John Ford se despidió con un drama sombrío y radical que pasó desapercibido. Puso a las mujeres en el centro y desmontó los mitos del western
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John Ford se despidió con un drama sombrío y radical que pasó desapercibido. Puso a las mujeres en el centro y desmontó los mitos del western

Todo lo bueno se acaba. Incluso la carrera de uno de los directores más importantes de la historia del cine como lo fue John Ford, un maestro del western al que también podríamos describir como un cronista visual de una nación en construcción (y autodestrucción). Sin embargo, al igual que le ocurrió a otros directores como Orson Welles, el ocaso de Ford también fue peculiar.
John Ford se despidió del cine con una película tan desconcertante como impactante. Fue en el año 1966, después de llevar varias décadas moldeando el imaginario de Estados Unidos y con el estreno de '7 Mujeres', su última película, una obra que, aunque no fue concebida como un adiós, sí que está a la altura de serlo.
El cineasta supo mantener en forma su visión incluso en sus últimos años y pese al deterioro físico y el distanciamiento progresivo de la industria, pero incluso en su fase de retirada, supo generar otra conversación importante.
La recta final de una leyenda

Durante los años 60, el cine de Ford siguió siendo muy introspectivo. En aquel momento, el país era sacudido por tensiones raciales, guerras ideológicas y cambios culturales muy intensos y profundos, y el director empezó a cuestionar a su manera muchos de los pilares sobre los que había construido su filmografía.
Por ejemplo, en el año 1960 Ford estrenó 'El sargento negro', donde presentaba a un protagonista afroamericano en un western militar atravesado por la tensión racial; y cuatro años después, en 'El gran combate', entonó una especie de disculpa hacia la representación de los pueblos indígenas que había hecho en sus películas anteriores. Era un Ford reflexivo, crepuscular, casi incómodo consigo mismo.
Y en medio de este viaje introspectivo llegó 'Siete mujeres' en el año 1966, una historia ambientada en 1935, en un remoto puesto misionero en la frontera entre China y Mongolia, donde un grupo de mujeres norteamericanas intenta educar y evangelizar en medio del caos político y militar. Y una película que parece ajena al universo de Ford, pero que en realidad es una culminación inesperada que le hace justicia a su carrera.
Mujeres al frente y un giro final

Lo que sorprende de una película como 'Siete mujeres' no es solo su ambientación o su tono sombrío, sino el hecho de que los personajes femeninos sean protagonistas. Ford es conocido por moldear arquetipos masculinos con actores como John Wayne o Henry Fonda, pero aquí les cedió el protagonismo a Anne Bancroft, que interpreta a la Dra. Cartwright, un personaje totalmente opuesto a los estándares de su cine.
Y, por si fuera poco, la vemos fumar, beber, usar pantalones y mostrándose escéptica ante la religión. Es la representación del espíritu feminista que comenzaba a agitar el Hollywood de los 60 y se retrata sin romanticismo y con mucha lucidez.
Estamos, por tanto, ante un filme muy desconcertante dentro de la filmografía de Ford, que se aleja de los viajes a caballo por Monument Valley y de los discursos sobre el deber y el honor. En esta ocasión se plantea un mundo gobernado por el miedo, el fanatismo y la violencia sexual.
Es una película que se resiste a ser épica y donde las mujeres, aunque son protagonistas, reproducen estructuras opresivas, cuestionando también las jerarquías religiosas y los códigos morales. Después de plantear el sueño americano en tantas películas, Ford se despidió con una pesadilla. Y con uno de los mejores finales que se recuerdan.
Amarga despedida

Aunque Ford dirigió otras películas mucho mejores antes, nunca fue tan radical como en esta última. 'Siete mujeres' es una anomalía y una síntesis de su cine, porque retoma temas como la comunidad en crisis, el sacrificio personal y la confrontación con lo desconocido, pero los expone sin caer en ilusiones.
Mientras su salud se apagaba y el Nuevo Hollywood tomaba protagonismo, Ford ofreció un cierre coherente. Si sus héroes anteriores esquivaban balas y se enfrentaban a tormentas, aquí la amenaza es más íntima y cruel, porque estamos hablando del miedo constante a ser mujer en un mundo que las relegaba a los márgenes.
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Belén Prieto
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