Dábamos por hecho que nuestra galaxia y Andrómeda colisionarían tarde o temprano. El Hubble ha visto algo distinto
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Dábamos por hecho que nuestra galaxia y Andrómeda colisionarían tarde o temprano. El Hubble ha visto algo distinto

Sabemos que los extremos gaseosos de nuestra galaxia y nuestra galaxia vecina se están rozando, pero no hay de qué preocuparse. Aunque los astrónomos daban por segura una fusión de la Vía Láctea con Andrómeda, ahora lo ponen en duda.
En corto. Un equipo de astrofísicos acaba de publicar el mayor retrato de Andrómeda, nuestra galaxia vecina, gracias a las observaciones del Hubble. La imagen cubre 600 campos de visión del telescopio espacial y muestra todo el disco de Andrómeda, que cuenta ahora con más de 200 millones de estrellas censadas (dos órdenes de magnitud más que las conocidas hasta ahora).
Aunque las burbujas de gases de Andrómeda ya estén rozando la Vía Láctea, los nuevos datos rebajan al 50% la probabilidad de que las galaxias colisionen.
Colisión gaseosa. En 2020, el programa AMIGA mapeó 43 cuásares de fondo, confirmando que el halo de plasma de Andrómeda, una burbuja de gas caliente que mide dos millones de años luz, se solapa con el halo de gas de la Vía Láctea.
En cierto modo, los cuerpos gaseosos de ambas galaxias ya se están rozando, aunque de forma tan tenue que ni las estrellas ni los planetas lo notan, por lo que no hará falta rellenar un parte amistoso de accidente.
Tal vez nunca ocurra. La nueva imagen de 2,5 gigapíxeles de Andrómeda, resultado de las campañas de observación PHAT y PHAST del Hubble, no solo es una proeza más del telescopio espacial. Ha servido para poner en duda la teoría de que Andrómeda y la Vía Láctea acabarán fusionándose.
La narrativa clásica decía que ambas galaxias espirales se fundirían en unos 4.500 millones de años, formando una elíptica gigante. El nuevo modelo, publicado en Nature Astronomy, reduce la probabilidad de fusión al 50% después de 100.000 simulaciones.
Cómo lo saben. Los astrónomos de la Universidad de Washington integraron los nuevos datos del Hubble y el telescopio espacial Gaia de la Agencia Espacial Europea en sus simulaciones. Además de Andrómeda y la Vía Láctea, incluyeron la masa actualizada de la Gran Nube de Magallanes y M33.
La clave está en estas dos galaxias satélites. M33 tira de Andrómeda y aumenta la probabilidad de choque. Pero la Gran Nube de Magallanes, con una órbita casi perpendicular, empuja la Vía Láctea fuera del plano y reduce la tasa de encuentro. En el escenario más extremo, el golpe frontal sigue siendo posible; en el más suave, ambas galaxias se limitarán a orbitarse durante eones.
En qué quedamos. El contacto de los halos de plasma de Andrómeda y la Vía Láctea sugiere que el intercambio de gas entre ambas galaxias ya ha comenzado, pero eso no garantiza una fusión galáctica: los discos aún están a 2,5 millones de años luz.
Para que la fusión termine ocurriendo, la fricción de los halos tendría que frenar las galaxias hasta que la separación sea de 300.000 años luz. La mitad de las trayectorias simuladas por el nuevo estudio lo descartan.
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Matías S. Zavia
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