El Ciudadano
El triunfo electoral de José Antonio Kast es inapelable: 7.254.850 votos que representan un 58,16% de los votos válidamente emitidos lo transforman en el candidato más votado de la historia de Chile siendo porcentualmente superado sólo por los resultados de Michelle Bachelet en contra de Evelyn Matthei en 2013, donde se impuso con un 62% de los votos. Es la primera vez que una candidatura de ultraderecha gana las elecciones presidenciales en nuestro país.
Kast y el Partido Republicano representan una continuación del proyecto original de la dictadura: políticas neoliberales en lo económico y social, un orden público de la mano de las fuerzas policiales y militares y un conservadurismo religioso de la mano de los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica y de las Iglesias Evangélicas. A nivel internacional, representan a una ultraderecha sin tapujos, como lo es Donald Trump en Estados Unidos, Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador y como lo fue Jair Bolsonaro en Brasil.
¿Cómo llega a ganar Kast las elecciones presidenciales? ¿Quiénes son responsables de este ascenso de la ultraderecha y de la derrota de la candidatura de izquierda? ¿Qué se puede esperar de un gobierno de Kast?
La consolidación de la ultraderecha como reacción a la Revuelta Popular
La ultraderecha es la otra cara de la moneda de la Revuelta Popular de octubre de 2019. Las fuerzas sociales y populares protagonistas de la Revuelta Popular no pudieron transformarse en fuerza constituyente, perdiendo con la firma del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución – en el cual quedaron fuera todas las demandas económicas y sociales – y luego con el rechazo del proyecto de Nueva Constitución.
Este Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución (noviembre de 2019) como el acuerdo en el Congreso Nacional que habilitó el segundo proceso constituyente (diciembre de 2022) una vez derrotado el primero, no fueron suscritos por el Partido Republicano. Este se mantuvo al margen, declarándose oposición a Sebastián Piñera después de suscrito el primer Acuerdo y señalando que no estaba de acuerdo con habilitar un segundo proceso constitucional. Sin embargo, en este último proceso – una vez que fue habilitado por el Congreso – participaron de las elecciones de los consejeros constitucionales obteniendo 21 de los 50 consejeros constitucionales.
A pesar del fracaso en el segundo proceso constitucional, el cual lideraron y el que fue rechazado por un 55% del padrón electoral, lograron ganarle la hegemonía a la derecha tradicional. Incluso, tuvieron un quiebre por la derecha, representada por Johannes Kaiser, quien fundó el Partido Nacional Libertario. En las elecciones regionales (octubre de 2024) no tuvieron grandes triunfos en las elecciones unipersonales (Alcaldes y Gobernadores), pero crecieron sustantivamente como partido en los resultados de consejeros regionales y concejales.
Después de este proceso tuvieron su peor momento. Johannes Kaiser comenzó a levantarse como un candidato competitivo e incontrolable, mientras que Evelyn Matthei aparecía consolidada en el primer lugar de las preferencias presidenciales. Sin embargo, después de las elecciones municipales comenzaron a desplegar su campaña digital de trolls y bots para destruir a sus adversarios. Primero fue Johannes Kaiser y luego Evelyn Mathhei, a quien incluso le inventaron que tenía Alzheimer. A pesar de que esta red fue descubierta, logró su objetivo.
En su programa, a diferencia de la candidatura presidencial del 2021, solo enunciaron tres temas principales, ejes que constituirían el gobierno de emergencia nacional: migración, seguridad y economía.
En esta campaña lograron conectar con la xenofobia creciente en Chile, sobre todo a las poblaciones migrantes racializadas como son los venezolanos, colombianos y haitianos, amenazando a más de 300 mil personas en situación migratoria irregular de tener que abandonar el país con lo puesto antes de que llegue al gobierno. Asimismo, han planteado el “cierre de fronteras”, aunque sólo se refieren a pasos no habilitados y no a los pasos legales por los cuales hace ingreso la mayoría de la población migrante.
