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Francisco, un “jarrón chino” para la Argentina

Francisco, un “jarrón chino” para la Argentina

La figura del Papa cayó en la grieta política durante sus 12 años al frente de la Iglesia. La imagen del pontífice en Argentina, de las peores de América Latina, donde reside el 41,2% de los 1.400 millones de seguidores del catolicismo. Los cambios de posturas de los presidentes de turno, de Cristina Kirchner a Javier Milei, no alcanzaron para que regrese de visita a su país El Papa Francisco y el presidente argentino Javier Milei

El Papa Francisco fue algo así como un “jarrón chino” para la Argentina: estimado como valioso pero sin saber exactamente dónde ponerlo, podía ser incómodo pero nadie lo quería romper. La frase, que se atribuyó al español Felipe González aunque no fue su autor original, se usó siempre para referirse al rol de los ex presidentes, aunque en este caso sirve para explicar cómo fue el vínculo que unió al país con el máximo líder que dio a luz en toda su historia.

La Iglesia católica tiene más de 1.400 millones de seguidores en todo el mundo, según datos del Anuario Pontificio 2025. Es grande como China, o como India, y cuatro veces más que Estados Unidos, pero con penetración en distintos rincones del planeta. Una organización poderosa con más de dos mil años, que ha sobrevivido la caída de imperios, revoluciones y el avance tecnológico.

El continente americano representa el 47,8% del total de feligreses y, de ellos, el 27,4% reside en América del Sur. Brasil sigue teniendo el mayor número de católicos, con 182 millones, y esa comunidad convive con los evangélicos, en ascenso especialmente en esa tierra.

Si se relaciona la cifra de católicos en función al tamaño de la población, allí se destaca más Argentina, con alrededor del 90%, una de las tasas más altas de catolicismo, con distintas intensidades de práctica religiosa, de acuerdo con las estadísticas de la Santa Sede.

La designación de Jorge Bergoglio, en 2013, se alineó con el peso de ese “padrón”, por ponerlo en términos de representatividad electoral. Se premió a la región donde el catolicismo ejerce una influencia hegemónica, en simultáneo, con la profundización del retroceso del credo en Europa. En África es donde la dinámica de crecimiento es más potente, pero aún es un desafío abierto.

La primera imagen de Francisco después de haber sido electo Papa

El “Papa de la periferia”, “del fin del mundo” o “del pueblo”, como lo llamaban en Roma, también fue el “Papa peronista” o “comunista”, en la política local. Por eso no es casual que, pese a haber sido un porteño del barrio de Flores, Argentina estaba, al menos hasta antes de su muerte, entre los que más lo cuestionaban.

“El Papa no mueve más de 10 votos”, llegó a decir Jaime Duran Barba, en su apogeo como gurú del PRO, en noviembre de 2015. En el tramo final de la campaña, Mauricio Macri debió pedir disculpas y se despegó de su estratega. El ecuatoriano solía medir con interés los niveles de aceptación de Francisco y observó rápidamente que Bergoglio era parte de la grieta.

La gestualidad que emanaba del Vaticano alimentó la polarización: el rostro adusto en la foto con Macri, la crítica al modelo económico, el envío de rosarios a sospechosos de corrupción, como Milagro Sala o Amado Boudou. Puesto en perspectiva, quizá no debieron partidizarse los presentes bendecidos a kirchneristas tras las rejas teniendo en cuenta que Francisco había elegido como tradición para los jueves santos visitar cárceles y lavar los pies a los presos, como señal de acercamiento y redención.

Francisco y Mauricio Macri

Tampoco su pensamiento económico debió interpretarse sólo en clave nacional porque formó parte de una mirada global sobre el capitalismo, desde una posición nacionalista y antiliberal.

Dice Loris Zanatta, ensayista y profesor de historia de la Universidad de Bolonia, en una reciente columna: “Francisco es incomprensible sin Bergoglio; Bergoglio sin el peronismo; el peronismo sin el nacionalcatolicismo que con varios matices impregnó a la Iglesia y a la cultura argentina”. Esa mamushka es indispensable para entender las dimensiones del personaje y su circunstancia, pero no lo explican del todo. El Papa fue un líder religioso universal al que aún no desciframos completamente, por momentos se hace inexpugnable, tal vez es su sello jesuita.

Néstor Kirchner murió antes de ver a Bergoglio convertido en Sumo Pontífice, y es contrafáctico imaginar si hubiera dado la misma voltereta que Cristina, para ir en un pestañeo del rechazo a la devoción. El ex presidente lo consideraba el “líder de la oposición”, cuando era arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, y el propio cura expresó que sabía que el santacruceño lo despreciaba. “Él realmente no me soportaba. Las relaciones eran muy tensas”, confesó en una entrevista que aparece en En tus ojos está mi palabra, un libro que recopila homilías y textos entre 1999 y 2013.

