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Europa cree que ha ganado la guerra del gas a Rusia, pero se ha olvidado de un pequeño detalle: la infraestructura

Europa cree que ha ganado la guerra del gas a Rusia, pero se ha olvidado de un pequeño detalle: la infraestructura

Europa ha tomado una decisión histórica: el 2027 será el año en que el último rastro de gas ruso desaparezca del sistema energético del continente. Sin embargo, entre los despachos de Bruselas y la realidad de los hogares hay un abismo que no se mide en metros cúbicos, sino en meses de construcción. La seguridad del continente ya no depende de la diplomacia con el Kremlin, sino de la velocidad a la que se puedan levantar terminales, conectar tubos y desplegar barcos. La nueva soberanía europea está en manos de los ingenieros.

Un sistema por construir. Como explica el analista Giacomo Prandelli, el foco del mercado del Gas Natural Licuado (GNL) ha estado en el precio, pero la verdadera crisis es de infraestructura. Europa se ha lanzado a una carrera frenética para sustituir el gas ruso, pero gran parte de la capacidad necesaria todavía está bajo construcción o en fase de planificación.

Esto ha creado una oportunidad de oro para un grupo muy selecto de empresas que poseen los activos físicos. Según Prandelli, existen compañías europeas vitales que todavía pasan desapercibidas. Pone como ejemplo a una firma valorada en 662 millones de euros que opera "a precio de saldo": sus beneficios son altísimos comparados con su valor en bolsa y, lo más importante, ya tiene contratos gubernamentales blindados hasta 2030. Son, básicamente, los dueños de los "enchufes" por los que Europa está obligada a pasar.

Los motivos del cambio estructural. La razón de esta urgencia es un "divorcio" irreversible. Según datos recogidos por OilPrice, las exportaciones rusas por gasoducto a Europa han caído un 44% en 2025, alcanzando mínimos de los años 70. El cierre definitivo de la ruta ucraniana este diciembre deja al continente sin sus arterias históricas. Los motivos de esta nueva realidad son tres:

  • La dependencia de EEUU: El gas estadounidense ya representa el 56% de las importaciones de GNL en Europa. El acuerdo de julio de 2025, por el cual la UE comprará 750.000 millones de dólares en energía a EEUU, ha reconfigurado el tablero global.
  • La rigidez física del sistema: Aunque el gas sobra en el mercado global, las regasificadoras europeas (especialmente en Países Bajos) han operado al límite de su capacidad técnica. España tiene el gas, pero no puede enviarlo al resto de Europa: sus tubos con Francia solo permiten exportar 8.500 millones de m³ al año. El problema no es la falta de combustible, es el "embudo" de las tuberías.
  • El gas como respaldo eterno: Un informe de McKinsey & Company lanza una advertencia incómoda: la demanda de gas crecerá un 26% hasta 2050. Europa necesita el gas para estabilizar su red eléctrica cuando las renovables fallan. La transición energética, lejos de eliminar el gas, lo ha convertido en un "pilar estratégico permanente".

El eje del Mar Negro y la flota fantasma. Sin embargo, el muro europeo tiene grietas. Hungría y Eslovaquia siguen inyectando dinero al Kremlin a través del oleoducto Druzhba y la ruta TurkStream. Mientras Bruselas pide desconexión, Budapest y Bratislava construyen nuevas conexiones hacia el Mar Negro, alegando que el corte sería un "suicidio económico".

A esto se suma el miedo a la "flota fantasma". Bruselas teme que el gas ruso repita el guion del petróleo, un mercado opaco de barcos que cambian de bandera y documentación para ocultar el origen del gas. Para evitarlo, la UE ha impuesto multas de hasta el 3,5% de la facturación global y sistemas de certificados de origen, pero el precedente del crudo demuestra que, cuando Europa cierra una puerta, el mercado suele abrir una ventana clandestina.

El salvavidas flotante de Europa. Ante la lentitud del hormigón, surge una solución técnica. Según detalla el profesor Alexandre Muns, apunta hacia las FSRU (Unidades Flotantes de Almacenamiento y Regasificación). Estos barcos son plantas de regasificación móviles que emplean el calor del mar para procesar el gas.

Según Muns, sus ventajas son la rapidez de despliegue y el coste ya que pueden arrendarse por unos 155.000 dólares diarios. Gigantes como Excelerate Energy o Höegh LNG son los que hoy permiten que la UE mantenga el pulso. Sin estos barcos, el gas que cruza el Atlántico simplemente no tendría por dónde entrar al continente.

La tiranía del calendario. Europa cierra 2025 con una calma engañosa. Como informa El Economista, los precios han caído a mínimos de cuatro años (27 €/MWh) gracias a un invierno suave y al flujo constante de barcos. Pero, como advierte el presidente de Sedigas, Joan Batalla, esta estabilidad está "condicionada".

Cualquier ola de frío extremo o un fallo técnico en una terminal saturada podría disparar los precios de nuevo, porque la red opera sin margen de error. La autonomía de Europa ya no se negocia en Moscú; se construye en los puertos de Alemania, en las interconexiones de los Pirineos y en los astilleros de las FSRU. El éxito del plan para 2027 no dependerá de las promesas de los políticos, sino de que las grúas y las soldadoras terminen su trabajo antes de que el clima cambie las reglas del juego.

Imagen | Freepik

Xataka | La Unión Europea ha tomado al fin la decisión que durante tantos años le ha aterrado: dejar de importar gas ruso

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La noticia Europa cree que ha ganado la guerra del gas a Rusia, pero se ha olvidado de un pequeño detalle: la infraestructura fue publicada originalmente en Xataka por Alba Otero .

Diciembre 31, 2025 • 2 horas atrás por: Xataka.com 26 visitas

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