Hace algo más de tres años, me lancé a por un Galaxy S22 pocos días después de que fuera lanzado. Era el primer teléfono de gama alta de Samsung que compraba, aunque no el primero de la marca. Pasar de un teléfono de la serie A que ni recuerdo a este fue un salto medido, uno que me llevó unos días de reflexión. Porque sí, no lo tuve nada claro en aquel momento: no sabía cuál de los tres Galaxy S de aquella generación era el indicado para mí.
Esto mismo es un punto clave, puesto que no siempre se trata de comprar el teléfono con las mejores prestaciones o el que tenga el descuento más grande. Todo se reduce a elegir el ideal para nosotros y justo eso fue lo que me llevó a hacerme con un S22 base. ¿Acerté? Sí, claramente, por eso, de hecho, sigue siendo mi teléfono principal. Ahora bien, ¿sigo pensando lo mismo de él? Me gusta mucho, pero hay ciertos aspectos que están empezando a resentirse.
No me quiero andar con demasiados rodeos: donde más sufre en pleno 2025 el teléfono es en autonomía. Aquí hay varios factores que debemos tener en cuenta. El primero de ellos, lógicamente, está en los ciclos de carga. Se trata de la batería que trae el dispositivo por defecto, por lo que ya llevo más de tres años dándole uso. Su capacidad no se ha resentido demasiado, pero incide en la autonomía.
Este uso siempre será un factor subjetivo y propio de cada usuario, algo que no podemos trasladar a la capacidad de la batería en sí. El S22 base monta una batería de 3.700 mAh, una cifra que se antoja escasa si tenemos en cuenta los móviles que estamos viendo este 2025. Hay un salto importante en el Galaxy S22+, pero, como he comentado más arriba, a la hora de comprar el móvil decidí que era mejor compra el modelo base (especialmente, por algo que veremos más adelante).
Todo esto es muy teórico, así que mejor hablamos en la práctica. Ahora mismo, en un día donde no le dé un uso muy intensivo al teléfono (por ejemplo, un sábado), lo normal es que su batería aguante (o casi) la jornada entera. No está mal si tenemos en cuenta la coyuntura, pero las costuras son más evidentes cuando lo uso para trabajar, cuando lo uso para reproducir YouTube o alguna partida furtiva: ahí no llega ni a la media jornada.
Entre ciclos de carga “quemados” y capacidad de la batería, se puede decir que es algo lógico. No todo es la capacidad, claro, puesto que tenemos un ejemplo muy evidente con el Galaxy S25 Edge: su batería es un poco mayor (de 3.900 mAh) y sí es capaz de aguantar una jornada con un uso intenso. A día de hoy, si me planteo cambiar de teléfono, este es uno de los puntos que más me empujan a ello.
Vamos ahora con otros dos puntos calientes. El primero de ellos, el más fácil de explicar, está en el almacenamiento del dispositivo. Este aspecto es quizás el más subjetivo de todos, puesto que no todos los usuarios necesitamos lo mismo. Hace tres años, tras pensarlo, me lancé a por el modelo con 128 GB de almacenamiento que, lógicamente, era la más económica.
Me atrevería a decir que no tuve ningún tipo de problema al respecto el primer año con el S22, pero hasta ahí. En ese momento, tuve que recurrir a servicios de almacenamiento en la nube para poder seguir manteniendo fotos y vídeos, liberando así almacenamiento en el dispositivo. Hay muchas alternativas fáciles y cómodas para utilizar que son gratis (como puede ser Telegram), pero creo que es una capacidad muy corta que, sin duda, no volvería a comprar.
Pequeño inciso aquí. Siempre va a depender mucho, como digo, del usuario, pero creo que lo recomendable en este punto es comprar como mínimo un teléfono con 256 GB de almacenamiento. Especialmente si vamos a apostar por un teléfono de gama alta, puesto que probablemente tiremos fotos y vídeos con mayor calidad (y por tanto, más pesados).
Hago un poco de trampa en el siguiente punto, puesto que es doble. Me refiero a la pantalla e inevitablemente al tamaño del Galaxy S22, dos puntos que quiero dejar claro desde ya que no tienen absolutamente nada de malo. Aquí estamos hablando de un teléfono con una pantalla de 6,1 pulgadas, una diagonal bastante compacta. Este fue uno de los puntos que me hizo, de hecho, decantarme por la versión base: me gustan los teléfonos pequeños y, para rematar, mis manos también lo son.
Que hay muchos usuarios a los que les gusta este tipo de teléfonos no es ningún secreto. Ahí tenemos el Galaxy S25 base, que apenas ha crecido en 0,1 pulgadas con respecto al S22. Entonces, ¿dónde está el problema? En que yo ya no soy el mismo tipo de usuario, más aún después de haber tenido conmigo durante semanas teléfonos como el Galaxy S24 Ultra (con 6,8 pulgadas) o el Galaxy S24 FE (con 6,7 pulgadas).
Sí, como yo, eres un usuario que consume mucho contenido multimedia como YouTube o te gusta jugar, mejor elegir un teléfono que tenga una pantalla más grande. Por supuesto, la opción de apostar por un móvil más compacto sigue estando ahí y es de lo más válida, aunque eso sí: yo no la compraría con solo 128 GB de almacenamiento.
Me dejo para el final otro modelo de peso: las actualizaciones. Samsung es una de las compañías que mejor cuida sus dispositivos en este sentido, ofreciendo siete años de actualizaciones para sus teléfonos de gama alta y seis para teléfonos más económicos, como el Galaxy A36. Sin embargo, esta política es relativamente reciente, siendo el S22 uno de los últimos dispositivos en no recibirla.
Este teléfono (al igual que sus hermanos mayores) llegó con cuatro años de actualizaciones garantizadas. Teniendo en cuenta que llegó a las tiendas con One UI 4.1 y Android 12, la lógica nos hace pensar que One UI 8 es la última actualización importante que recibirá, aunque existe la posibilidad de que también reciba la siguiente actualización si es una versión "intermedia".
En cualquier caso, no recibir más novedades a nivel de software me parece algo negativo, aunque nada que me quite el sueño. Lo que no me gusta tanto es no recibir parches de seguridad, puesto que el Galaxy S22 tiene garantizados cinco años de estos. Es decir, a partir de 2026, el teléfono podría tener algún agujero de seguridad y no habrá parche que le ponga fin.
Si fuera solo por este punto, es posible que esperase hasta 2026 para renovar teléfono. Ahora bien, teniendo en cuenta todo lo que cuento en este texto, lo cierto es que tengo varios motivos para lanzarme a hacer un renove de mi S22. Me da pena, aunque tengo claro que lo seguiré usando para otros menesteres. Porque sí, hay algunos puntos en los que ya flaquea, pero me parece tan buen terminal que creo que todavía le quedan un buen montón de años conmigo.
Imágenes | Alejandro Fernández en Xataka, Juan Lorente
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La noticia
Compré un Galaxy S22 de lanzamiento y lo sigo usando de móvil principal. Me encanta, pero hay cuatro cosas que me piden un renove
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Xataka Móvil
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Juan Lorente
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