Cristina dejó los cuestionamientos de lado, incluidos los de Horacio Verbitsky, que ponían dudas sobre el accionar del sacerdote durante la dictadura; y buscó el rédito de pegarse al fenómeno papal que apenas arrancaba. El inicio fue, según los números, el mayor pico de popularidad de Francisco. La ex presidenta llevó a Brasil a Martín Insaurralde, entonces candidato a diputado para competir contra Sergio Massa, para juntarse con el Papa, que estaba de visita. A los pocos días, la ciudad de Buenos Aires amaneció empapelada con los afiches de Francisco, Cristina y el intendente de Lomas de Zamora. El kirchnerismo, de todas maneras, perdió esa elección en la provincia.

Javier Milei cuenta que le pidió perdón al Papa por los improperios que le estampó durante largos años. Esa aproximación que ejecutó ni bien arribó a la presidencia no implicó una adhesión al ideario pregonado por Francisco. De hecho, los libertarios (sin cargo) recordaron en redes que no coinciden ni un milímetro con la doctrina francisquista y el Presidente, en su primera comunicación oficial, remarcó sus “diferencias”. Decretó siete días de duelo y asistió al funeral en primera fila, cumpliendo de manera sobria con el protocolo de despedida.

Javier Milei y la comitiva argentina en el funeral de Francisco

No buscó el Gobierno, ni tampoco surgió desde otros espacios de la dirigencia, dar una señal institucional de unidad, en el sentido que predicó siempre el Papa. La fragmentación del sistema político no va en línea con ese espíritu, y lo máximo que se pudo conseguir –porque la atención estaba puesta en el último adiós al papa argentino- fue suspender la campaña porteña.

Es interesante ver cómo es la visión sobre Francisco según el comportamiento del voto de 2023. La consultora Trespuntozero hizo una medición a fines del año pasado, y resultó que entre quienes optaron por Unión por la Patria, el 75% manifestó una percepción muy buena o buena del Papa, mientras que el 15,5% es mala o muy mala. La ecuación se da a la inversa entre los que se inclinaron por La Libertad Avanza: sólo el 13,3% registró una mirada positiva, y 81,4% fue negativa.

Latinobarómetro realizó un informe sobre la evolución de la imagen de Francisco entre 2013 y 2024. La Argentina se encuentra en el lote de países donde peor resultó catalogado. Si bien la valoración inicial fue de las más relevantes –con 8,4, en una escala de 0 a 10- luego experimentó un descenso sostenido hasta lograr un piso de 4 puntos en 2020. Para ese entonces, ya no estaba más Macri, con quien mantuvo una relación fría, y había asumido Alberto Fernández, más cercano en sus simpatías, en ese momento.

Aquí un pequeño paréntesis: la figura del Papa sufrió un deterioro fuerte en la mayoría de los países durante el año que estalló el covid 19 y dio inicio a la pandemia. Al igual que otros líderes internacionales, tuvo en ese momento una enorme caída de respaldo, si bien el Vaticano no formó parte de la toma de decisiones de la gestión de las cuarentenas.

En la secuencia de Latinobarómetro, recién se recuperó en 2023 cuando alcanzó 5,8, ya con el final del gobierno del Frente de Todos y el ascenso al poder de Javier Milei.

Paraguay fue el país que registró el más alto índice de popularidad durante los 12 años de mandato. El ranking de mejor valoración se completa con Brasil, Costa Rica, México, Ecuador, República Dominicana, Honduras, Colombia, y Panamá, en ese orden. En el que peor lo ven a Francisco es en Chile.

En Estados Unidos, de los últimos tres papas el que obtuvo niveles de aprobación por encima del 90% fue Juan Pablo II, en sondeos consignadores entre 1987 y 1996, de acuerdo con Pew Research Center. En el caso de Francisco, es más favorable la mirada entre católicos demócratas, que católicos republicanos, en una nítida correlación con la agenda política, económica y social.

Donald Trump podría tildar de woke al papado de Francisco, cuyos ejes temáticos de coyuntura fueron la crisis migratoria, el cambio climático y la crítica al sistema económico. El presidente estadounidense, a pesar de haber sido blanco directo por su política de deportaciones masivas, asistió al funeral, y aprovechó la antesala de la misa para mantener una reunión con Volodímir Zelensky.

Volodymyr Zelensky y Donald Trump en el Vaticano

Vladimir Putin no participó de la ceremonia -se cree que por la orden de detención de la Corte Penal Internacional- pero envió una representación rusa. China, a pesar del acercamiento que promovió el Vaticano, apenas emitió sus condolencias.

Más de 500 mil personas se congregaron para despedirlo hasta su destino final: una tumba de mármol de Liguria con la única inscripción de “Franciscus” en la Basílica de Santa María la Mayor.

Bergoglio terminó el recorrido de su vida sin jamás volver a la Argentina. El Papa hizo 47 viajes y visitó 66 países en doce años. No quiso regresar a su patria para que su figura no sea usada, ni para un lado, ni para otro. El “jarrón chino” prefirió evitar que lo manoseen en el pantano de la discordia.

Fuente

Infobae.com

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