Sam Altman ha pulsado el botón rojo en OpenAI. Tras tres años siendo la startup que aterrorizó a Google, ahora es la empresa de Pichai quien tiene a la creadora de ChatGPT contra las cuerdas.
Por qué es importante. El CEO de OpenAI envió el lunes un memo interno declarando "código rojo": todos los recursos se concentran en mejorar ChatGPT. Proyectos como la publicidad en la versión gratuita, los agentes de IA para salud y compras o el despliegue del asistente personal Pulse quedan aplazados.
La empresa que forzó a Google a reaccionar ahora es la que reacciona.
El telón de fondo. En 2022, Google entró en pánico cuando ChatGPT cambió nuestras expectativas sobre la IA generativa. Tres años después, los papeles se han invertido.
Las cifras. Google ha pasado de 450 millones de usuarios activos mensuales en Gemini en julio a 650 millones en octubre. ChatGPT mantiene el liderazgo con más de 800 millones de usuarios semanales, pero la velocidad a la que está avanzando Google es lo que ha encendido todas las alarmas.
El rastro del dinero. Google puede permitirse gastar entre 91.000 y 93.000 millones de dólares este año en infraestructura de IA porque tiene una máquina de generar efectivo con grandes márgenes que lo respalda.
OpenAI, en cambio, sigue dependiendo de rondas de financiación mientras acumula pérdidas récord.
Sí, pero. OpenAI todavía conserva ventajas. Sus 800 millones de usuarios semanales representan un moat que solo se conquista persona a persona. ChatGPT es hoy sinónimo de IA conversacional del mismo modo que Google lo es de búsqueda.
Cambiar los hábitos de cientos de millones de usuarios es mucho más difícil que convencer a unos cuantos CEOs de cambiar de proveedor de chips.
Entre líneas. La negativa de OpenAI a monetizar ChatGPT mediante publicidad es cada vez más inexplicable.
OpenAI lleva tres años evitando esta evidencia, pero no ha dejado de firmar compromisos de gasto que superan el billón.
Giro inesperado. Hace tres años era Google quien declaraba código rojo ante la amenaza de ChatGPT. El imperio contraataca ahora con una ventaja estructural aplastante: control de la distribución (Android, Chrome, Search, YouTube, Docs...), capacidad financiera holgada y chips propios.
OpenAI tiene usuarios, pero Google tiene dinero, infraestructura y paciencia para librar una guerra de desgaste.
En juego. La pregunta es si OpenAI sobrevivirá como empresa independiente cuando sus ventajas tecnológicas se evaporen y su modelo de negocio siga sin funcionar.
Altman suele decir que no le gusta pensar mucho en la competencia. Esos días terminaron.
Imagen destacada | Google, OpenAI
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La noticia
Google tiene acorralada a OpenAI. Altman tiene motivos para entrar en modo crisis
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
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