La vez que el Papa León XIV enfrentó a falsos profetas en Chiclayo y dejó constancia del incidente con una denuncia policial por agresiones verbales
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La vez que el Papa León XIV enfrentó a falsos profetas en Chiclayo y dejó constancia del incidente con una denuncia policial por agresiones verbales

En 2018, Robert Prevost intentó frenar celebraciones religiosas ilegales en la capilla del Divino Niño del Milagro. La resistencia fue tal que su presencia terminó con insultos y una denuncia policial
En la capilla del Divino Niño del Milagro, ubicada en Ciudad Eucarística de Eten, la fe y la tensión chocaron frente a la puerta cerrada de un templo. Aquel 23 de julio de 2018, el entonces obispo de Chiclayo, Robert Francis Prevost, llegó al lugar para verificar una situación inusual: una misa oficiada por personas no identificadas que se presentaban como sacerdotes sin autorización de la Iglesia Católica. Lo que comenzó como una visita pastoral se convirtió en un incidente policial.
El episodio quedó registrado en un parte oficial. Monseñor Prevost acudió acompañado del vicepresidente de la Hermandad del Niño del Milagro, Roberto Neciosup Salazar, y de cinco efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP). La escena que encontraron incluyó puertas cerradas, negativa al diálogo y respuestas hostiles por parte de quienes estaban al interior de la capilla. En lugar de encontrar cooperación, el obispo escuchó improperios. Su intento por establecer un canal de comunicación se frustró y optó por retirarse. La policía levantó un acta en el lugar.
Este hecho, casi ignorado durante años, volvió al centro del debate luego de que Panorama expusiera los antecedentes del nuevo líder de la Iglesia Católica. El hoy Papa León XIV dejó en Lambayeque una constancia escrita de lo que llamó una lucha contra “falsos profetas”, según el testimonio recogido en ese informe televisivo.
La visita que terminó en comisaría

La denuncia presentada por Prevost tiene fecha y hora. Se registró en la carretera que conduce a la capilla del Divino Niño del Milagro, en el distrito de Ciudad Eten. El documento policial indica que a las 11:30 de la mañana, el obispo se apersonó al templo para verificar la identidad de quienes estaban celebrando una ceremonia. La puerta fue cerrada en su rostro.
Pese a la negativa, el obispo insistió en dialogar. “El señor obispo dialogó con los asistentes a fin de solicitarles la apertura de las puertas de la capilla”, prosigue el acta. Desde dentro, la respuesta fue clara: no habría conversación ni apertura. Según el reporte oficial, el obispo ofreció regularizar la situación de los supuestos sacerdotes, pero la respuesta se mantuvo firme. Durante esa conversación, un grupo inició una festividad religiosa, situación que marcó el punto de ruptura. “Los señores que se acercaban celebrando una misa se portaron en forma violenta con palabras subidas de tono”, se consigna. “Los ánimos se caldearon. Lo insultaron. Pero nuestro papá peruano nunca perdió la calma”, agregó el reportaje.
Prevost optó por la retirada. La policía dio por concluido el acto cerca de las 13:30 de ese mismo día. El informe concluye con las firmas de los asistentes y la huella digital del dedo índice derecho de cada uno.
El sueño frustrado del santuario

La tensión que se vivió en Eten no era un hecho aislado. Desde hacía años, el obispo buscaba consolidar la construcción del santuario del Divino Niño del Milagro. Tenía una maqueta lista en 3D, había gestionado miles de firmas de respaldo —20.000, según se informó en el dominical— y llegó a presentar el proyecto al Papa Francisco. Su intención era formalizar un espacio de peregrinación en uno de los puntos más simbólicos de la religiosidad lambayecana.
Los pobladores del lugar señalaron que el lugar donde ocurrió la supuesta aparición del Niño del Milagro se encontraba ocupado por personas “que no están ligadas directamente con la Iglesia Católica”. Esta situación generó el enfrentamiento que derivó en el reporte policial. “Nosotros le comentábamos... El lugar sagrado donde apareció el Niño del Milagro ha sido tomado por gente ajena”, se escuchó en voz del testigo que acompañó al obispo ese día. La reacción fue inmediata: “Vamos, vamos, tenemos que hablar”.
Robert Francis Prevost dedicó más de 40 años al trabajo pastoral en el Perú. Su paso por regiones como Apurímac, Madre de Dios, Iquitos, Trujillo y especialmente Chiclayo le permitió un contacto cercano con comunidades que lo identificaban más como un vecino que como un alto dignatario eclesiástico. Su designación como Papa León XIV sorprendió a muchos, pero para los fieles de Lambayeque fue la coronación de una figura que consideraban familiar.
“Queridos amigos en la diócesis de Chiclayo, desde Roma, desde esta nueva misión donde actualmente estoy trabajando al servicio de la Iglesia, les envío a todos un gran saludo”, dijo en un mensaje grabado y difundido por medios católicos. Fue su forma de mantenerse presente desde el Vaticano, incluso tras haber dejado el país.
Su intervención en Eten fue interpretada como parte de ese compromiso. Según quienes lo acompañaron en ese episodio, nunca dudó en encarar la situación con serenidad. “El Papa León XIV luchó el terreno para el futuro santuario del Divino Niño del Milagro”, remarcó uno de los entrevistados en el informe.
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