Goyo de Bandalos Chinos: su independencia musical, la inspiración de los Stones y qué haría con un millón de dólares
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Goyo de Bandalos Chinos: su independencia musical, la inspiración de los Stones y qué haría con un millón de dólares

En Casino Resort, el ciclo de entrevistas de Infobae, el artista reflexionó sobre los desafíos de autogestionarse y explicó por qué su grupo necesitó una pausa para reencontrarse con su esencia. Además, adelantó cuándo y dónde comenzará la gira internacional
Gregorio Degano, conocido popularmente como Goyo o El Shy, por sus redes sociales, es el vocalista y líder de la banda argentina de indie pop Bandalos Chinos. Desde su infancia, mostró inclinación por la música. A los 11 años, tuvo su primera experiencia frente a una audiencia al cantar en una iglesia local, lo que marcó el inicio de su conexión con el escenario.
En 2009, junto a Iñaki Colombo, formó la banda que revolucionó la música desde sus inicios. Con influencias de artistas de Luis Alberto Spinetta y Tame Impala, han desarrollado un estilo distintivo que combina elementos de pop, rock y electrónica.
En agosto, Bandalos se presentará en el Movistar Arena, un evento que representa un hito significativo en su carrera. Este concierto consagratorio refleja el crecimiento y la consolidación de la banda en la escena musical. Será en el marco de la gira Vandalos World Tour 25, que recorrerá Argentina, Chile, Uruguay, Estados Unidos, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Colombia, México, España y cerrará en nuestro país con todo el material de su nuevo disco.

Pollo: — Tengo la sensación de que ustedes son como rebeldes con disciplina. Se toman un año de descanso, pero después vuelven con todo, ahora van al Movistar Arena... ¿Quién decide ese ritmo de parar, volver y sacar disco?
Goyo: — Es un poco la libertad que nos da ser independientes, autogestivos y no estar con un sello discográfico. Está buenísimo decir: “Che, hace cinco años que estamos entre gira y discos, gira y disco, llega un momento en el que nos metemos al estudio y lo que hacemos es la copia de la copia de la copia”. Fue algo que fue decantando, no es que nos sentamos un día y dijimos: “Hay que frenar”. Incluso da miedo la posibilidad de abandonar este ritmo porque decís: “Vengo de haciendo 70 shows por año, un show y medio por fin de semana”. Y corrés el riesgo de que te olviden, de perder la gimnasia. Hay como cierto temor a rebelarse ante eso. Pero es algo que fue decantando y en febrero del 2024 dijimos: “No vamos a quemar, frenemos un toque. Arranquemos más adelante y resolvamos internamente”. Somos una banda de amigos, dos pares de hermanos, es una familia. Con la familia se cruzan límites, entonces había que revisar para adentro y decir: “Queremos que esto dure muchos años más, muchos discos más. Ordenemos, ordenemos la casa, busquemos cosas nuevas para crear, vivamos una vida, comamos asado, juguemos un partido de fútbol. No sé. Vamos de joda”. Vino un poco por ese lado. Fue una decisión cero consciente y muy a los tumbos. Pero se frenó.
Pollo: — Tal vez a ustedes mismos ya no les estaba gustando lo que hacían, aunque desde afuera no se notara. Pero parar también es una decisión valiente.
Goyo: — Totalmente. Fue eso. Fue parar un poco y decir che: “Esto no nos está representando a nosotros”. Sentimos que es una fórmula lo que estamos haciendo, entonces frenemos. También cambiamos de productor, veníamos laburando con Adán Jodorowsky en los discos: Bach, Paranoia Pop y el Big Blue. Y en este disco trabajamos con Fermín Ugarte, que es el productor de Dillom, un pibe que es casi diez años menor que nosotros, con una mirada fresca, otra manera de hacer música. Y eso nos llevó a un nuevo lugar y lo hicimos en seis meses, en vez de hacerlo en 20 días en un estudio en Estados Unidos, en el medio del desierto tejano, aislados y teniendo que rendir como si fuese un torneo de la Libertadores (risas). Fue cambiar el contexto para que salgan cosas nuevas.
Pollo: — ¿Y no les dio miedo en su momento? ¿No les generó temor barajar y dar de nuevo, sin saber si el cambio iba a funcionar?
Goyo: — Obvio que sí, pero veníamos de esa premisa de querer hacer algo nuevo, que para nosotros sea de calidad, que nos desafíe y nos lleve a otro lugar. Queríamos volver a tener miedo, a divertirnos, a lo que fue esto al principio, que era un juego. Después, con el tiempo, se profesionalizó y se convirtió en un laburo, que está espectacular, porque le puedo dedicar el 100 por ciento de mi tiempo a esto y es hermoso. Pero había que volver a esa sensación de estar jugando en el estudio. Y después hay una parte que es innegable, que es la esencia de uno, que no le podés escapar.
Pollo: — Con respecto a las discográficas y ser independientes. ¿Cómo están trabajando ustedes? ¿Los buscan? ¿Reciben propuestas?
Goyo: — La gente del mundo de las discográficas piensa que ya estamos con alguien porque es un logro como banda autogestiva, independiente, todo lo que estamos haciendo, las giras mundiales, cómo nos va en México. Todo el desarrollo que tenemos es algo distintivo de Bandalos, la parte de gestión. Siempre nos inspiró cómo se manejó El mató o Laptra discos, esa cosa de unirse y armar sello discográfico independiente, a partir de lo que vos construir. No era esperando este crecimiento exponencial, sino que decíamos: “Vamos a recorrer el camino y en algún momento haremos el Movistar”.
Pollo: — ¿No te sobrepasa un poco todo eso? Porque podés ser independiente y autogestivo, pero ustedes crecieron muy rápido y en algún momento imagino que pensaron en sumar un “monstruo” que los acompañe...
Goyo: — Creo que en algún punto llega un momento en el que tiene un techo laburar de la manera que laburamos y eventualmente vamos a firmar con una disquera y tratar de potenciar todo lo que nosotros venimos haciendo y aprendiendo a los tumbos, porque nadie te lo enseña y está todo el tiempo cambiando la industria de la música.

