Nota: Este texto contiene spoilers de la primera temporada de 'Pluribus'.
En una escena clave de 'Guardianes de la Galaxia', hay un chiste que me hace reír cada vez que lo escucho. Debatiendo si tomar acción o no, Rocket le cuestiona a Starlord por qué quiere arriesgarse tanto por salvar la galaxia, a lo que él simplemente le grita: "¡Porque soy uno de los idiotas que vive en ella!". Nada de grandes discursos, nada de sentimentalismos, es una mezcla fabulosa entre autopreservación e idealismo a modo de punchline.
La última línea de diálogo de 'Pluribus' también es un chiste. Concretamente uno en el que Carol le muestra a Manousos que le ha pedido una bomba atómica a Los Otros. Con qué propósito, aún no sabemos, pero el momento viene episodios después de que Carol descubriera sorprendida que los alienígenas le darían todo lo que ella pidiera con tal de contentarla incluso si significase su fin. La escena también viene apenas momentos después de que Zosia, su guía post-apocalíptica convertida a ligue interespecie, le rompiera el corazón a Carol dejándole caer que su relación con ella sigue teniendo el fin de convertirla.
El gag de la bomba atómica es el primer momento en el que vemos un atisbo de colaboración entre Carol y Manousos, y la revelación de cara al espectador de que este era el propósito de la temporada desde el principio. Durante la primera mitad de la serie, tenemos a una Carol luchando contracorriente frente a un mundo aparentemente utópico. La mente colmena alienígena que forman Los Otros viene "en son de paz". Consigue acabar con las guerras, el hambre, las desigualdades y convierte a la humanidad en un organismo perfectamente eficiente.
Lo que se pierde, por el contrario, es algo tan complejo que necesita debatirse durante toda la temporada, pero que aprovechan para mostrarnos astutamente siempre que hay ocasión. El episodio final encapsula este espíritu. Si quieren salvar la humanidad, estos dos necesitan hacerlo juntos, algo que durante todo el episodio parece imposible. Carol no ha sido ni mucho menos la protagonista perfecta hasta ahora. Pero Manousos, con sus férreas creencias, personalidad abrasiva y controladora, tampoco se dibuja precisamente como un rayo de sol. De cara a la segunda temporada, el futuro de la humanidad depende no de uno, sino de dos gruñones malhumorados.
A lo largo de sus nueve episodios son varias las veces que se cae la careta de supuesta utopía que visten Los Otros. Toda consolidación lleva inevitablemente a la pérdida de la pluralidad. Al principio del episodio final vemos a una cultura entera perderse por completo, ya que la mente colmena solo la preservaba a modo de teatrillo para la humana que aún no se había unido a ellos. A su manera, Carol lo vive en sus propias carnes con el amor exclusivo no correspondido. Mientras Zosia promulga las bondades de un amor universal por igual para todos, para Carol es un recordatorio de que no es percibida como individuo sino como parte de la masa mental. Un cuerpo más al servicio puro de la eficiencia y de una raza con ideales expansionistas por el mero hecho de serlo.
Qué dramáticamente poético es entonces que el final de temporada se centre en un encuentro tan largamente anticipado como caótico y a veces patético. Algo que jamás podría ocurrir al amparo de una mente colmena en la que no hay fricción ni interacción. Gilligan y su equipo sacan a relucir sus músculos cómicos en secuencias descacharrantes para enseñarnos que Carol y Manousos se llevan a parir. Ella ha dejado de ser la heroína de la resistencia dispuesta a todo que aparecía en los vídeos que él vio. Él, por su parte, es demasiado radical para ella. Irónico teniendo en cuenta que se ha pasado todo este tiempo intentando encontrar a alguien que la escuche y ahora que lo consigue, ya no lo quiere.
Dispuesto como siempre a no dar respuestas fáciles, Gilligan nos recuerda que luchar por devolver la humanidad a su estado original también significa esto. Luchar por traer de vuelta las diferencias, los conflictos y las fricciones. Su visión humanitaria queda plasmada en un episodio lleno de chistes agridulces, decisiones impetuosas, cabezonerías y miserias humanas. Después de nueve episodios de gente sonriendo y viviendo por inercia, este recordatorio de que esto también es lo que significa estar vivo es glorioso. Ese "defecto" humano que Los Otros intentan evitar a toda costa es al mismo tiempo el motor de las relaciones humanas.
La serie nos ha llevado a aquí desde el principio. A esa paranoica escena bajo el paraguas, a esos insultos chasqueándose los dedos. Porque si no… ¿cuál es el sentido de preservar una humanidad si no hay un espíritu humano que preservar? Al contrario que la inmensa mayoría de épicas heroicas de salvar el mundo, 'Pluribus' tiene muy claro que los humanos no somos perfectos. Somos caprichosos, ilógicos, frágiles e impulsivos, pero es precisamente eso lo que nos hace ser especiales y únicos.
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La noticia
El final de temporada de 'Pluribus' resume a la perfección el mensaje más importante de la serie
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Miguel Solo
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