Después de permanecer esclavizada durante más de una década, Raquel Liberman, una viuda polaca de 29 años, logró escapar de la red de trata y el último día de 1929 inició una desigual batalla contra una poderosa organización judía de proxenetas protegida por las autoridades que tenía ingresos de más de 50 millones de dólares anuales. Solo tuvo el apoyo de un comisario honesto y un juez decidido a desafiar al poder
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