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La insoportable levedad de los guerreristas

El Ciudadano

Por Carlos Gutiérrez P.

Es llamativa, incluso quizás sorprendente, la narrativa bélica del actual liderazgo europeo, que al parecer no solo está consumida por su incompetencia, que le impide actuar racionalmente en un contexto de crisis estratégica como la que vive, sino también con un conocimiento cortoplacista de su propia historia reciente, especialmente aquella en que vivió rozando el conflicto nuclear. Además, en este caso con una diferencia fundamental, porque en el período más caliente de la llamada guerra fría en el siglo XX, Europa era un campo de batalla que tenía un perfil secundario, una suerte de un tercero incluido a presión entre el choque principal de las dos potencias nucleares esenciales que eran Estados Unidos y la Unión Soviética.

En cambio, hoy, el liderazgo europeo transmite una suerte de un deseo freudiano de querer enfrentarse directamente, en su territorio, en medio de su decadencia, contra la principal potencia nuclear del mundo. Racionalmente no se entiende.

Entre la incompetencia y la insatisfacción consciente frente a su decadencia, surge su pulsión que necesita ser descargada, y en esta ocasión es a través de una retórica de la fuerza, de demostrar que sí son capaces de ir a una guerra contra Rusia y ganarla. Creen, que, de esa forma, es posible recuperar un “momentum” perdido, uno que habría sido la grandeza de Europa que marcaba los destinos de Occidente y del mundo.

A pesar de que con el avance de la guerra se han ido disipando todas las rimbombantes declaraciones de los líderes europeos sobre la victoria que tendrían, a través de Ucrania, en la lucha contra Rusia, ahora han aparecido numerosas declaraciones de que se viene la guerra directa de la OTAN contra la Federación Rusa, incluso poniéndole fecha. Los más entusiastas la ubican en el año 2027-28 y los menos en al año 2030.

Entonces empieza a operar el conjunto de la maquinaria:

  • La tesis central es que como al parecer no va a ver derrota rusa en Ucrania, esta se envalentonará y seguirá su camino invasor hacia Europa. Pasaron entonces de la euforia victoriosa a la angustia de la víctima inocente de ser invadida. De todo este relato se han encargado los líderes políticos, ya que es su forma de sobrevivencia ante la catástrofe que se les viene encima.
  • Se amplifica la “amenaza” a través de los medios de comunicación, que tan ordenada y disciplinadamente han seguido a sus líderes en todos los relatos sobre la guerra en Ucrania. Entonces asoman nuevamente los conceptos de la democracia, la libertad y el modo de vivir occidental amenazado por el autoritarismo eslavo. En períodos en que la superviviencia de Ucrania es la prioridad absoluta, y con ello sus donantes influyentes y sus medios de comunicación prefieren la unidad y una negación plausible al escrutinio público. Lo más ilustrativo que he visto es una entrevista a Patrik Baab con su nuevo libro titulado “La prensa de propaganda, cómo los medios y los escritores a sueldo nos impulsan a la guerra”.
  • Como toda historia antojadiza, tiene que tener algunos visos de realidad, y entonces sospechosamente comenzaron a aparecer profusamente los “drones” en los cielos europeos. Primero fueron los que pusieron en peligro un vuelo de la señora Von der Leyen, y de ahí una cascada de acontecimientos sobre los principales aeropuertos de Europa, que en muchos casos llevaron a suspender las operaciones de vuelo. Por supuesto, todos eran de origen ruso. Aunque pasaba algo muy parecido a los ataques a las “narcolanchas” en el Caribe por parte de Estados Unidos, no hay registros ni pruebas de su origen. Y lo más extraño, que además habla bastante mal de la defensa aérea de Europa, ninguno fue destruido.
  • Esto siguió, por supuesto, con el dinero. Se hacen compromisos de un gasto militar futuro extraordinario, que servirá para poner al día a la industria militar, y para allá corrieron todos los accionistas. Se pretende incentivar todo un ecosistema de industria de defensa, que ha llevado a muchas industrias de producción en decadencia a reconvertirse y pasar a ser parte del engranaje de un sistema que promete grandes flujos de dinero, por supuesto a costa del bienestar de la población que verá restringido los gastos sociales.
  • En esta deriva económica para la defensa también se descubrió que Europa no tenía una capacidad actualizada de infraestructura y logística acorde a lo que será esta demanda de guerra con Rusia en un teatro de operaciones oriental, y por lo tanto, también se están incluyendo nuevos y jugosos contratos con empresas de construcción para renovar caminos, puentes, túneles y vías férreas, acompañado de una normativa jurídica que permitirá el tránsito fluido de material militar por todos los países (lo han llamado el Schengen militar).
  • Pero en este juego de guerra, y para mayor credibilidad aún, es menester incorporar a la sociedad civil, y entonces también descubrieron que la mejor forma para aquello es reinstalar el servicio militar obligatorio, especialmente para una juventud que vive una vida demasiado “acostumbrada a los beneficios de la paz”. Entonces Francia ya la anunció, incluido un pago mensual para los reclutas; Alemania comenzará el próximo año con un llamado voluntario, y de necesitarse para llenar los cupos un llamado a través de un sorteo. También comenzarán Bélgica, Croacia y Polonia. Dinamarca amplió el servicio a las mujeres en 2025. Estos se suman a los servicios ya existentes en Suecia, Letonia, Lituania y Noruega.

