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'Kintsugi' o sanar con oro las heridas invisibles de la infancia en los barrios de Almería

Miguel Martín Alonso

Almería, 6 dic (EFE).- En Japón, cuando una pieza de cerámica se rompe, no se desecha. Se repara uniendo sus fragmentos con un barniz espolvoreado de oro. Lejos de ocultar las fracturas, se resaltan, otorgando al objeto una nueva belleza y fortaleza. Esa es la filosofía de ‘Kintsugi’, un programa pionero que busca recomponer las vidas de medio centenar de menores en situación de vulnerabilidad extrema.

La iniciativa, impulsada por la asociación AFIM21 de Almería y financiada por Educo y la Unión Europea bajo la convocatoria 'Futuro Libre de Violencia', cuenta con un presupuesto de 55.602 euros para convertir un local de la capital almeriense en un refugio. Allí, las cicatrices del maltrato, el acoso escolar o la exclusión social no se esconden, sino que se trabajan durante 13 meses para que formen parte del valor de la persona.

"Gracias a este proyecto atendemos a 50 niños, niñas y adolescentes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, ya sea porque han sufrido violencia, viven en la pobreza o tienen algún tipo de discapacidad", explica a EFE la educadora social Sara de Campos.

A través de talleres de juegos y estimulación neurocognitiva, actividades culturales y salidas, el programa ofrece una red de seguridad integral y gratuita, cubriendo un vacío al que muchas familias de barrios como La Chanca-Pescadería, Los Almendros, Piedras Redondas o Araceli no pueden llegar por falta de recursos.

Pero ‘Kintsugi’ no es solo juego: se utilizan herramientas psicométricas avanzadas (como WISC-V, SENA o ADI-R) para diagnósticos precisos. Los beneficiarios llegan derivados principalmente de los Servicios Sociales Comunitarios y de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil, abarcando edades de 6 a 17 años.

El perfil de los usuarios es de una "multivulnerabilidad" compleja: menores que han sufrido o ejercido violencia, que viven en contextos de pobreza severa, o presentan necesidades especiales como TEA, TDAH o trastornos de conducta. También incluye a menores LGTBI, migrantes y víctimas de 'bullying' o ciberacoso.

"Aquí pueden reunirse, sentirse parte de un grupo y encontrar un ocio sano", resume Irene Villanueva Guzmán, monitora y responsable de gestión de programas. "Muchos de ellos llegan muy aislados y poco a poco empiezan a generar vínculos, a integrarse, a sentirse bien en compañía".

El objetivo es ambicioso: lograr una mejora del bienestar emocional en el 80 % de los participantes y un 85 % de mejora en habilidades sociales. Algunas familias, añade Villanueva, "nos dicen que sus hijos vuelven a casa entusiasmados, que están más tranquilos, más alegres. Las opiniones son de agradecimiento".

La metáfora del ‘Kintsugi’ se materializa literalmente en el taller de cerámica 'Taula Taller', dirigido por la ceramista Mirella Vilanova. Allí, los menores trabajan conceptos como la identidad y la fortaleza modelando arcilla. "Un objeto roto y reparado con oro tiene mucho más valor; igual que un niño que ha sufrido una herida emocional, una vez que la repara, tiene un valor incalculable", reflexiona la presidenta de la entidad y psicóloga, Nuria Guzmán Sanjaume.

"AFIM21 nació hace doce años porque muchas familias no podían pagar un servicio privado de atención psicológica", explica su presidenta. "Empecé con un pequeño taller de juegos de mesa para que los niños vulnerables tuvieran un espacio de desahogo, y pronto vimos cómo mejoraban en atención, conducta y funciones ejecutivas".

Aquel taller se convirtió en una entidad que hoy cuenta con una veintena de profesionales y cuyo modelo de Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ) ya se ha exportado y replicado en países como Chile, Argentina y Brasil. "No somos un centro de psicología al uso. Trabajamos con un equipo multidisciplinar: psicólogos, educadores, animadores y trabajadores sociales. La persona no mejora solo en consulta, necesita pertenecer a un grupo", afirma Guzmán.

El contexto de los usuarios de ‘Kintsugi’ no es sencillo. Guzmán alerta sobre una realidad que a veces permanece oculta bajo las estadísticas: España encabeza las listas de pobreza infantil en Europa y el acceso a contenidos adultos o violentos a través de las pantallas se produce a edades cada vez más tempranas, generando graves problemas de adicción y desconexión social.

"No podemos cambiar su contexto, que a veces es muy duro e indignante, pero sí podemos hacer que tengan un mundo imaginario positivo, una construcción en su mente donde haya bienestar", concluye. EFE

mma/bfv/sgb

(foto) (vídeo)

Diciembre 6, 2025 • 3 horas atrás por: Infobae.com 2 visitas

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