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Europa lleva años buscando un lugar en una contienda tecnológica polarizada entre EEUU y China. Iniciativas ciudadanas como «Go European» anticipaban que un cierto nicho de los usuarios pide apostar por marcas locales, pero todavía faltaba un abanderado que uniera hardware y software de una manera destacada. Ese vacío es el que viene a llenar Jolla, la compañía fundada por exingenieros de Nokia: su nuevo Jolla Phone no es solo un smartphone. Es la prueba de que el viejo continente aún conserva el know-how para construir tecnología independiente.

Privacidad por diseño. La propuesta de valor de Jolla ataca directamente al negocio de las Big Tech. Mientras Android e iOS recolectan datos, el sistema operativo de este teléfono se presenta como el único SO europeo que no envía analíticas ni requiere una cuenta de Google para funcionar. Así se definen en la nota de lanzamiento del teléfono.

Esta obsesión por la privacidad recoge el testigo de un sistema basado en Linux que, aunque no lo parezca, es bastante veterano. Ha sido ese sistema que siempre se ha posicionado como una alternativa sin puertas traseras, buscando ahora escalar más allá del nicho de entusiastas.

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Un Linux compatible con Android. Tradicionalmente, apostar por un SO alternativo a Android implicaba aislarse del mundo de las apps. Jolla resolvió esta fricción con su AppSupport, una capa de compatibilidad que lleva años dotando a SailfishOS con la capacidad de instalar y ejecutar APKs dentro de su entorno Linux seguro.

Esto elimina la principal barrera de entrada para el usuario medio, ofreciendo lo que llevamos tiempo reclamando: un ecosistema local viable que definíamos como el "HarmonyOS europeo" (trazando un paralelismo con el SO de Huawei independiente de Android) capaz de correr los servicios que todos usamos pero bajo reglas de privacidad comunitarias.

Ficha técnica solvente. A nivel de hardware, una pequeña producción como la que tendrá este teléfono no augura unos componentes al más alto nivel, pero en esta ocasión, Jolla ha conseguido fraguar un smartphone decente si tenemos en cuenta que el hardware no es su principal reclamo. Chip MediaTek 5G (se desconoce por ahora el modelo), 12 GB de RAM y 256 GB de almacenamiento. Montará un panel AMOLED de 6,36 pulgadas FullHD+ y un sistema de cámaras con un sensor de 50 MP.

Sin embargo, su característica más distintiva es un interruptor de privacidad. Se trata de un botón físico en el chasis que permite desconectar por hardware partes del teléfono como los micrófonos, las cámaras o los sensores, todo a voluntad. Sea cual sea la app que esté funcionando, tendrá un bloqueo físico a estos registros.

Ensamblado en la cuna de Nokia. El simbolismo es parte del Jolla Phone: el ensamblaje final, la instalación de software y la inspección de calidad se realizan en Salo, Finlandia. Es la ciudad desde donde Nokia conquistó el mundo hace unas décadas.

Aunque la dependencia de componentes asiáticos sigue siendo una realida inevitable para cualquier fabricantes, este retorno a la manufactura local envía un mensaje de resiliencia y control de calidad que diferencia a Jolla de otros proyectos que simplemente remarcan hardware chino.

Éxito entre la resistencia. El primer lote de reservas del dispositivo se agotó en menos de 48 horas, superando todas las previsiones de la compañía y obligando a abrir una segunda tanda para satisfacer la demanda por sus 549 euros (previo pago de 99 euros por la reserva que se devuelven al finalizar la compra cuando esté disponible). Aunque el precio es superior al de fabricantes mainstream, su valor reside en ofrecer una vía de escape al control de datos de los sistemas mayoritarios. Europa ha demostrado una vez más que puede fabricar tecnología, y no solo regular la de los demás.

Imágenes | Jolla

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La noticia El sueño del móvil europeo sin Google vuelve a la vida. El nuevo Jolla Phone es la alternativa finlandesa que presume de Linux fue publicada originalmente en Xataka Móvil por Pepu Ricca .