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La gastronomía también es patrimonio: 5 lugares bien chilenos para comer y brindar en Santiago

La gastronomía también es patrimonio: 5 lugares bien chilenos para comer y brindar en Santiago

La Piojera

El folclor no falta en La Piojera.

Aunque hubo rumores de que cerraba, a la Piojera, igual que hace más de 100 años, la sigues encontrando en la calle Aillavilú, a la salida del Metro Cal y Canto (Línea 2 y 3). Luego del cierre de El Hoyo, en Estación Central, se convirtió en la catedral indiscutida del terremoto, además de uno de los restaurantes más antiguos de Santiago.

“El que no vino a La Piojera no vino a Chile”, dice uno de los varios carteles que decora sus rústicas paredes. Fue don Carlos Benedetti Pini quien, en 1916, adquirió esta cantina que hoy administra la tercera generación de su familia. Historias guarda muchas, partiendo por el nombre: cuentan que en 1922 llevaron al entonces Presidente de la República, Arturo Alessandri Palma, quien llegó acompañado por ministros y funcionarios de la época. Al verla, exclamó: “¿Y a esta piojera me han traído?”.

Lo que sí es un hecho es que aquí, durante los años ochenta, se popularizó el terremoto, y sigue siendo uno de los mejores de la capital. Se sirve todo el año y se hace con vino pipeño, traído directamente desde Portezuelo, Región del Ñuble, y almacenado en un estanque que luego pasa por un enfriador.

El vaso de terremoto ($4.000) es de medio litro y llega heladito y en dos variedades: uno clásico, con fernet, u otro más suave y dulce, con granadina, ambos con su buena porción de helado de piña. También hay réplica ($2.000), y maremoto ($4.000), que lleva menta en vez granadina.

Variedad de terremotos en La Piojera.

Pero La Piojera no es solo copete. Su cocina también es gloriosa, con opciones para picar como la pichanga ($12.000), hecha con el arrollado de la casa; o la chorrillana ($12.000), las dos para compartir entre dos o tres personas. Además hay platos de temporada como la cazuela ($8.500) y clásicos como el medio arrollado ($14.000), hecho en el lugar y servido a lo pobre. Para estómagos más estrechos, conviene irse por el cuarto de arrollado ($8.500), que llega con papas cocidas.

Dirección: Aillavillú 1030, Santiago

Horarios: lunes a jueves de 12 PM a 8.30 PM Viernes y sábado de 12 PM a 9.30 PM

Dulcería Violeta

Los impecables dulces chilenos de Violeta.

Reacias a la prensa, en Dulcería Violeta no les gusta dar declaraciones y menos compartir recetas. A pesar de eso, su éxito es incontestable.

Con más de 60 años, la historia de Violeta comenzó en la pequeña calle León, entre Tobalaba y Alcántara, pero hace unos años se instalaron en su actual locación, en Av. Las Condes.

El negocio partió a cargo de Violeta Bascuñán, quien se basó en las recetas de su abuela para crear un estupendo catálogo de tortas y dulces chilenos artesanales y tradicionales. Actualmente, la dulcería está a cargo de Francisca Bascuñán, sobrina de la fundadora.

Reconocidas por su manjar y el ancestral huevo mol, un batido de yemas con almíbar, de consistencia fina y también cremosa, que en Chile se remonta a los tiempos de la Colonia. En ese entonces, las monjas de los conventos lo preparaban para aprovechar la yema que se descartaba al hacer merengue.

Acá puedes probarlo en dulces chilenos individuales ($2.500 cada uno) como la hojarasca, que combina huevo mol con manjar. O las tacitas de hojarasca cubiertas en merengue, con huevo mol y manjar. Además de empolvados, chilenitos, príncipes y alfajores.

Este es alfajor.

Otra opción imbatible, ideal para compartir, es la torta de milhojas (desde $ 31.700, para 15 a 20 personas), rellena de manjar y huevo mol.

También la puedes pedir cubierta de merengue, o rellena de mermelada de damasco o frambuesa.

Dirección: Av. Las Condes 7327, Las Condes

Horarios: lunes a sábado de 10 AM a 6.45 PM.

Grandioso Caballo de Palo

Hace ya más de un siglo que la señora María Susana Araya abrió este local en la calle Cartagena, en plena comuna de Cerrillos. Desde entonces, el Grandioso Caballo de Palo es un reducto que cultiva el folclor y la cocina chilena, del cual insignes personajes criollos, como Margot Loyola, fueron fieles clientes.

La tradición se mantiene, sin cambiar el lugar ni la esencia: una picada cuyos platos, hoy a cargo de Juan González Araya, nieto de María Susana, se siguen haciendo en familia.

Es tanto el apego por las viejas costumbres que aquí no usan carta, pero sí las mesas compartidas, con coloridos manteles de hule, donde conocerás a los parroquianos de siempre. En ellas podrás probar cerca de doce platos de comida típica chilena, que van cambiando a diario y que rondan los $10.000.

