Estadísticas positivas bajo la sombra de la desigualdad: radiografía de la maternidad en el Perú
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Estadísticas positivas bajo la sombra de la desigualdad: radiografía de la maternidad en el Perú

En las últimas décadas, los datos estadísticos en el Perú han evidenciado mejoras en la atención del parto y una disminución sostenida de la mortalidad materna. Sin embargo, la desigualdad sigue siendo una constante cuando se habla de maternidad.
El Perú es un país donde las desigualdades se manifiestan en diversos ámbitos de la vida cotidiana. En las ciudades, muchos estudiantes disponen de herramientas tecnológicas y docentes con formación continua, mientras que en las zonas rurales la realidad es distinta: escuelas con estructuras deterioradas, escasez de materiales y una conectividad deficiente que limita el acceso a una educación de calidad.
Estas disparidades también se hacen evidentes en el sistema de salud: unos reciben atención casi inmediata en clínicas privadas dotadas de tecnología de vanguardia; otros, en cambio, deben acudir a hospitales públicos colapsados, donde las esperas se prolongan y los recursos resultan insuficientes.
En la maternidad también existe desigualdad. Si bien es una experiencia común, las condiciones de vida, el acceso a servicios y el apoyo disponible varían ampliamente. Estas diferencias crean un panorama donde no todas las mujeres tienen las mismas oportunidades o facilidades para vivir la maternidad de manera plena y equitativa.

Desigualdad en medio de estadísticas positivas
En las últimas décadas en el Perú, los datos estadísticos han evidenciado mejoras en la atención del parto y una disminución sostenida de la mortalidad materna. Del mismo modo, se ha observado un aumento en el acceso a métodos anticonceptivos, señal de un progreso en el ámbito de la salud reproductiva.
De acuerdo con la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes), entre 1990 y el año 2000, en las zonas rurales solo el 20 % de los partos contaban con la atención de personal calificado. Para el 2023, esta situación mostró un cambio patente: más del 80 % de los nacimientos en estas áreas recibieron asistencia profesional.
Por otro lado, la mortalidad materna en el Perú presentó una tendencia a la baja durante la pandemia de COVID-19. En el primer año se registraron más casos que en 2019; sin embargo, a partir del 2021, las cifras fueron reduciéndose de manera progresiva. El contagio por coronavirus estuvo asociado a la mayoría de estas muertes, por encima de causas como las hemorragias y los trastornos hipertensivos.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), organismo que trabaja por los derechos y la libertad de decisión de todas las personas, sobre todo de la relacionada con sus derechos sexuales y reproductivos, dio a conocer cifras sobre la mortalidad materna en el Perú.
“En el 2019, el Perú había registrado su cifra más baja de muertes maternas con 302 decesos. Durante la pandemia de la COVID-19, las muertes maternas aumentaron a 439 en 2020, y a 493 en 2021, según los registros de la vigilancia epidemiológica a cargo del Minsa. (...) A partir del segundo semestre del 2021, el número de muertes empezó a disminuir una vez se incluyó a las gestantes como población de prioridad para recibir la vacuna. Ello, junto con la intensificación de esfuerzos del personal de salud y otros actores relevantes, permitió que en 2022 se registrasen 291 muertes maternas”, se lee en el portal web de UNFPA.
En cuanto al uso de métodos anticonceptivos, las estadísticas son relativamente favorables. Según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) 2023, en el Perú, el 58,6 % de las mujeres entre 15 y 49 años utiliza algún método anticonceptivo, lo que representa un aumento de dos puntos porcentuales respecto al año anterior.
Entre las opciones más empleadas se encuentran el inyectable hormonal, tanto trimestral como mensual (19,5 %), el condón masculino (11,5 %), la ligadura de trompas (11 %), los implantes subdérmicos (7,2 %), las píldoras (6,8 %) y el dispositivo intrauterino de cobre (1,5 %), entre otros.

