Las brechas estructurales afectan de manera desproporcionada a niñas, niños, adolescentes, mujeres y población en zonas rurales.
“Granma”. La Habana. 8/12/2025. “Extrema” fue el adjetivo empleado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe a la hora de calificar la distribución de riquezas en la región; solo superada, en cuanto a desigualdad, por África Subsahariana, recalcó el organismo dependiente de Naciones Unidas.
Hay cifras contundentes en el informe anual presentado a finales de noviembre, bajo el rótulo de Panorama Social de América Latina y el Caribe, 2025: cómo salir de la trampa de alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social:
Mientras el 10 % más rico capta el 34,2 % del ingreso total, el 10 % más pobre apenas acapara el 1,7 %.
Unos 162 millones de personas (25,5 %) fueron registrados en situación de pobreza por ingresos en 2024, en tanto 62 millones (9,8 %) permanecieron en la condición de pobreza extrema.
El 28 % de los jóvenes entre 20 y 24 años no había terminado la secundaria en 2023, con una brecha de 37 puntos porcentuales entre quintiles extremos de ingresos.
Las mujeres de entre 20 y 59 años reportan incidencias de pobreza y pobreza extrema de 20,6 % y 5,4 %, respectivamente; en tanto los hombres del propio rango etario muestran tasas muy por debajo en los propios apartados, con 16,7 % y 4,4 %.
Menos del 40 % de las personas en situación de discapacidad, de 15 a 59 años, forma parte de la fuerza de trabajo; sin embargo, se habla de un 75 % entre las personas de esa edad sin discapacidad.
La pobreza por ingresos en las zonas rurales resulta del 38 %, y en las urbanas del 22,8 %; respecto a la pobreza extrema, la relación es de 17,4 % contra 8,1 % en ambos entornos.
Entre las poblaciones indígenas, los índices de pobreza y pobreza extrema son de 40,5 y 15,9. En contraposición, estos porcientos son de 17,7 y 4,8 entre personas de la región que no se califican ni como originarios ni como afrodescendientes.
Son muchas más las cifras que presenta este informe de más de 200 páginas. Sobre ellas y sobre lo que significan habrá que volver una y otra vez, sabiendo de antemano, como constata el organismo internacional, que hablan de profundas brechas estructurales «que afectan de manera desproporcionada a grupos específicos, como niñas, niños y adolescentes, las mujeres y la población residente en zonas rurales».
Además, la medición monetaria revela insuficiencia de ingresos para cubrir necesidades básicas vinculadas a salud, educación, vivienda y empleo o pensiones, indica el documento.
Estamos hablando de privaciones que impactan directamente contra la vida y la calidad con la que esta se ejerce a niveles personales, y también del establecimiento y la legitimación de distintos grupos sociales interdependientes, pero con grandes rangos de discriminación y segregación entre sí.
Se trata de diferencias entre ciudadanos de primer orden, intocables por instancias públicas; ciudadanos «comunes»; y ciudadanos de tercer orden o no ciudadanos, para quienes difícilmente exista, ante una autoridad o empleador, la presunción de inocencia.
La entrada Claves de la desigualdad en América Latina se publicó primero en El Siglo.
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