Pollo: — ¿Es verdad que quieren ser como los Stone?
Goyo: — Es un poco ambiciosa la afirmación (risas). Pero sí, lo dije en algún momento. Así como si digo muchas cosas de las cuales después me arrepiento. De esta no me arrepiento, pero la voy a explicar. Tiene que ver con esta cosa de la longevidad, de ser una banda que dure muchos años, con muchos discos, que seamos viejos y estemos arriba del escenario tocando: “Vámonos de viaje” y toda la música que hayamos hecho de acá para adelante. Viene desde ese lado la afirmación. Me gustaría eso, tocar y encontrarle la vuelta, según el momento de la vida en el que estemos. Por ahí hay momentos en los que hacés 70 shows por año y otros en los que hacés 20 o 10.
Pollo: — ¿O sea que lo admirás más por su trayectoria extensa que por los logros en sí?
Goyo: — Obvio que sí, también por los logros. Pero me parece inalcanzable. Esas cosas que son imposibles hasta de imaginar. Pero bueno, está ahí…
Pollo: — Te da como vergüenza decirlo (risas).
Goyo: — No, no. Me pareció un poco ambicioso, soberbio, decir: “Quiero ser como los Stones”. Pero si te lo explico, está bien. Se entiende.
Pollo: — En el último tiempo colaboraron con varios artistas, entre ellos, Miranda. ¿Qué onda? ¿Cómo llega esa propuesta?
Goyo: — Llega de manera muy generosa de ellos. Se acercaron a ofrecernos participar de este disco Hotel Miranda, que fue un éxito rotundo y nosotros hicimos el tema Navidad, que fue también un espacio de mucho aprendizaje. Trabajar en el estudio con Ale (Sergi) y con Cachorro (López), que son personas que admiramos un montón a nivel producción y composición, fue una movida re generosa. Nos invitaron a cantar en Ferro y en México nos cruzamos. También creo que la canté en un festival en Monterrey con ellos. Hay una muy linda relación, así como de apadrinarnos.
Pollo: — ¿Qué experiencias te flashearon en el mundo de la música? Puede ser con un artista o un famoso que escuchó tus temas o los fue a ver. ¿Te acordás de aquella primera vez?
Goyo: — Me pasa, por ejemplo, con Fito Páez. Nosotros crecimos escuchando su música, lo íbamos a ver en vivo y de repente tengo un vínculo con él, escucha nuestra música y nos juntamos a morfar. La verdad para nosotros y, para mí personalmente, es de esas cosas subreales. Después nos pasó de cruzarnos con colegas en México. José León Larregui, que es un artista que admiramos un montón y también tenemos un vínculo, escucha nuestra música y son esos personajes que decís: “¡Fa! Qué lindo que nos pase esto”.