Ahora bien, la desigualdad continúa siendo un tema recurrente cuando se aborda la maternidad. Sobre este tema, Infobae Perú conversó con Walter Mendoza, médico y magíster en Salud Pública, además de investigador titular en la Universidad Científica del Sur.
“La maternidad comienza más tarde en las mujeres con mayor nivel educativo. Por su parte, aquellas de bajos recursos que accedieron a la educación superior enfrentan limitaciones para convertirse en madres. Una mujer de sectores acomodados puede llegar a los 30, 35 o incluso 40 años sin haber tenido un embarazo y, al decidir tenerlo, probablemente ya cuenta con planes o recursos para optar por una inseminación artificial. En cambio, una mujer pobre, aun con educación, difícilmente accede a esa posibilidad si llega a esa edad sin hijos”, sostuvo el especialista.
El médico Mendoza brindó esta declaración tras ser consultado sobre la reducción de la tasa de fertilidad en el país, señalada por el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan) en su página web. Según el portal, en 1950 la tasa de fertilidad en el Perú era de 6,94 hijos por mujer; en 2023 bajó a 1,98, y se estima que para el año 2100 descenderá a 1,69 hijos por mujer.
Es pertinente señalar que la tasa de fertilidad es un indicador demográfico que mide el número promedio de hijos que tendría una mujer a lo largo de su vida, si se mantuvieran constantes las tasas de natalidad por edad en un periodo determinado.

Estas estadísticas sobre la disminución de la tasa de fertilidad se relacionan con la desigualdad porque reflejan una realidad que no impacta por igual a todos los sectores sociales. Si bien el promedio nacional ha bajado, no todas las mujeres tienen las mismas condiciones para decidir cuándo o si quieren ser madres.
Las mujeres con mayores niveles de educación y recursos suelen postergar la maternidad por elección, ya sea para priorizar su desarrollo personal o profesional, o porque tienen acceso a métodos anticonceptivos eficaces y servicios de salud. En cambio, las mujeres de sectores más vulnerables enfrentan barreras estructurales como falta de información, escaso acceso a servicios de salud reproductiva, entre otras.
“El promedio oculta una gran desigualdad. Cuando se habla de cifras generales sobre embarazos en el Perú, es importante considerar las diferencias por regiones, niveles socioeconómicos y grupos etarios. Si bien en todos los rangos de edad se observa una tendencia a la baja en la tasa de fertilidad, esta disminución no ocurre al mismo ritmo para todos. Un nivel educativo más alto suele ofrecer mayores oportunidades para decidir el momento y el número de hijos que se desea tener”, indicó el especialista.

Por otro lado, la desigualdad también se refleja en las cifras de mortalidad materna en el Perú. Según el Ministerio de Salud (Minsa), la mayor incidencia se presenta en mujeres de entre 30 y 59 años, principalmente en regiones de la selva —como Loreto, Ucayali, Madre de Dios y Amazonas— y de la sierra, como Puno, Huánuco y Pasco. Cabe destacar que, entre 2012 y 2023, el 60 % de las muertes maternas ocurrió durante el posparto.
En esa línea, el UNFPA aseveró que la mortalidad materna se ve afectada por las desigualdades que enfrenta el país a nivel territorial y por grupo poblacional. En la página web del organismo de las Naciones Unidas, se puede leer que “las áreas que ostentan mayores niveles de mortalidad materna son la nororiental y la surandina, así como las zonas rurales, donde existe mayor inequidad en el acceso a servicios, mayores índices de pobreza, y menor participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones sobre aspectos que las afectan significativamente, como su salud sexual y reproductiva”.
En otra parte del texto se señala la clara relación entre la baja prevalencia en el uso de métodos anticonceptivos modernos y la alta mortalidad materna, como ocurre en regiones como Amazonas, Ucayali, Madre de Dios, Piura y Huánuco.

Finalmente, el médico y docente universitario Walter Mendoza indicó que, a pesar de la evidente reducción de la tasa de fertilidad, aún persisten numerosos casos de embarazo adolescente, especialmente entre aquellas jóvenes provenientes de estratos socioeconómicos bajos.
“La tendencia a tener menos hijos es cada vez más pronunciada. Sin embargo, en el caso de las mujeres adolescentes de sectores empobrecidos, la maternidad se presenta a una edad más temprana, aunque no siempre de manera deseada. En el quintil más bajo, una de cada cinco adolescentes ha estado alguna vez embarazada, mientras que en el quintil más alto, solo una de cada 50 ha vivido esa experiencia”, dijo.
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