Las recientes elecciones presentan un resultado claro. Un triunfo indiscutible de la ultraderecha de la mano de un discurso focalizado en seguridad pública, migración y crecimiento económico. A eso se suma la probidad como promesa no cumplida por el gobierno. Todo ello comunicacionalmente bien implementado como eje estructurante de la campaña. Un programa minimalista, efectista, aunque técnicamente insuficiente, fue coherente a ello.
Una definición estratégica acertada, asumiendo Kast un libreto del cual no se movió en el transcurso de la campaña. No debatir ni ir a espacios donde mostrara su poca empatía y nulo carisma que lo alejaran de la ciudadanía. Ello a riesgo de aparecer débil en sus propuestas y en su preparación para conducir el Estado. Costo asumido y formas de mitigarlo atacando las debilidades estructurales que identificaron de su oponente: el costo de ser continuidad de un gobierno mal evaluado y resaltar, aunque en menor grado, el viejo anticomunismo.
Se percibe en esta primera semana que no solo había un diseño para ganar, sino, ante el inminente triunfo, tener una instalación que controle las expectativas generadas en la campaña y proyecte a Kast como estadista. Construir su imagen como antítesis de la del presidente Boric. Probablemente, junto a dar forma a la coalición para asegurar gobernabilidad, el control de expectativas es el desafío más complejo pues los cambios anunciados no son factibles de implementar, lo que puede provocar rápidamente malestar ciudadano.
Por otro lado, existe consenso entre los distintos actores que las cualidades de Jeannette Jara contribuyeron a evitar una debacle. La idea de balotaje entre dos candidaturas de derecha estaba muy consolidada a inicios año. La candidatura logró conformar la alianza electoral presidencial más amplia de la historia, incluyendo a la DC. Lo reconoce la ciudadanía también, pues se trata de un liderazgo convocante, como lo muestra la encuesta Descifra que, con un 23%, la sitúa a la cabeza de los esfuerzos unitarios que deberá desplegar la oposición para defender derechos sociales, democracia y derechos humanos como principios para el desarrollo y ejercicio de la política.
La izquierda y la centroizquierda buscan explicaciones a la derrota. Ello implica una mirada integral que debe considerar al menos dos niveles. Uno, más coyuntural, que responda a una mirada autocrítica de la campaña y otro, de largo plazo, que permita tener una mirada más prospectiva. Revincular al sector con las condiciones materiales, cultura, expectativas sociales y económicas del mundo popular de 2025 es quizá el desafío principal.
Por Claudio Rodríguez, trabajador social, militante PC y pareja de la ex candidata presidencial Jeannette Jara.
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