Millón
Con una valija llena de dólares, el Pollo invitó a Goyo a comprar todo lo que desee. El único requisito es que no se puede donar ni guardar como ahorro.
Pollo: — ¿Qué harías con un millón de dólares?
Goyo: — Lo primero que haría es garpar un buen viaje para mis amigos y mi familia. Me iría con un grupo grande de gente a conocer todos los países y ciudades a los que fui y solamente conozco el aeropuerto y el hotel.
Pollo: — ¿Cuántos serían?
Goyo: — Y ponele que del lado de mi familia seríamos 10 y amigos somos como 20.
Pollo: — Se te va la guita, chabón.
Goyo: — Bueno, lo vamos a achicar un poco. Vamos a ir a un destino.
Pollo: — ¿Cuánta plata querés separar en ese viaje?
Goyo: — Vamos a gastar 200 lucas en un muy buen viaje. A todo c***.
Pollo: — ¿Qué más?
Goyo: — Después me gastaría una guita también en una casita linda en Córdoba o La Patagonia, un lugar en el que el día de mañana me pueda retirar e ir a vivir ahí.
Pollo: — Actualmente, ¿sos propietario o alquilas?
Goyo: — Alquilo.
Pollo: — ¿Vivís solo o con tu novia?
Goyo: — Con mi novia.
Pollo: — ¿Hace cuánto están?
Goyo: — Hace tres años.
Pollo: — ¿Cuánto querés separar para una linda casa?
Goyo: — 400 lucas, está bien.
Pollo: — Con vista al lago o a la sierra...
Goyo: — Y sí, menos no quiero (risas). Una agüita cerca tiene que tener: un arroyito, algo que pase por ahí.
Pollo: — Te quedan 400 mil.
Goyo: — Me compraría una embarcación.
Pollo: — Pero con esto te compras lancha de Dios…
Goyo: — Me compro dos lanchitas o una embarcación un poco más grande y una motito de agua.
Pollo: — Quedan 300 lucas.
Goyo: — Me compraría algún auto clásico.

Pollo: — ¿Te gustan los autos clásicos?
Goyo: — Tengo tatuado mi auto favorito el Renault 4, que fue mi primer auto. Ya se convirtió en un auto de colección. Puede ser eso y después vi que están haciendo un prototipo de uno nuevo. Tendría los dos, probablemente.
Pollo: — ¡Mi auto preferido! Fue mi primer auto.
Goyo: — ¡El mío también!
Pollo: — Estuve averiguando cuánto vale y son caros.
Goyo: — Sí, todo original, guardadito en una cochera toda su vida.
Pollo: — Hermoso. Vamos a ponerle 100 mil. Te quedan 200...
Goyo: — Con 100 me compraría pilchita. Me gustan los trajes. Hay un diseñador de acá que me encanta. Me iría a comprar unas telas, no sé, a Italia y me hago unos trajes.
Pollo: — Lo podés justificar porque es ropa que te sirve también para los shows...
Goyo: — Sí, hemos hecho giras en las cuales me esforzaba por vestirme distinto en cada show y es difícil porque te vas 45 días de tu casa y no te llevás todo en una valija.
Pollo: — Te quedan las últimas 100 lucas.
Goyo: — Las gastaría en una buena joda. La reviento en una joda con todos mis amigos.
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