exportación sin perder estabilidad frente a un mercado asiático que, aunque lleno de oportunidades, continúa siendo altamente competitivo y sensible a los vaivenes diplomáticos.
La entrada Chile mira con atención la disputa comercial entre China y la UE por aranceles al porcino: riesgo global y oportunidad para la industria local se publicó primero en El Periodista.
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