Mientras Bruselas prepara una prohibición legal vinculante para expulsar a los proveedores chinos de las redes europeas, al otro lado del mundo ocurre justo lo contrario. Vietnam, históricamente receloso de la tecnología china, ha adjudicado nuevos contratos de infraestructuras 5G a Huawei y ZTE. Este cambio de rumbo coincide con el deterioro de las relaciones comerciales entre Hanói y Washington tras la imposición de nuevos aranceles estadounidenses. Algo que ha empujado a Vietnam a estrechar lazos con su vecino del norte.
Un giro provocado por los aranceles. Vietnam ha adjudicado contratos por valor de 43 millones de dólares a Huawei y ZTE para su red 5G. La cronología es importante: según una exclusiva de Reuters, los acuerdos se cerraron pocas semanas después de que Estados Unidos impusiera nuevos aranceles a los productos vietnamitas.
Ante la hostilidad comercial de EEUU, Hanói ha optado por el pragmatismo, ignorando las advertencias de funcionarios estadounidenses sobre el riesgo de socavar la confianza en sus redes y perder acceso a tecnología occidental.
No es un despliegue total. A pesar del acercamiento a China, Vietnam mantiene cierta cautela. Ericsson y Nokia conservarán el control del core de la red, mientras que las firmas chinas se encargarán de las antenas y el equipamiento periférico.
Aun así, es una victoria bastante simbólica para el gigante chino Huawei, que llevaba años perdiendo licitaciones en el país y ahora entra gracias a un factor decisivo que lastrará a Europa: su tecnología es más barata que la de sus rivales, y eso importa mucho.
Espejo inverso en Europa. La situación de Vietnam contrasta radicalmente con la que tenemos en la Unión Europea. Bruselas quiere pasar de las recomendaciones a la prohibición legal para vetar a Huawei y ZTE, una medida que busca blindar las infraestructuras críticas. En el caso de Vietnam, han priorizado la economía y la integración en la región frente a los recelos de seguridad.
España está en una encrucijada. Curiosamente, lo que vemos en el país asiático tiene ecos en la estrategia de algunas operadoras españolas. Telefónica, por ejemplo, ha renovado contratos con Huawei para el core 5G de clientes residenciales hasta 2030. Sí ha reservado a proveedores europeos como Nokia para las redes empresariales.
Y Alemania adelanta el futuro. Vietnam les abre la puerta, Alemania la cierra antes incluso de que llegue la tecnología. Recientemente conocimos que vetará componentes chinos en la futura red 6G. Es el coste de la independencia tecnológica: Berlín asume que tendrá que usar fondos públicos para compensar a sus operadoras por retirar equipos chinos. Es un lujo que economías emergentes como la vietnamita no quieren permitirse.
Imagen de portada | Composición con imágenes de Wikimedia Commons y RawPixel
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Estados Unidos intentó frenar a Huawei con aranceles. La respuesta de China ha sido colarse en el 5G de Vietnam
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Pepu Ricca
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