En segundo lugar, se hicieron eco de la sensación de inseguridad que vive en el país, que a pesar de los índices comparados, se siente el sexto lugar más inseguro del mundo. Esta sensación que han contribuido a crear con el apoyo indispensable del poder mediático ha sido traducido en medidas de fortalecimiento de las policías y discursos grandilocuentes sobre cómo enfrentará la delincuencia. Paradójico resulta que Kast haya ganado en casi todos los establecimientos penitenciarios del país.
Finalmente, en materia económica han señalado que el país se cae a pedazos y que van a dinamizar la economía con políticas clásicas neoliberales: reducción del gasto fiscal en $6.000 millones de dólares, reducción de impuestos a las grandes empresas y eliminación de contribuciones a la primera vivienda (impuesto territorial). Todo esto según Kast, automáticamente, traerá mayores tasas de crecimiento, aumento de la inversión, mayor recaudación fiscal, disminución de la deuda pública y de las tasas de desempleo, a pesar de que en la experiencia comparada esto no ocurra mecánicamente.
La expulsión de migrantes, la recuperación del orden público y las políticas de crecimiento económico han reemplazado las demandas por eliminar las desigualdades sociales, garantizar derechos sociales como a la educación, salud, vivienda y seguridad social y proteger los territorios de la depredación ambiental.
Gabriel Boric: ganó con votos de la izquierda, pero terminó gobernando con la agenda de la derecha
En el balotaje de las elecciones presidenciales del 2021, con voto voluntario, Gabriel Boric se impuso a Kast con un 55% de los votos válidamente emitidos. Este triunfo responde a la amenaza que representaba una candidatura pinochetista con un programa sumamente conservador y, además, Gabriel Boric representaba a una generación que no había gobernado al país y que podía significar la oportunidad de realizar grandes transformaciones sociales, considerando también que en paralelo se desarrollaba el primer proceso constituyente.
A pesar de la contundente victoria, el gobierno de Boric decidió no impulsar ninguna reforma hasta que se tuvieran los resultados del plebiscito del primer proceso constituyente, el cual se realizó el 4 de septiembre de 2022. Es decir, desde el 11 de marzo hasta esa fecha no hubo impulso político del gobierno. Por el contrario, no fortalecieron el presupuesto del órgano constituyente y le pusieron la lápida a los retiros de los fondos de pensiones, medidas sumamente populares que la propia izquierda había impulsado durante la pandemia para aliviar la carga económica de las familias del país. Asimismo, luego de una visita frustrada a Temucuicui por la Ministra del Interior el primer día de gobierno, decidieron militarizar las Regiones del Biobío y de La Araucanía tal como lo había hecho Sebastián Piñera durante más de un año.
Posterior a la derrota del plebiscito de salida en septiembre de 2022 vendría la capitulación del gobierno. Sin ni siquiera dar la batalla, sucumbieron a una agenda que no les era propia. El autodenominado primer gobierno ecologista de la historia aprobó el CPTPP o TPP 11, tratado de libre comercio cuya ratificación en el Congreso estaba dormida después de la Revuelta Popular de 2019. Y también impulsaron una ley de permisos sectoriales que flexibilizaba la legislación ambiental.
El ex presidente Sebastián Piñera, luego de haber sido apuntado por el dedo por Gabriel Boric y amenazado de responder ante tribunales de justicia internacionales por las violaciones a los derechos humanos, terminó siendo calificado como un estadista y un hombre democrático.
En materia de seguridad fue peor. Toda la agenda de seguridad de Piñera, frenada por la oposición, esta vez fue defendida como propia incluyendo normativa que garantizaba impunidad para efectivos policiales que dispararan en contra de civiles; modificaciones para hacer más efectiva la Ley Antiterrorista; y normas propias del populismo penal que son bien inútiles para enfrentar el crimen organizado.
En cuanto a su política exterior, junto a Milei fueron de los pocos presidentes que se alinearon con Vladimir Zelensky, Presidente de Ucrania, y condenó con igual vehemencia que la derecha a los gobiernos de Venezuela y de Nicaragua. Esta fue una política cínica, pues al mismo tiempo que denunciaba la prisión política en Venezuela y Nicaragua, se querellaba en contra de Héctor Llaitul, principal líder del movimiento autonomista mapuche, quien terminó siendo condenado a más de 20 años por aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado.
