Las 10 mejores películas españolas en lo que va de año: Oliver Laxe frente a Albert Serra y las mejores sorpresas del cine de autor

Las 10 mejores películas españolas en lo que va de año: Oliver Laxe frente a Albert Serra y las mejores sorpresas del cine de autor

Repasamos algunos de los títulos fundamentales de la cinematografía española en lo que llevamos de 2025

En los últimos años la ‘rentrée’ otoñal ha traído consigo la mayor parte de títulos importantes en lo que respecta a la cosecha del cine español de año.

Sin embargo comienzan a a presentarse una tendencia a la hora de adelantar los estrenos para que no se acumulen en los meses después del verano.

Todavía quedan por llegar títulos importantes a la cartelera que marcarán el signo de nuestra cinematografía este año. Pensamos en Romería, de Carla Simón, que se presentó en la Sección Oficial del Festival de Cannes, la apuesta de Netflix Un fantasma en la batalla, de Agustín Díaz Yanes, basada en la historia que también se llevó a cabo en La infiltrada o El cautivo, la nueva ficción histórica de Alejandro Amenábar sobre Miguel de Cervantes.

Pero, lo cierto, es que ya hay muchas grandes candidatas a lo que podrían ser los Goya del año 2026. Películas que se han presentado en Cannes, en Berlín y en el Festival de Málaga y que han alcanzado el reconocimiento tanto de la crítica como del público.

‘Sirat. Trance en el desierto’, de Oliver Laxe

Y llegó el Mesías que vino a salvar nuestro cine para enseñarnos lo que significan las imágenes. Esto es un poco broma (pero igual no). En cualquier caso, Oliver Laxe ha conseguido el Premio del Jurado en el Festival de Cannes gracias a una película en la que pone al espectador al límite... pero que está plagada de maestría cinematográfica.

Lo más doloroso y lo más sublime se unen en esta extraña produccion en la que su propósito parece intentar sacar a la audiencia de la comodidad de su butaca para tambalearla y generar en ella una conmoción.

¿A qué precio? Esa sería una de las preguntas que vertebran este viaje a modo de road movie en la que se utiliza la cultura ‘rave’ para establecer una metáfora sobre la decadencia de Occidente dentro del contexto de tensiones bélicas en la que nos encontramos y en la que la libertad del individuo brilla por su ausencia. Todo tan grandilocuente como revelador.

‘Los Tortuga’, de Belén Funes

La directora logró, con su ópera prima, el Goya a la mejor dirección novel con La hija de un ladrón pero, lo cierto es que, con su segunda película, logra expandir su universo de una manera exponencial.

Los Tortuga es una película con una arquitectura narrativa férrea (e incluso complicada) que, sin embargo, se abre frente a los ojos del espectador de la manera más fresca y natural posible.

Una madre y una hija deben sobreponerse al duelo después de la muerte del marido/padre en extrañas circunstancias. Él fue ‘un tortuga’, uno de esos migrantes andaluces que fue a parar a la Barcelona de las oportunidades para buscarse la vida.

Tras su fallecimiento, ambas mujeres se enfrentarán de forma diferente a la pérdida, pero eso es solo el eje vertebral de una trama en la que se aborda la precariedad económica, los desahucios, las diferencias de las clases sociales y la dicotomía entre campo y ciudad.

Una película excelsa que enhebra cada uno de sus hilos para componer una narración tan humana, sincera, como emocionante.

‘Sorda’, de Eva Libertad

En el Festival de Málaga se consolido como una de las grandes películas de la temporada. Y es que tiene la particularidad de ser el primer filme que se hace en España protagonizado por una actriz no oyente que se puede entender a través de la lengua de signos.

Más allá de esas singularidades, nos encontramos frente a una gran película en torno al sentimiento de incomprensión en lo que respecta a una comunidad, la sorda, que se ha encontrado sistemáticamente excluida de nuestra sociedad.

Y todo a través de una historia que te encoge por dentro, la de una pareja Ángela (Miriam Garlo, hermana de la directora) y de Héctor (Álvaro Cervantes) que han aprendido a convivir siendo ella sorda y él oyente. Todo cambiará cuando se conviertan en progenitores de una niña que sí que oye, sintiéndose Ángela excluida como madre por no poder comunicarse con ella de acuerdo a sus posibilidades.

Una película de una arrolladora sensibilidad que sirve además para dinamitar barreras dentro del mundo en el que vivimos.

‘La buena letra’ de Celia Rico

Si se trata de caligrafía exquisita ahí tenemos a Celia Rico para darnos una autentica lección de precisión narrativa y formal. Después de las muy contemporáneas películas en torno a las relaciones materno-filiales Viaje al cuarto de una madre y Los pequeños amores, se encarga ahora de adaptar la novela homónima de Rafael Chirbes.

