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Dos momentos, dos Papas

Dos momentos, dos Papas

Mucho se ha dicho sobre la visita del Papa Francisco a Chile en 2018, pero cualquier análisis resulta incompleto sin compararla con la que realizó Juan Pablo II en 1987. Fue precisamente esa comparación la que, en parte, explica el impacto y las consecuencias del viaje de Francisco.

Ambas visitas están separadas por 31 años y contextos profundamente distintos. Juan Pablo II llegó en plena dictadura, recibido por el general Pinochet en la loza del aeropuerto. Su visita, de seis días, lo llevó a ocho ciudades, con actos masivos y un claro trasfondo político.

Era otro Chile: golpeado por una crisis económica, con una sociedad dividida y una Iglesia que tenía un fuerte rol político, por su defensa de los derechos humanos y su papel mediador entre el régimen y la oposición. Por eso, la visita de Juan Pablo II fue, sobre todo, política. El Papa vino a respaldar a una Iglesia que amparaba a los perseguidos, como también lo hizo en Nicaragua en 1983 y en Cuba en 1998.

Cuando Francisco aterrizó en Santiago en 2018, lo recibió la Presidenta Bachelet. En cuatro días visitó tres ciudades. Había expectación: el primer Papa latinoamericano llegaba a un país muy distinto. Era el Chile de la postransición, con una democracia consolidada, aún beneficiada por el auge económico del pasado, pero donde la Iglesia había perdido influencia y liderazgo.

La ley de divorcio de 2004 y la despenalización del aborto en tres causales en 2017 eran señales claras de ese cambio. A esto se sumaban los escándalos por abusos sexuales que golpeaban a la Iglesia en todo el mundo, y Chile no era la excepción.

La visita de Francisco reveló, sin proponérselo, la magnitud de la crisis. La explanada semivacía en Iquique simbolizó el desencanto. El viaje terminó con sabor amargo, pero fue un punto de inflexión.

El Papa reaccionó con decisión: pidió perdón a las víctimas, envió a monseñor Scicluna en misión especial, convocó al episcopado a Roma y aceptó renuncias clave. Inició así una profunda renovación de la jerarquía eclesial chilena.

Por Raimundo Meneghello, director Escuela de Historia Universidad Finis Terrae

Fuente

LaTercera.com

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