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Francisca Sáez, directora ejecutiva de la Corporación Educacional Eventuras.

Cada ciclo electoral trae la misma pregunta: ¿Qué país queremos construir? Es una pregunta legítima y necesaria, pero incompleta. Porque el país que tendremos en cuatro años no comienza con una banda presidencial, sino que en una sala de clases.

Mientras debatimos resultados y escenarios, miles de profesores intentan algo más complejo: que 45 estudiantes aprendan, convivan y se regulen emocionalmente en medio de un clima nacional que también les afecta.

Hablamos de unidad y diálogo, pero quienes trabajamos en educación sabemos que esas habilidades no nacen en la adultez: se enseñan desde prekínder y se practican todos los días en la escuela.

Entre enero y septiembre, la Superintendencia de Educación recibió más de 14.900 denuncias de convivencia, un 21% más que el año anterior. No todas son violencia extrema, son señales de un país emocionalmente tensionado que entra a la sala sin pasar por la puerta.

Desde Eventuras vemos que, cuando las comunidades educativas trabajan sistemáticamente el desarrollo socioemocional, el clima mejora antes que cualquier coyuntura nacional. Los estudiantes piden ayuda, los conflictos bajan, los docentes recuperan energía.

Si queremos hablar en serio de convivencia democrática, el debate debe salir de la contingencia electoral y volver al único lugar donde realmente se forma ciudadanía: la escuela.

Porque, aunque suene simple, el próximo votante, líder, o ciudadano que decidirá el destino del país… ya está sentado en un pupitre.

Francisca Sáez, directora ejecutiva de la Corporación Educacional Eventuras.

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