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Japón acudió a Corea del Sur como medida desesperada por la falta de arroz. Ni siquiera así han solucionado una emergencia nacional

Japón acudió a Corea del Sur como medida desesperada por la falta de arroz. Ni siquiera así han solucionado una emergencia nacional

Para entender lo que está ocurriendo en Japón debemos retroceder en el tiempo. El verano de 2024 dejó una tormenta perfecta sobre la base de la dieta de la nación: el arroz. Una escasez sin precedentes de granos en sus propios campos comenzó a dejar sin stock a los comercios. Luego, el boom turístico ha duplicado el problema convirtiéndolo en una crisis histórica reflejada en un dato: se estaba pagando un 30% más caro. Ante el peligro a quedarse sin un pilar básico se tomó la decisión de “liberar” toneladas de sus reservas.

Lo que vino después nadie lo pudo anticipar.

Arroz foráneo. En abril, la nación optó por otra decisión sin precedentes en 25 años: importar arroz desde Corea del Sur, una medida impensable en una sociedad históricamente reacia al grano extranjero, pero que se vio forzada a flexibilizar sus costumbres ante el vertiginoso aumento del precio del grano nacional. Con precios que duplicaban su valor respecto al año anterior (alcanzando los 4.214 yuanes por 5 kg en abril) y con una respuesta gubernamental que no logra contener la escalada, los consumidores han comenzado a mirar más allá de sus fronteras.

No solo eso. La cadena Aeon también anunció que empezará a vender arroz estadounidense Calrose a partir del próximo mes, con un precio un 10% más bajo que el grano japonés, una decisión que podría marcar un punto de inflexión en los hábitos de consumo.

Frente a arroz nacional. La llegada de arroz surcoreano, vendido tanto online como en supermercados, aunque aún en volúmenes pequeños (apenas dos toneladas con otras veinte en camino), marcaba un punto de inflexión cultural y económico. La preferencia nacionalista por el arroz local, que había condenado al fracaso intentos anteriores como el del arroz tailandés en 1993, ha cedido ante la urgencia de precios más accesibles.

Contaba el Guardian casos de testimonios como el de la comensal Miki Nihei, que decía no notar diferencia alguna al comer arroz californiano, y revelaban un cambio en la percepción pública: la calidad del grano extranjero ya no era motivo suficiente para resistirse, cuando el bolsillo se resiente.

El arroz se vuelve político. Ahora, a pocas semanas de unas elecciones cruciales para la Cámara Alta, el gobierno del primer ministro japonés Shigeru Ishiba se encuentra al borde del colapso político ante el malestar creciente por el desorbitado aumento en el precio del arroz, el alimento central en la comida japonesa. Con una inflación que ha alcanzado al producto más simbólico del país, la ciudadanía ha expresado su frustración en encuestas como la de la agencia Kyodo, que sitúa la aprobación del gabinete de Ishiba en un mínimo del 27,4%, marcando una caída de más de cinco puntos en apenas un mes.

La presión se intensifica no solo desde la oposición, sino también desde el seno de su propio Partido Liberal Democrático (PLD), ya debilitado tras perder la mayoría en la Cámara Baja el pasado otoño. El debate sobre el impuesto al consumo del 10%, que el gobierno se niega a reducir pese a los reclamos populares, se perfila como el eje decisivo de la contienda electoral de julio, con casi tres cuartas partes de los votantes pidiendo su recorte total o parcial, especialmente en alimentos.

Un remedio tardío. Como decíamos al inicio, en un intento por contener la crisis, el gobierno decidió liberar arroz de las reservas estratégicas en marzo, una medida normalmente reservada para desastres naturales, que no logró frenar el alza de precios. La cotización del arroz en supermercados alcanzó prácticamente el doble de lo que costaba un año atrás. Aunque el precio bajó mínimamente tras la liberación de las primeras 300.000 toneladas, los resultados fueron decepcionantes.

Para reforzar su estrategia, el ejecutivo anunció el lanzamiento de otras 300.000 toneladas adicionales hasta julio, con la novedad de que parte de estas partidas sortearan a los mayoristas para llegar más rápido a los puntos de venta. Sin embargo, más del 87% de los encuestados cree que estas acciones son insuficientes, y la ciudadanía no confía en que las negociaciones comerciales con Estados Unidos centradas entre otros temas en las importaciones de arroz vayan a resolverse en favor de Japón.

De ahí a ese salto por la búsqueda de arroz “extranjero” en Corea del Sur.

Un incendio político. El tema se ha vuelto más violento en los últimos días. Ocurrió cuando el ministro japonés de Agricultura, Taku Eto, desató una tormenta política y social al declarar públicamente que "nunca ha tenido que comprar arroz" gracias a los obsequios que recibe de sus simpatizantes. La frase, pronunciada durante una fiesta de recaudación de fondos, fue difundida por la agencia Kyodo y rápidamente replicada por otros medios, generando una oleada de indignación en redes sociales donde miles de ciudadanos, enfrentados a precios récord del alimento básico japonés, exigieron su dimisión inmediata.

Eto, visiblemente presionado, se disculpó al día siguiente ante los periodistas, alegando que "había exagerado para agradar al público" y que su esposa, tras reprenderlo por teléfono, le recordó que ella sí compra arroz cuando se acaba en casa. Así todo, evitó responder si presentará su renuncia, dejando latente la tensión generada en plena cuenta regresiva hacia las elecciones clave de la Cámara Alta en julio.

Un mercado que no da abasto. En resumen, la búsqueda de arroz fuera de la nación no es (solo) un giro comercial que responda únicamente a la carestía del producto nacional, sino (también) a la sospecha de acaparamiento por parte de distribuidores, los cuellos de botella logísticos y una demanda disparada por el turismo en auge.

Ante este panorama, la imagen de Ishiba como gestor eficaz se tambalea, y su negativa a tocar el impuesto al consumo se interpreta como desconexión con las necesidades reales de la ciudadanía. La crisis del arroz no solo está forzando ajustes logísticos y comerciales, sino que también plantea interrogantes sobre la viabilidad de la autosuficiencia alimentaria en Japón, un país que durante décadas ha blindado su agricultura con subsidios, aranceles y un discurso de identidad nacional vinculada al consumo del arroz doméstico.

De repente, el arroz ya no solo alimenta: también marca la medida del descontento.

Imagen | ILO Asia-Pacific

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La noticia Japón acudió a Corea del Sur como medida desesperada por la falta de arroz. Ni siquiera así han solucionado una emergencia nacional fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .

Fuente

Xataka.com

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