
La Casa Blanca presentó este viernes la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, un documento que fija las prioridades de la política exterior de la Administración Trump y que se propone restaurar la “predominancia” de Estados Unidos en Occidente. El texto se presenta como un “corolario” de la Doctrina Monroe, en línea con la afirmación del presidente estadounidense esta semana: “El pueblo estadounidense, y no países extranjeros ni instituciones globalistas, controlará su destino en nuestro hemisferio”.
Washington plantea una reactivación del poder duro estadounidense, tanto económico como militar, como eje para fortalecer su posición. La Estrategia señala que Estados Unidos debe “reconsiderar” su presencia militar en el hemisferio y, al mismo tiempo, “priorizar su diplomacia comercial” mediante aranceles y acuerdos recíprocos.
El documento resume la estrategia en dos conceptos: “expandir y alistar”. Por un lado, alistar a los aliados en el control de la migración, la lucha antidrogas y la seguridad terrestre y marítima. Por otro, expandir la red de socios, reforzando la imagen de Estados Unidos como el socio económico y de seguridad preferente en la región.
El reajuste de la política militar tiene como foco las amenazas que Washington considera “urgentes”: tráfico de drogas y migración ilegal. El Gobierno anuncia que continuará recurriendo a despliegues específicos en la frontera e incluso al uso de fuerza letal, cuando lo estime necesario, para suplir lo que describe como el fracaso de las estrategias policiales de décadas anteriores.
Estados Unidos también reconoce que será difícil revertir la influencia de potencias extrarregionales en América Latina, pero estima que existen oportunidades con gobiernos que mantienen relaciones basadas en intereses económicos y no ideológicos.
En el capítulo dedicado a Europa, la Estrategia critica que “algunos responsables europeos” mantienen expectativas poco realistas sobre la guerra en Ucrania. Washington declara como prioridad el restablecimiento de relaciones estratégicas con Rusia, al estimar que el distanciamiento actual entre Moscú y Europa refleja lo que califica como una amenaza a la “autoestima” y la identidad de la “civilización europea”.
La administración estadounidense apunta a una relación “reequilibrada” con China, combinando presión económica con una disuasión militar más sólida para prevenir un conflicto abierto. El texto no menciona explícitamente a Taiwán ni las disputas territoriales en la región, pero sostiene que una política combinada permitirá crear un “círculo virtuoso” entre estabilidad, crecimiento económico y capacidad disuasiva a largo plazo.
Sobre Oriente Próximo, Washington considera que la situación es “menos problemática de lo que sugieren los titulares”. Asegura que Irán está “debilitado” tras la ofensiva conjunta de EE.UU. e Israel del pasado verano y que los líderes de Hamás están en “debilidad o han desaparecido”. En cuanto a Siria, el documento ve posible una estabilización mediante la colaboración de Israel, Turquía y países árabes.
La Estrategia afirma un giro histórico: Oriente Próximo ya no dominará la política exterior de Estados Unidos, pues deja de ser visto como un foco permanente de crisis. Además, descarta los intentos de presionar a las monarquías del Golfo para adoptar reformas políticas, proponiendo en cambio apoyar transformaciones “cuando surjan de forma natural”.
La nueva doctrina abandona un enfoque centrado en ayuda y promoción de valores liberales para pasar a uno orientado al comercio y la economía, buscando construir relaciones más pragmáticas y alineadas con los objetivos geoestratégicos de Estados Unidos.
La entrada EEUU redefine su doctrina exterior: aranceles, alianzas y despliegue militar para reafirmar su hegemonía se publicó primero en El Periodista.
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