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El Ciudadano
Por Catalina Lufín Pacheco

Hace unos días vimos a José Antonio Kast escondido tras un vidrio antibalas para hablarle a sus adeptos. Más tarde, en el debate Anatel, nuevamente lo vimos esconderse, pero esta vez detrás de evasivas y elocuentes críticas al Gobierno en cada ocasión que fue consultado por su posición en materias de derechos humanos y salud de las mujeres. Hoy, después de su paso a segunda vuelta, el candidato ha rechazado las invitaciones a debatir en medios de comunicación contra Jeannette Jara.
Lejos de ser un problema de agenda, pareciera tratarse de una decisión consciente y, fundamentalmente, política. El sepulturero de Kast hace cuatro años fue él mismo, cuando se vio obligado a mostrar sus verdaderos colores frente al país y, consciente de su error, esta vez ha optado por una línea distinta: esconderse. Esconder su agenda conservadora y regresiva, esconder su pasado como opositor al divorcio y a la píldora del día después, esconder los vínculos de sus asesores con los casos de colusión más escandalosos de nuestra historia, esconder su flojera e irrelevancia como parlamentario, esconder su negacionismo recalcitrante y su desprecio por los derechos humanos.
Mientras monta una performance estoica y patriótica, el candidato ultraderechista evita hablar de aquello que lo asusta: los principios y valores que lo alejan de las grandes mayorías. Paradójicamente, el vidrio blindado solo lo protege de su propia fragilidad, empañando la imagen de un inseguro líder que no sabe interpretar el futuro sino con recetas del pasado. A través de esa narrativa del terror, Kast pretende maquillar su fanatismo y delega a los bots y trolls -otros ocultos, sin rostro- una vocería para esparcir el odio en impunidad.
Con habilidad, pero sin valentía, el Partido Republicano ha elegido las sombras y el silencio en vez de enfrentar a la opinión pública en el camino a la segunda vuelta. Más allá de si su estrategia logra convencer a alguien, ¿es válido que quien pretende convertirse en presidente de Chile esconda su rostro y sus verdaderas intenciones de los chilenos? Sin duda, quien no tiene el coraje para defender aquello en lo que cree ni la sapiencia para responder una pregunta en televisión, por cierto que no podrá responder tampoco a las preocupaciones del país.
Por Catalina Lufín Pacheco
Presidenta de las Juventudes Comunistas de Chile.
Fuente fotografía
Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.
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