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España, Francia y Alemania no podían depender del "botón" del F-35. Así que el futuro caza europeo apunta a otra cosa

España, Francia y Alemania no podían depender del

En el mes de septiembre el futuro caza europeo en el que participa España comenzó a desfigurarse de forma pública. Alemania amenazaba con abrir FCAS a nuevos socios si no había acuerdo con Francia, mientras España se juntaba a Berlín con Indra y, en la acera de enfrente, aparecía una apuesta continental, el Global Combat Air Programme (GCAP) que reunía a Italia, Reino Unido y Japón en torno a una filosofía distinta.

Ahora, en un nuevo giro de guion, el caza europeo apunta a otra cosa.

Un programa desbordado. El Future Combat Air System (FCAS), concebido en 2017 como la gran apuesta de Europa para construir el ecosistema aéreo de combate de la segunda mitad del siglo XXI y dejar de lado la dependencia americana, atraviesa su crisis más profunda. Alemania y Francia, motores políticos e industriales del proyecto, estudian abandonar la pieza más simbólica (el caza de nueva generación) para refugiarse en su único elemento todavía viable: el combat cloud, una red de mando y control basada en inteligencia artificial capaz de integrar aviones tripulados, enjambres de drones, radares, sensores y sistemas navales y terrestres en un mismo entorno operativo.

El giro no parece una simple reorientación técnica, sino el reconocimiento tácito de que las diferencias entre Airbus y Dassault Aviation han llegado a un punto de no retorno. En un momento en el que Europa quiere demostrar autonomía estratégica tras la invasión rusa de Ucrania, el mayor programa militar del continente está en riesgo de fracturarse por la incapacidad de sus dos principales contratistas de compartir responsabilidades, ceder control y coordinar visiones industriales incompatibles.

El divorcio Airbus-Dassault. El conflicto entre Dassault y Airbus no es reciente, pero ha alcanzado ahora una intensidad que hace inviable avanzar en el caza. Dassault, creadora del Rafale y empresa de tradición familiar, exige autoridad total sobre el diseño del avión y selección de proveedores. Por su parte, Airbus (que representa a Alemania y parte de España) considera que un proyecto europeo de esta magnitud debe gobernarse mediante un reparto equilibrado del trabajo. 

Las negociaciones llevan años estancadas, y cada parte acusa a la otra de incumplir acuerdos. Mientras Dassault amenaza con continuar sola porque “tiene toda la experiencia necesaria”, en Berlín crece la tentación de sustituir a Francia por Reino Unido o Suecia, dos socios que ya participan en el rival programa Tempest. El resultado es un círculo vicioso: sin confianza, no hay cooperación, sin cooperación, no hay avió, y sin avión, el FCAS se convierte en un cascarón vacío sostenido únicamente por la idea del combat cloud.

Joint Development Of Next Generation Fighter Aircraft 1 FCAS

La tentación alemana y el dilema francés. La presión no es simétrica. Alemania, que ha flexibilizado su límite de gasto para rearmarse a gran escala, no quiere quedar rehén de una empresa francesa que bloquea los avances. Según el Financial Times, en el entorno del canciller Friedrich Merz se escucha un mensaje cada vez más claro: si la colaboración no funciona, Berlín tiene recursos para continuar sin París. 

Francia, por su parte, muestra prudencia: su disuasión nuclear depende del relevo del Rafale a partir de la próxima década, y un divorcio brusco podría retrasar un sistema clave para su seguridad estratégica. Aunque Macron esperaba reconstruir la confianza tras años de desencuentros, incluso voces francesas admiten que el proyecto está “inmovilizado y casi muerto”, y que la única salida real pasa por una intervención directa del presidente sobre Éric Trappier, el poderoso director ejecutivo de Dassault.

Resize Combat Cloud

El combat cloud como refugio estratégico. Que el avión se estanque no significa que el FCAS carezca de sentido. La pieza más transformadora del programa no es el caza, sino el sistema de mando y control distribuido basado en IA: un combat cloud europeo que permita que cualquier plataforma (Rafale, Eurofighter, drones de largo alcance, sensores navales o radares terrestres) comparta datos en tiempo real. Este sistema, desarrollado por Airbus (Alemania), Thales (Francia) e Indra (España), es lo único en lo que todos coinciden: Europa puede (con)vivir con varios aviones, pero no con redes incompatibles que dependan enteramente del paraguas tecnológico estadounidense como ocurría con el F-35.

Por eso se plantea acelerar la entrada en servicio del cloud a 2030, una década antes de lo previsto, y blindarlo como pilar común incluso si el caza conjunto desaparece. Para numerosos países europeos, disponer de ese cloud propio es la única forma de garantizar que, si algún día Washington mira hacia otro lado, los ejércitos del continente puedan operar de forma cohesionada y autónoma.

Fracaso con implicaciones. Si el FCAS colapsa, no será solo un revés industrial, sino un mensaje geopolítico devastador. Europa lleva años proclamando su deseo de autonomía militar, pero cada vez que intenta crear capacidades propias tropieza con los mismos obstáculos: competencia entre naciones, recelos políticos, ausencia de gobernanza común y prioridades divergentes. 

Esta crisis llega además en un momento crítico, cuando la guerra en Ucrania ha demostrado que la superioridad tecnológica se juega en red, que el tiempo de reacción es vital y que los sistemas occidentales deben interoperar sin fisuras. Que el mayor proyecto de defensa europeo pueda venirse abajo por disputas corporativas muestra hasta qué punto el sueño de una defensa integrada sigue dependiendo de fundamentos frágiles.

Lo que se juega en pocas semanas. Recordaba el Financial Times que el calendario aprieta. París, Berlín y Madrid deben decidir antes de fin de año si financian la muestra del avión, una inversión de varios miles de millones que nadie quiere aprobar mientras el proyecto siga bloqueado. Las reuniones entre la ministra francesa Catherine Vautrin, su homólogo alemán Boris Pistorius, Merz y Macron serán decisivas: o el FCAS se redefine en torno al combat cloud o se desintegra formalmente. 

Todos repiten que la relación bilateral franco-alemana no debe dañarse, pero la realidad es que las empresas han llevado el programa al límite. El FCAS nació para simbolizar la Europa de la defensa, pero hoy solo el combat cloud mantiene vivo ese símbolo como último puente posible entre dos industrias que ya no saben si pueden seguir construyendo juntas el futuro de la guerra aérea.

Imagen | RawPixel, Airbus

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La noticia España, Francia y Alemania no podían depender del "botón" del F-35. Así que el futuro caza europeo apunta a otra cosa fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .

Noviembre 17, 2025 • 3 días atrás por: Xataka.com 53 visitas

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