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La "fiebre del oro verde" se está comiendo la costa de Málaga y Granada: pozos, sequía y la cara oculta del aguacate

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El aguacate es sin duda un alimento muy rico y también muy demandado por sus buenas macros, lo que ha llevado a un aumento en su producción. Esta proliferación en su cultivo parece que puede traer buenas noticias para nuestra tierra (sobre todo porque se vende bien), pero en la Costa del Sol y la Costa Tropical de Málaga y Granada ya se ven los grandes impactos ambientales que está generando como la roturación de las laderas y un gran consumo hídrico que agrava la sequía ya propia del sur de España. 

Un gran consumo. Para ponerle cifras, más de 20.000 hectáreas se dedican ahora mismo al aguacate en estas provincias, con unas 5.000 hectáreas convertidas de secano a regadío, con una dudosa legalidad detrás, lo que también ha provocado que aparezcan hasta 250 pozos ilegales en 2023

Esta expansión, que representa el 30% de la superficie andaluza de aguacate (unas 9.400 hectáreas en total), ha sustituido cultivos tradicionales por tropicales hipertensivos pese a la crisis climática. Todo para optar por un cultivo que sin duda puede dar un gran rendimiento económico. 

El ecologismo. Una reciente denuncia hecha a través de X de Santiago Martín Barajas, un referente del ecologismo en España, ha vuelto a poner el foco sobre la herida abierta en la geografía andaluza. Junto a esta denuncia, donde apunta a los graves problemas medioambientales que se están viviendo, se muestran diferentes imágenes que sin duda hablan por sí solas para entender cómo está afectando este cultivo a la geografía. 

Captura De Pantalla 2025 12 01 A Las 22 28 11 Publicación en X de Santiago M. Barajas | Vía X

Lo que estamos viendo no es solo agricultura; es una transformación industrial del paisaje que está llevando al límite los recursos hídricos y geológicos de Málaga y Granada. Así es cómo el aguacate y el mango han pasado de ser el "oro verde" a convertirse en una bomba de relojería ambiental.

Ingeniería de destrucción. De manera tradicional, la agricultura en estas zonas se adaptaba a la orografía natural del terreno. Pero ahora, el modelo que se ha impuesto impulsado por la altísima rentabilidad del fruto tropical, hace lo contrario: adaptar la orografía al cultivo a la fuerza. 

Según denuncian Ecologistas en Acción y confirman diversos estudios edáficos, la implantación de estos cultivos requiere maquinaria pesada para roturar laderas. El proceso elimina la cubierta vegetal original para crear bancales artificiales. ¿El resultado? Una degradación severa del suelo en sus horizontes superficiales.

Un problema con las tormentas. Con esta degradación lo que se provoca es la eliminación de la vegetación natural, lo que produce un "sellado" del suelo y por consiguiente la aparición de grietas que anulan sus funciones biológicas. El problema llega cuando aparecen las lluvias torrenciales (cada vez más frecuentes en el Mediterráneo), lo que provoca que el agua no filtre y corra arrastrando los nutrientes y provocando una erosión masiva. 

Esto es algo que se traduce en el uso de más fertilizantes por parte de los agricultores, que acaban contaminando el subsuelo. En definitiva, estamos ante un círculo vicioso de degradación química y física. 

Una sed infinita. El aguacate es un fruto que encaja perfectamente en la selva tropical, pero que ha sido trasplantado ahora en una zona con un clima mediterráneo semiárido. Un lugar ideal para los cultivos tradicionales de secano como el olivo o el almendro que pueden sobrevivir con lo que cae del cielo. Pero el aguacate o el mango en un modelo hipertensivo demandan unos 7.500 metros cúbicos de agua por hectárea al año. 

Estas exigencias sumadas con la gran cantidad de plantaciones que existen, como hemos comentado anteriormente, lleva a una gran tensión hídrica que hemos visto reflejada en el embalse de La Viñuela que ha llegado a tener solo el 7% de su capacidad en 2023, y que ha llegado a La Axarquía malagueña a una situación crítica

Y este déficit no se soluciona con lluvia, sino con perforadoras que abren pozos en la zona. De esta manera, la consecuencia directa es clara: sobreexplotación de los acuíferos y su salinización por intrusión marina. 

Un problema escalado. Esta burbuja del aguacate no para de aumentar en nuestro país. Ante el colapso que se ha vivido en Málaga, el modelo se ha replicado en Cádiz, Hueva o Murcia, que al final son regiones que ya sufren su propio estrés hídrico por no recibir muchas precipitaciones a lo largo del año. 

Pero no solo ha ido emigrando de provincias, sino que también ha escalado hasta el ámbito judicial, donde la fiscalía apunta ya se investiga un posible delito ambiental con daños al dominio público hídrico valorados en 10 millones de euros y la sustracción ilegal de hasta 26 hectómetros cúbicos de agua. Y es que en muchas de estas regiones los ciudadanos han tenido que sufrir cortes en el suministro por esta escasez, mientas que este modelo de agricultura seguía demandando 

Una solución. Lo que se plantea en este caso es la desescalada ordenada de estos cultivos. Para ello, se apunta a la paralización de las nuevas conversaciones a regadío y la clausura de los pozos ilegales. El problema es que se enfrenta a una pata muy importante de la economía de alguna de estas provincias, en contra del cambio de los paisajes de la región. 

En Xataka | Andalucía se ha convertido en tierra hostil para el aguacate. Así que una región inesperada le está tomando el relevo: Galicia


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La noticia La "fiebre del oro verde" se está comiendo la costa de Málaga y Granada: pozos, sequía y la cara oculta del aguacate fue publicada originalmente en Xataka por José A. Lizana .

Diciembre 6, 2025 • 2 horas atrás por: Xataka.com 20 visitas

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