Esto podría granjearles a estas sociedades en crisis un subproducto muy atractivo, tanto a través de la contratación como del servicio militar, que es la incorporación y asimilación por esta vía de las poblaciones migrantes, que son esencialmente grupos jóvenes. Doble ganancia.

Al menos la juventud alemana ya se ha puesto de pie para rechazar esta política, como lo demostró la movilización realizada los días 5 y 6 de diciembre en 90 ciudades del país (marcharon bajo el lema ¡No queremos ser carne de cañón!).

Pero, lo más impactante ha sido la sumatoria de los jefes militares a este verdadero festival de ideas y ansiedades por la guerra contra Rusia. Cualquier experto informado sabe que las capacidades militares de la OTAN europea no califican para un enfrentamiento directo con Rusia. Como decía el diario The Guardian el 3 de diciembre, Europa no tiene suficientes armas, poder ni riqueza para tal enfrentamiento. Habría que sumar varias cosas más, como por ejemplo soldados: la suma de los tres principales países europeos, Alemania, Francia y Reino Unido, solo dan cuenta de 500.000 soldados profesionales. A esto hay que agregarle requisitos que no cumplen como: un mando unificado competente, doctrina única, interoperabilidad de sistemas de armas, comunicaciones comunes, inteligencia y logística (hoy la provee casi totalmente Estados Unidos). El armamento terrestre europeo no ha pasado la prueba de la eficiencia en Ucrania, y el poder aéreo real lo suministra la Casa Blanca. Ni qué hablar del atraso ante los profundos cambios en el campo de batalla con el equipamiento no tripulado, aéreo, marítimo y terrestre. La Europa otanista está muy lejos de ser una maquinaria militar que asuste.

Aun así, tenemos las declaraciones más preocupantes expresadas por el almirante Giuseppe Cavo Dragone, presidente del Comité Militar de la OTAN, quien en una entrevista al Financial Times del 1 de diciembre afirmó: “Estamos considerando todas las opciones. En cuanto a la ciberseguridad, actualmente actuamos de manera reactiva. Estamos pensando en actuar de forma más agresiva o proactiva, en lugar de reactiva”. Señaló que la principal prueba para Occidente es disuadir futuras agresiones “¿Cómo se logra la disuasión? Mediante represalias o un ataque preventivo. Es algo que debemos analizar minuciosamente, porque en el futuro podríamos enfrentarnos a una presión aún mayor”. En su nueva lógica, lleva el argumento al extremo, al afirmar que un ataque preventivo puede considerarse una acción defensiva; con esto quieren sortear un asunto jurídico.

