En casa cada vez pasan más cosas sin que las toques con la mano. La luz se enciende sola cuando entras, el aire se regula según la temperatura, el frigorífico te avisa si algo lleva demasiado tiempo abierto y la lavadora termina y te manda un aviso al móvil.
Ese tipo de automatizaciones ya no es ciencia ficción, y Samsung ha empujado fuerte con SmartThings para que todo eso quede ordenado dentro de una misma app. El problema es que, cuanto más “sabe” sobre ti, más fácil es preguntarse qué está leyendo exactamente esa plataforma y hasta dónde llega.
SmartThings empieza por lo de siempre: necesitas una cuenta Samsung, así que entran en juego datos básicos como correo, nombre y los ajustes iniciales que elijas.
A partir de ahí la app también registra información técnica del teléfono: modelo, versión de Android, idioma, región, identificadores internos y registros de funcionamiento. Esto sirve para que la plataforma no se rompa con cada actualización y para detectar fallos. No sorprende a nadie.
La cosa cambia en el momento en que le das permisos extra. El más visible es la ubicación. Si quieres rutinas del tipo “cuando llego a casa, enciende tal cosa”, necesitas geolocalización. Y eso implica que SmartThings pueda usar ubicación precisa o aproximada según lo que permitas. No es obligatorio, pero si lo activas, entra en el paquete de datos que la app maneja.
El grueso del debate no está en el móvil, sino en los aparatos que conectas. Cada uno envía datos distintos. Una lavadora manda ciclos, duración, estados, consumo aproximado y avisos de mantenimiento. Un frigorífico puede reportar temperatura, apertura de puertas, modos de ahorro y, si tiene pantalla, interacción con el panel.
Un enchufe inteligente informa de consumo en tiempo real. Los sensores de movimiento o de puertas abiertas envían eventos constantes. Y si hay cámaras o timbres conectados, hablamos de detecciones, actividad y, en algunos casos, vídeo en la nube.
Todo eso es lo que permite que la app te muestre “qué pasa en casa” desde cualquier sitio. Pero también significa que hay telemetría continua. No es que SmartThings grabe tu vida minuto a minuto, pero sí recoge una capa de información que, combinada, dibuja hábitos: cuándo estás, cuándo no, qué dispositivos usas más y en qué franjas.
SmartThings actúa como centralita. Para que tú cambies un modo desde fuera de casa o recibas un aviso aunque estés en otro país, los datos tienen que viajar. Muchas rutinas se ejecutan a nivel local, sí, pero la sincronización y el control remoto dependen de servidores de Samsung. Es el precio de tenerlo todo integrado sin configurar tú un sistema doméstico propio.
Esta arquitectura no es rara en domótica, pero conviene tenerla clara: la plataforma funciona como intermediaria constante entre tu casa y tu móvil.
Samsung sostiene que estos datos se usan para mantener el servicio, mejorar funciones, evitar errores y reforzar seguridad. En términos prácticos, eso significa analizar cómo se utilizan los dispositivos, comprobar estabilidad de red, detectar comportamientos anómalos y proponer ajustes automáticos. También existe la capa de recomendaciones dentro del ecosistema, porque la app aprende qué usas y cuándo.
No hay indicios de que SmartThings esté pensado para convertir tu casa en un perfil publicitario, pero sí es una plataforma que necesita saber mucho de ti para funcionar como promete. La duda razonable aparece cuando el usuario no tiene claro qué se recoge y qué no.
Aquí SmartThings es más flexible de lo que parece. Puedes limitar permisos desde Android, borrar dispositivos vinculados, eliminar rutinas y limpiar historiales. También puedes revisar tu cuenta Samsung para ver aparatos registrados y ajustar ciertos parámetros de privacidad. No es un panel quirúrgico donde controlas cada byte, pero sí te permite reducir ruido si te incomoda.
Si alguien quiere ir más lejos, la opción está ahí: evitar cámaras integradas, no usar ubicación precisa, crear una red WiFi aparte para domótica o incluso limitar el acceso remoto.
Quien tenga un par de bombillas y una lavadora conectada probablemente no se lo plantee demasiado. Pero si montas un hogar completo con sensores, cámaras, electrodomésticos, rutinas y geolocalización, la cantidad de datos que se generan ya no es pequeña. Y ahí es cuando vale la pena mirar la letra pequeña y decidir qué parte de esa comodidad te compensa.
SmartThings necesita datos para hacer lo que ofrece, igual que cualquier plataforma de dispositivos conectados. La clave está en tener claro qué recoge, por qué lo recoge y qué puedes limitar. Con esa información encima de la mesa, la decisión deja de ser un acto de fe y pasa a ser una elección consciente entre privacidad y automatización.
Imágenes | Dall-E con edición
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La noticia
Hay gente preocupada por los datos que recoge SmartThings en la gestión del ecosistema Samsung. Lo cierto es que no hay drama alguno
fue publicada originalmente en
Xataka Móvil
por
Manuel Naranjo
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