Asimismo, en materia de salud realizó un salvataje a las ISAPRES, instituciones de salud previsional que se encontraban quebradas, en lugar de avanzar hacia un Fondo Único de Salud. Y en pensiones, solo con el objeto de sacar un acuerdo, terminó fortaleciendo el sistema de capitalización individual y a las AFP, al aumentar la cantidad de recursos que son administrados por estas instituciones.
En definitiva, todas las esperanzas de cambio que se tenían en Gabriel Boric rápidamente se esfumaron, transformándose en políticas más regresivas que incluso el gobierno de Sebastián Piñera no había podido implementar en su último gobierno.
La continuidad e identificación de la candidatura de Jeannette Jara con el gobierno de Gabriel Boric se transformó en el principal factor estructural que provocó la derrota en la segunda vuelta presidencial. A pesar de su ampliación por el centro (Democracia Cristiana) y por la izquierda no oficialista, no fue suficiente para alcanzar una mayoría electoral, perdiendo en todas las regiones del país, incluyendo la Región Metropolitana.
¿Qué esperar de un gobierno de José Antonio Kast?
Kast, a diferencia de otros líderes, no ha moderado en nada su programa. Sólo ha cuidado las formas y evitó durante toda la campaña pronunciarse sobre los temas más polémicos, como los indultos a criminales de delitos de lesa humanidad y aquellos temas de la “agenda valórica” como el aborto en tres causales y la eutanasia.
Sobre las principales medidas, algunas de ellas ya están anunciadas. En materia económica, sus primeras medidas son la reducción de impuestos a las grandes empresas y la eliminación del impuesto territorial (contribuciones) a la primera vivienda, medidas que solo benefician a los más ricos del país. Asimismo, anunció un nuevo Estatuto de Funcionarios Públicos, para precarizar la situación laboral de los trabajadores y las trabajadoras del Estado.
Una de sus principales propuestas es la reducción del déficit fiscal en $6.000 millones de dólares en 18 meses, lo cual solo puede realizarse reduciendo el financiamiento a políticas sociales. Durante toda la campaña no fue capaz de transparentar que políticas sociales serían afectadas con los recortes. Solo uno de sus voceros, Rodolfo Cárter, señaló que esa información no la transparentaban porque “al otro día tendrían incendiado el país”.
De todas formas, las cifras macroeconómicas que deja Boric son buenas. La inversión extranjera ha aumentado, la inflación se encuentra controlada y el crecimiento, aún cuando es bajo, ha sido estable. Esto significa que sólo un cambio de discurso mediático la sensación sobre el rumbo de la economía puede cambiar rápidamente, atribuyéndose logros que no son tal. A pesar de esto, Kast anunció un “shock económico” para los primeros meses, sin especificar de qué se trata.
En materia de migración, las declaraciones han sido más erráticas. La promesa de echar a los 330.000 migrantes en situación irregular a través de aviones financiados por los propios migrantes fue cambiando y sólo en su discurso al asumir el triunfo declaró que no sería algo fácil. Es esperable, que al igual que Trump, tenga una política performativa de criminalización del migrante y de generación de miedo en esta población.
Finalmente, en materia de seguridad, lo más probable es que extienda el uso de las Fuerzas Armadas a todo el país para dar una “sensación de seguridad”. Esto implicaría extender lo que Boric hizo con el pueblo mapuche a todo el país. Una militarización de todo el país con la excusa de enfrentar la “crisis de seguridad” podría constituir la mayor amenaza para las organizaciones sociales y para todo el que ose luchar contra las medidas reaccionarias y neoliberales que aplique el gobierno de Kast.
Tal como se ha realizado en otros momentos históricos y en otros procesos a nivel mundial, el pueblo de Chile tendrá que prepararse para resistir estos años de gobierno de la ultraderecha y evitar que avancen por todos nuestros derechos.
Por Javier Pineda Olcay, Director de El Ciudadano
La entrada La barbarie pinochetista volverá a gobernar Chile luego de una capitulación del Gobierno de Gabriel Boric a su programa presidencial se publicó primero en El Ciudadano.
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