Gareca vs. Gareca: las inconsistencias del Tigre que tienen a la Roja en la cornisa
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Gareca vs. Gareca: las inconsistencias del Tigre que tienen a la Roja en la cornisa

“Nos quedamos con un sabor agridulce. En el primer tiempo nos pasaron por arriba”. La frase es de Pablo Milad, quien sacó la voz luego de la derrota con Argentina, que dejó a la selección chilena a un paso del precipicio. Esta larga agonía que ha significado el proceso clasificatorio para el Mundial 2026 puede sentenciarse el martes, en los 4.150 metros de altitud de El Alto. Es así de lamentable el momento de la Roja.
El duelo ante los campeones del mundo se puede dividir en dos tiempos. Se vio en el mismo partido lo más bajo y lo más esperanzador. Los primeros 45’ tuvieron a una Selección pasiva y desordenada, superada por un rival que no se esforzó demasiado para exhibir su jerarquía. Mala lectura inicial del seleccionador. El panorama cambió en el complemento. El reordenamiento de piezas, más la inclusión de nuevos nombres (el ingreso de Fabián Hormazábal permitió que Felipe Loyola pasara al medio, donde destaca en Independiente), dotó a Chile de una actitud renovada. No alcanzó.
¿Por qué no se arrancó el encuentro con la formación del segundo tiempo? Es una pregunta admisible, considerando la urgencia de los puntos. Pero el partido ya es parte del pasado y lo cierto es que Chile está en el fondo de Sudamérica y el desenlace parece inevitable. La caída con los transandinos dejó de manifiesto las dos caras de Gareca, las inconsistencias en las que se convirtió su estadía en Chile. Una volatilidad propia de un proceso que está ad portas de no cumplir el objetivo. Peor aún, puede repetirse ese último lugar de las Eliminatorias para Corea-Japón 2002.
“En el primer tiempo no pudimos soltarnos, nos costó recuperar el balón. El plan era reducirles los espacios, era un partido para trabajarlo, tener paciencia y llevarlo con tranquilidad y esperar nuestros momentos... Me provocó fastidio (el gol), porque si hay algo que trabajamos era que no nos agarraran mal parados”, manifestó el DT, explicando lo que quiso hacer.
“Acepto cualquier análisis que puede ser una crítica. La intención nuestra era sostener algo que era bueno, porque el rendimiento ante Perú, Venezuela, Paraguay y Ecuador funcionó, más allá de que no logramos siempre resultados”, agregó un Gareca que reconoció que no se encuentra en su mejor estado de ánimo.
Salvo el triunfo sobre Venezuela, la única victoria del Tigre en las Clasificatorias 2026, Chile no ha podido englobar un partido medianamente convincente. Si bien se comenzó perdiendo con la Vinotinto, se logró remontar gracias a un inspirado Lucas Cepeda. En el resto de las presentaciones, el balance arroja saldo en contra. Dejó de ser novedad que Chile tenga partidos con dos periodos tan disímiles.

Sucedió en el choque con Ecuador en marzo. Primeros 45’ siendo superior al rival, con la falta de gol como problema, y los segundos 45’ cayendo en una nebulosa y casi se pierde. Contra Brasil, en octubre del año pasado, ocurrió algo similar. Ante la Canarinha, la Roja hizo un destacable primer periodo, incluso abriendo el marcador. La actitud y el esfuerzo físico resaltó, pero el Scratch terminó ganando en el epílogo.
El andar zigzagueante de la Roja tuvo como su expresión más dolorosa la histórica derrota con Bolivia. Ya sea por la presión mediática o por las ganas de probar otra cosa, Gareca cedió a sus principios tácticos para salir con dos delanteros: Eduardo Vargas y Ben Brereton. Aquella presentación terminó por exonerar a Brereton de la Roja, aunque el DT diga públicamente que es un jugador que le gusta. En definitiva, ese partido acabó siendo uno de los papelones más grandes de la historia de la Selección.
Las inconsistencias del proceso se han manifestado de diferentes maneras, como por ejemplo en los errores de lectura del entrenador. Ante Perú, en Lima, faltó audacia para ir a buscar un partido que estaba a la mano. Contra Paraguay, en Asunción, Gareca tardó con los cambios para dar vuelta un resultado adverso, que se inclinó para la Albirroja por una pelota detenida. Salvo en contadas ocasiones, su diseño táctico no cambia (el 4-2-3-1 puede pasar a 4-1-4-1 o 4-5-1). Contra Argentina, apostó por nombres que no atraviesan por su mejor presente, como Arturo Vidal y Vicente Pizarro, y cambios de posición como insistir con Felipe Loyola como lateral.
El King, pilar de la Generación Dorada, quedó retratado ante un elenco de elite, que juega a otro ritmo. Además, se dedicó a tener un duelo aparte con Rodrigo De Paul más que imponerse en el mediocampo. Salió al entretiempo y la “sala de máquinas” fluyó mejor, con Loyola y Echeverría.
Este martes, en Bolivia, el proceso de Gareca puede tener un desenlace, si las matemáticas ya no dan.
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