Los planificadores de la OTAN llevan tiempo elaborando una operación multisectorial para un eventual ataque a Rusia, consistente en dos etapas: un ataque preventivo destinado a inutilizar el 60 % de los lanzadores nucleares desplegados por Rusia, así como centros de mando y la infraestructura nuclear. La segunda fase sería la interceptación por parte de los sistemas antiaéreos y anti misiles de la OTAN del eventual ataque ruso con los medios restantes.

Hoy, siguen siendo esos “expertos” los que aseguran que pueden movilizar unidades, recursos y medios para desplegar fuerzas de 300.000 soldados a territorio ucraniano en pocas semanas (El secretario de Defensa británico, John Healey, declaró a Bloomberg que Londres ha «realizado reconocimiento en Ucrania, por lo que sabemos qué unidades desplegar, cómo hacerlo y qué funciones desempeñarán». Las fuerzas británicas se desplegarán tras las líneas, y se espera que su principal tarea sea entrenar a los soldados ucranianos).

El 26 de noviembre, un artículo del The Wall Street Journal saca a la luz un documento consistente en un plan secreto elaborado por altos oficiales alemanes, trabajado desde hace dos años, que detalla la movilización de 800.000 soldados de la OTAN a la frontera con Rusia, abarcando los aspectos de la movilización, rutas, suministros, logística, etc.

No hay relación verosímil entre las declaraciones del establishment militar y la realidad de la OTAN europea para iniciar y sostener un conflicto con Rusia.

Francia ha sido, junto con los británicos, los más activos en explorar formas de participar en el conflicto en Ucrania. El 31 de octubre, mediante decreto gubernamental N° 2025-1030, autoriza el uso de empresas militares privadas para prestar asistencia a un tercer país en situación de conflicto armado. Esto es muy conveniente para su oferta de entrega de aviones Mirage y otros equipamientos de origen francés, que claramente requieren operadores habituados, y teniendo en cuenta que el factor tiempo, en este caso para capacitar, juega en contra.

Finalmente, tanto ha escalado la lógica belicista europea, que el presidente Putin realizó la declaración más dura de todos estos años: “Rusia no tiene intención de luchar contra los países europeos, pero si Europa comienza la guerra, Rusia está lista, y si ocurre tal situación, entonces Moscú muy pronto no tendrá con quién negociar” (hizo comentarios que sería un conflicto distinto al llevado en Ucrania, afirmando que ahí ha sido un trabajo quirúrgico; con los europeos sería distinto). Europa no tiene una agenda de paz, y sigue viviendo de la ilusión de infligir una derrota estratégica a Rusia.

El discurso guerrerista en nuestra región

Este discurso tan violento, descalificador, con tanta apelación al concepto de guerra y su banalización, con un menosprecio abismante hacia la figura del otro, apuntando a desnaturalizarlo como persona, está siendo muy recurrente en el discurso político de las derechas latinoamericanas.

El lugar principal de esta narrativa está en Estados Unidos y particularmente en la forma de ser de su actual presidente (esto en absoluto deja fuera del registro a toda la política estadounidense a lo largo de su historia). El uso de la fuerza a través de la intervención militar la lleva a tal punto de la banalidad y el narcisismo, que nos estamos acostumbrando a sus frases que invocan todo el poder que él tendría para decidir quiénes son los buenos y los malos, cómo deben comportarse los presidentes, que pensará qué hacer con ellos, que da plazos perentorios para cambios de actitud, que califica sin fundamento de narcopresidentes o narcocomunistas, que depende de cómo voten verá si otorga ayuda económica o no, y un largo etcétera.

Los calificativos tan denigrantes que ha realizado contra naciones africanas como Nigeria, Sudáfrica y Somalia (sobre este dijo “Somalia casi no es ni un país, ahí simplemente se matan entre sí”); contra el pueblo afgano (¡es un animal, de un pueblo que es un infierno en la tierra!). Si no hay sometimiento, aparece el discurso de guerra.

Y en esta coyuntura el ejemplo más claro es su política hacia Venezuela y los ataques a las “narcolanchas”. No hay evidencia empírica de ser transporte ilegal de drogas; claramente es un uso desproporcionado del instrumento militar, en su despliegue y en el uso de la violencia. Instituciones razonables han declarado que esos ataques violan el derecho internacional y el uso proporcional de la fuerza. Pero no hay retractación.

