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La generación más preparada de la historia también es la peor pagada: los jóvenes cobran un 20% menos que sus padres, en términos reales

La generación más preparada de la historia también es la peor pagada: los jóvenes cobran un 20% menos que sus padres, en términos reales

Los bajos salarios dificultan a los jóvenes el acceso a hitos que sus padres alcanzaban con mayor facilidad, como comprar una vivienda, independizarse o acumular patrimonio La generación más preparada de la historia, también es la peor pagada. (Montaje Infobae/Canva)

El panorama económico de los jóvenes españoles es cada vez más desolador. Ni los sueldos, ni el acceso a la vivienda, ni la acumulación de patrimonio han seguido la línea de progreso que se daba por sentada hace décadas. Generaciones como los Millennials y los Gen Z enfrentan un presente marcado por la fragilidad económica, el estancamiento de los salarios y el empobrecimiento patrimonial, mientras que los Baby Boomers vivían un mejor momento económico en su treintena.

Los datos, tanto nacionales como europeos, muestran claramente una realidad innegable: los jóvenes no solo cobran menos que la media nacional, sino que están muy lejos de los niveles salariales que alcanzaron sus padres o abuelos a la misma edad, en términos reales. Y no solo influye el valor absoluto del sueldo, sino que también lo hacen la creciente precariedad, la sobrecualificación y el encarecimiento del coste de la vida.

La brecha salarial intergeneracional

Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelaron que el salario medio anual en España en 2023 fue de 28.049 euros. Sin embargo, este promedio se sitúa muy lejos de lo que realmente perciben los trabajadores jóvenes, en especial los que se encuentran en la etapa más temprana de su vida laboral. Los salarios medios de una persona de 30 o 40 años nacida en los años 80 o 90 es considerablemente inferior, en términos reales, a los sueldos que recibían los nacidos en los 60 o 70.

Muchos jóvenes renuncian a la vida independiente o destinan la mayor parte de los ingresos a pagar un alquiler desorbitado. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Un joven hoy percibe, de media, un 20% menos que lo que cobraban sus padres a los 30 años, aun considerando la inflación, según los microdatos de la Encuesta de Estructura Salarial de Eurostat recogidos y publicados en X por Pablo García-Guzmán, economista del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (EBRD por sus siglas en inglés). Esta brecha se amplía si se habla de los altamente cualificados: el 36% de los jóvenes trabaja en empleos para los que no es necesario su título académico.

El desfase salarial también queda patente cuando se analiza la media europea. El salario medio de la UE se sitúa en 37.863 euros anuales, con potencias como Alemania, Francia o Dinamarca superando los 50.000 euros y países como Italia y España quedando por debajo de la media continental. Mientras tanto, en Bulgaria o Hungría los sueldos siguen siendo los más bajos.

Asimismo, el salario mínimo interprofesional, establecido en 1.184 euros mensuales en 14 pagas este 2025, aunque ha experimentado una subida de más del 50% en siete años, tampoco ha solucionado el problema de fondo: el 35% de quienes logran emanciparse lo hacen con ingresos inferiores a este umbral.

El sueño de la independencia económica se aleja

Otra consecuencia de los bajos salarios es que la emancipación se convierte en una misión casi imposible. La tasa de jóvenes españoles independizados es la más baja desde 2006, del 14,8%, según el Consejo de la Juventud de España. A día de hoy, un joven necesita ahorrar durante 16 años el 20% de su sueldo anual solo para reunir el dinero suficiente para cubrir la entrada para comprar una vivienda.

Esto obliga a muchos a renunciar a la vida independiente o a destinar la mayor parte de los ingresos a pagar un alquiler desorbitado. Porque, lejos de ser un refugio asequible, el alquiler también se ha disparado: el precio medio ha aumentado un 12,2% solo en el primer trimestre de 2025.

El resultado de esta ecuación es evidente, y es que las generaciones actuales acceden a una vivienda digna más tarde y en peores condiciones que sus predecesores. Una de las últimas encuestas del Banco de España lo corrobora: mientras que más del 81% de los nacidos entre 1945 y 1965 alcanzaban la vivienda en propiedad antes de los 42 años, hoy solo el 67% de quienes nacieron entre 1975 y 1985 lo han conseguido, un porcentaje que cae más todavía en los menores de 40 años.

El mercado laboral y la crisis patrimonial

El mundo laboral tampoco ofrece salidas fáciles. La tasa de desempleo juvenil se sitúa en el 24,7%, la más alta de toda la Unión Europea. En paralelo, seis de cada diez jóvenes universitarios se ven obligados a aceptar trabajos que no requieren su titulación, con el desgaste psicológico y la frustración que genera no poder poner en valor el esfuerzo y los años de formación.

Este cuadro se completa con empleos cuyas condiciones no invitan a la estabilidad. La mayoría de los jóvenes experimentan rotaciones entre empresas o sectores, con retribuciones muy ajustadas. Así, el ascenso social a través de la educación y el trabajo, base de la movilidad de las décadas pasadas, se desdibuja y genera un posible efecto de desmotivación y fuga de talentos.

La última Encuesta Financiera de las Familias, elaborada por el Banco de España, no solo constata el estancamiento salarial, sino que señala un recorte profundo en la riqueza neta de los jóvenes. Si las generaciones nacidas en torno a 1960 acumulaban más de 200.000 euros de riqueza neta mediana a los 45 años, las nacidas en torno a 1980 apenas superan los 107.000 euros. La mayoría de menores de 40 años acumula menos patrimonio, más deudas y menos propiedades.

El tener una vivienda en propiedad deja de ser la norma y pasa a ser la excepción para los jóvenes. La ratio de riqueza media sobre mediana no deja lugar a dudas: ha pasado de 1,47 en 2005 a 2,16 en 2022, lo que significa que la concentración del patrimonio en manos de una minoría crece y la desigualdad intergeneracional se agrava. Así, mientras los mayores preservan y amplían su patrimonio, las nuevas generaciones ven cómo se reduce su capacidad de ahorro y de inversión a largo plazo.

Y el contexto global también añade incertidumbre. El alza de la inflación, el encarecimiento de los precios y la dificultad para acceder a un crédito lastran todavía más las aspiraciones de una juventud que se siente, por primera vez, realmente más pobre y con menos futuro que la generación anterior.

Fuente

Infobae.com

Infobae.com

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