El presidente electo asumirá con una institucionalidad robusta, policías con vehículos e indumentaria renovada y una serie de leyes que dotaron de mejores herramientas al Estado. Eso permitió que las cifras de delitos vayan a la baja, pero aún con niveles altos de criminalidad. Por eso el desafío estará en consolidar ese descenso y sobre todo hacerse cargo de la realidad penitenciaria.
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