Una situación muy decidora fue el cambio de nombre del Departamento de Defensa a Departamento de Guerra, además de todas las alocuciones de su secretario de Estado, Pete Hegseth. Ha sido muy elocuente en autorizar los ataques a las embarcaciones en el Mar Caribe, incluso con orden de no dejar sobrevivientes, como fue el caso del ataque del 2 de septiembre ante dos hombres que sobrevivieron y luchaban por mantenerse a flote (The Washington Post reveló que los comandos actuaron siguiendo una instrucción verbal atribuida a Hegseth: “matar a todos”). Esta acción hoy está siendo investigada en el Congreso ya que podría constituir un crimen de guerra.

Es justamente por este accionar que habría sido criticado por el jefe del Comando Sur, almirante Alvin Holsey, expresando su preocupación por la legalidad de los ataques, que le costó su despido en octubre. Según el diario Wall Street Journal, el secretario de Estado le habría dicho “o estás en el equipo o no. Cuando recibas una orden, actúa con rapidez y no hagas preguntas”. Recordemos que, hasta ahora, Estados Unidos lleva 21 ataques con 83 personas asesinadas.

El almirante Frank M. Bradley, jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, que estaba a cargo de la operación el 2 de septiembre, declaró ante el Congreso que los dos sobrevivientes “eran objetivos militares legítimos porque podían continuar transportando drogas”. Esto, a pesar de que otros organismos estadounidenses han informado que no están completamente seguros de si los barcos atacados frente a las costas de Venezuela perteneces a los cárteles de drogas.

Hoy ha incorporado a su agenda belicista a Colombia; amenaza con llevar los ataques en el mar al ámbito terrestre. Define por sí solo y saltando cualquier derecho internacional o reglas qué zonas puede bloquear, tanto marítimas como aéreas.

En los países latinoamericanos, políticos de derecha han naturalizado declaraciones contra sectores populares, ya sean nacionales o migrantes. El legislador de Buenos Aires, Ramiro Marra sugirió eliminar con violencia las villas donde viven los sectores más pobres, publicando un video de aviones militares lanzando bombas (Estos lugares son poblaciones surgidas por tomas de terrenos, donde viven mayoritariamente migrantes extranjeros y migrantes internos). El político chileno José Antonio Kast da un plazo de 98 días para que los migrantes irregulares se vayan del país, una amenaza velada del uso de la fuerza militar. El epítome de esta actitud es el presidente Bukele, famoso por su política anti-delincuencia, que encarcela a los propios y a extranjeros que les envían otros países; por supuesto de esto ha hecho un negocio, y es criticado por organismo de derechos humanos por no considerar el derecho básico a la defensa y el trato humanitario.

Todos estos actores de segundo orden se envalentonan siguiendo el ejemplo de su hegemón regional, y hoy priman políticas de securitización que violentan aún más a nuestras sociedades. Militares en seguridad interna (Trump ha desplegado la Guardia Nacional en varios estados); leyes para el uso de armas por parte de civiles (preocupante es la propuesta legislativa al respecto en Argentina); asesoramiento estadounidense para la lucha anti delincuencia; aprovechamiento político para relacionar al crimen organizado con sectores políticos de izquierda; renovación del servicio militar llevándolo a la obligatoriedad para jóvenes infractores de ley (propuesta para el caso chileno); cada vez más leyes represivas para sancionar cualquier actividad de movilización social.

Las derechas han instalado definitivamente el ambiente de que vivimos en sociedades en condición de la violencia primitiva de todos contra todos, que requieren de su Leviatán para poner orden, un Estado militarizado, que se dedique solo a eso, para generar las condiciones de una nueva acumulación capitalista. ¡El roterío se ha alzado demasiado!

Por Carlos Gutiérrez P.

Carta Geopolítica 74 – 9/12/2025

Fuente fotografía


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Diciembre 10, 2025 • 22 horas atrás por: ElCiudadano.cl 35 visitas

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