Puede tocarte cazuela de chancho con chuchoca, o unas humeantes lentejas con longaniza de Chillán.

Cualquier plato lo puedes acompañar con un “lorito”, una jarra de 750 mililitros de chicha dulce ($3.500), que se hace en Pupuya, Región de O’Higgins.

La chicha del Caballo de Palo.

Si van un sábado bueno sería pedir empanadas, aunque debes encargarlas antes. Para prepararlas, don Juan se levanta a amasar a las 4 de la mañana. Luego las rellena de un pino de carne picada, que dejó reposando la noche anterior, tal como lo hacía su abuela. El resultado es una masa que se deshace en la boca y un relleno caldúo. La gloria.

Dirección: Cartagena 4148, Cerrillos

Horarios: lunes a domingo 1 PM a 7.30 PM

Amasandería Rosalía

Hablando de empanadas, ¿dónde se puede encontrar una que no falle? Para irse a la segura, existen catas como la del Círculo de Cronistas Gastronómico, que eligen a la mejor de cada año. Sin embargo, hay lugares que por sabor y tradición no necesitan de premios, pues el público las homenajea todas las semanas.

Es el caso de Amasandería Rosalía, una empresa familiar que comenzó en la década de 1970. Rosalía Vega, de actuales 85 años, fue la precursora, y hoy la posta la siguen sus hijas, Cristina y Yannet, que llevan el negocio junto a su familia en la misma casa de la calle Pastor Fernández, en la comuna de Lo Barnechea.

Aunque han sido premiadas por distintos certámenes y en diferentes ocasiones, en Rosalía no buscan ese tipo de reconocimientos. En todos estos años no han cambiado la receta —una masa que se sobajea a mano, a punta de intuición, para dar con el punto exacto de flexibilidad requerida— y ese es el secreto de su vigencia.

El resultado es una empanada de cocción perfecta, rellena de un pino que se prepara de un día para otro, de posta negra magra y cebolla picada también a mano, con aceitunas de Azapa, huevo duro y pasas rubias. Todo un ritual que puedes probar desde los $2.800.

Pero no solo hay empanadas de pino: también hay de queso, de queso camarón e incluso una de berenjena ahumada, para quienes anden más innovadores.

Dirección: Pastor Fernández 15521, Lo Barnechea.

Horarios: martes a domingo de 9 AM a 4 PM

Bar Don Rodrigo

La íntima barra de Don Rodrigo.

El Bar Don Rodrigo está desde 1988 en el mismo lugar: la calle Victoria Subercaseaux, justo al frente del cerro Santa Lucía, en el primer piso del Hotel Foresta.

Fue abierto por el autor de la revista Barrabases, Guido Vallejos, y se llama así por un personaje de Pepo, el creador de Condorito. Datos que explican la decoración del bar, llena de dibujos, viñetas e ilustraciones.

Por su ubicación, historia y ambiente, bien clásico y bohemio, se trata de un lugar de público variopinto, al que llegan jóvenes, adultos y turistas, todos bien acogidos en sus muros tapizados a la inglesa, el pianista en vivo, que le da un aire único y vintage, y el letrero de neón rojo que da el recibimiento en la entrada.

Su acogedora barra es atendida por Don Santiago, barman de lugares emblemáticos como el Bar City o el Chez Henry, el icónico restaurante de 1925 que estuvo ubicado en el Portal Fernández Concha, en la Plaza de Armas.

Oficio tiene Don Santiago, un patrimonio cultural en sí mismo, no solo por su fama de buen sicólogo, pues su barra invita a conversarle —aunque lo que se habla en Don Rodrigo se queda en Don Rodrigo— sino porque es una enciclopedia de cocteles clásicos, que recita de memoria mientras bate sin dar tregua.

Su repertorio incluye emblemas como el clavo oxidado ($7.200), que prepara con drambuie, whisky, clavo de olor y un marrasquino, o el muy de moda negroni ($5.900), con campari, vermú, gin y una rodaja de naranja. Por supuesto no falta el pisco sour ($4.000) ni los Combinados ($4.600), como su estupenda piscola en vaso de medio litro.

Todo eso es posible acompañarlo de su esponjosa tortilla de papas ($5.600), de sándwiches como el barros luco ($5.900) o el churrasco italiano ($6.400), o incluso un consomé de ave con huevo ($4.300) para cerrar la noche.

El piano es uno de sus principales atractivos, a cuyo pianista se le pueden pedir canciones para corear en masa. Algunos días también hay jazz y música en vivo, mientras que los viernes y sábados canta Teresita que, como cuenta Don Santiago, “es la Edith Piaf chilena”.

Dirección: Victoria Subercaseaux 355, Santiago

Horarios: lunes a miércoles de 12.30 PM a 11 PM Jueves y viernes de 12.30 PM a 12 AM Sábados, de 12.30 PM a 11 PM.

Fuente

LaTercera.com

LaTercera.com

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