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Hubo un momento en que un adolescente, un viejo módem y una cinta de casete generaron más alarma en Washington que cualquier informe sobre espionaje. Esa historia de ficción, contada en la pantalla, dejó de ser un juguete mental para convertirse en la chispa que encendió la primera reacción oficial ante el mundo del hacking.
La película 'Juegos de guerra', estrenada en 1983, puso en primer plano algo entonces casi desconocido para el gran público: un chaval podía, desde su habitación, "colarse" en los sistemas de defensa más secretos de Estados Unidos. En la cinta, ese hackeo casi desencadena una guerra nuclear por error. Cuando Ronald Reagan la vio en Camp David poco después del estreno, quedó tan inquieto que preguntó a su equipo si algo así podía pasar de verdad.
La respuesta fue breve, pero brutalmente honesta: "Señor Presidente, el problema es mucho peor de lo que cree". Ese comentario llevó a abrir una investigación seria sobre la vulnerabilidad de los sistemas informáticos militares. Solo un año más tarde se emitió la directiva presidencial NSDD‑145, la primera política oficial de seguridad informática en Estados Unidos, que marcó un antes y un después en cómo se entendía la ciberseguridad.
Ese empujón desde lo cinematográfico convirtió la ficción en realidad regulatoria: la película dirigida por John Badham dio pie a que, años después, en 1986, se aprobara la Computer Fraud and Abuse Act (CFAA), la primera ley federal que tipificaba el hackeo como delito.
En pocas palabras: lo que empezó como un guion tremendo de ciencia ficción obligó a definir por ley que meter mano en un ordenador sin permiso podía salir caro.
Naturalmente, no todo fue blanco o negro. Por un lado, la medida abrió camino a proteger infraestructuras vulnerables en un mundo que empezaba a digitalizarse a toda pastilla, alertando de riesgos reales. Por otro, este cambio legislativo cimentó también un estigma sobre los hackers, pintándolos a menudo como peligrosos, incluso cuando muchos (años después) buscarían con sus habilidades mejorar la seguridad.
Al final, 'Juegos de Guerra', con sus ordenadores antediluvianos y su dial-up ruidoso, hizo algo inesperado: no solo desató pesadillas de guerra nuclear, sino que cambió la ley. Gracias a una película, Estados Unidos entendió que la próxima batalla (y quizás la más sigilosa) ya no se libraba solo con misiles, sino con bits, cables y códigos.
Foto de moviemeter.nl
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La noticia
Este filme de culto provocó lo impensable: que la primera ley contra el hacking en Estados Unidos naciera por miedo presidencial
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Joel Calata
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