Y lo hace con una delicadeza extrema, como si nos encontráramos frente al cine de otra época, en el que los silencios y la sugerencia pesan más que los constantes elementos subrayados.

Una esposa, y madre, en un pueblo de Valencia, comienza a copiar la caligrafía de su cuñado, que ha desaparecido en la Guerra Civil, para que su progenitora crea que sigue vivo. Cuando aparezca sano y salvo después de la contienda, las dinámicas familiares se verán modificadas sin remedio.

Una gran película sobre las heridas más profundas de nuestra memoria histórica protagonizada por una enorme Loreto Mauleón.

‘Muy lejos’, de Gerard Oms

En los últimos tiempos hemos visto a Mario Casas arriesgar en toda una serie de papeles que lo situaban al límite de sus posibilidades, pero nunca ha estado mejor que en esta película en la que se sitúa como el ‘alter ego’ del director Gerard Oms (que precisamente había sido su ‘coach’ interpretativo en sus películas más memorables).

De esta forma, se establece una especie de rara mimesis entre la masculinidad que siempre ha trasmitido Mario Casas, con la fragilidad de un joven que decide quedarse en Holanda (después de asistir con su familia a un partido de fútbol) para poder encontrarse a sí mismo.

Un viaje por la precariedad económica y psicológica que habla sobre la identidad, de cómo sentirse extranjero en un entorno hostil y de lo que supone enfrentarse a los obstáculos para salir adelante.

‘Tardes de soledad’, de Albert Serra

Qué decir de la última película (documental) de Albert Serra. Por la taquilla pasó desapercibida, pero logró la Concha de Oro del Festival de San Sebastián y desató un sinfín de polémicas en lo que respecta al sufrimiento del animal dentro del entorno a la tauromaquia.

En cualquier caso, Serra se embarca en la tarea de ‘documentar’ la labor de una de las mayores figuras del toreo internacional, Andrés Roca Rey, para seguir su itinerario por una serie de plazas en las que nos acercaremos a él tanto en los ruedos como detrás de toda la parafernalia que le rodea, cuando se encuentra con su cuadrilla o siguiendo los rituales antes de la lidia.

Una aproximación, en palabras del director, antropológica a esta práctica en la que se intenta despojar de ideología a todo lo que conlleva, centrándose en el aspecto puramente cinematográfico, en el que el sacrificio, el dolor y la muerte, adquieren una dimensión absolutamente inédita.

‘Daniela Forever’, de Nacho Vigalondo

Nacho Vigalondo nunca hace películas redondas, pero sí películas más interesantes que el resto. Y así es Daniela Forever, otra de sus ‘rara avis’ después de propuestas en las que se mezclaba la realidad (más bien el costumbrismo) y la ciencia ficción a partes iguales como Cronocrímenes o Colossal (esa gran película ‘kaiju’ que rodó junto a Anne Hathaway).

Vigalondo parte de un suceso personal traumático para hablar de la pérdida. Y lo hace a través de una pareja en proceso de descomposición que encuentra versiones alternativas de su destino como si se tratara de un sueño para escapar de la terrible realidad.

Una película tan imaginativa como profundamente triste y, como siempre, una de esas piezas inclasificables que caracterizan a este director tan superdotado como esquivo.

‘Fin de fiesta’, de Elena Manrique

Elena Manrique, con una amplia trayectoria como productora, debuta en la dirección con esta atípica película en la que se aborda la migración desde la sátira (casi más allá de lo que habría hecho Claude Chabrol).

Una joven inmigrante (que se hace pasar por un chico) llega en patera a un pueblo de la costa y se refugia en una casa señorial andaluza. Su dueña, después de descubrirla, la mantendrá presa en su territorio, estableciéndose una perniciosa red de racismo e intolerancia de acuerdo a lo que podríamos llamar ‘el primer mundo’ con respecto ‘al tercer mundo’.

Elena Manrique compone un dispositivo tan incómodo como divertido en torno a las diferencias sociales y de cómo los poderosos fagocitan a los débiles para someterlos a sus requisitos. Además de ácida, resulta de lo más reveladora.

‘Una quinta portuguesa’, de Avelina Prat

He aquí el ‘sleeper’ del año o, lo que es lo mismo, la película que más ha recaudado en taquilla de acuerdo a sus características.

Se trata de la segunda película de Avelina Prat después de la estimable Vasil y en ella parece haber encontrado la fórmula del éxito para el público adulto.

La película trata sobre un hombre cuya mujer (que era serbia) desaparece y él pretende hacer lo mismo haciéndose pasar por un jardinero en una quinta portuguesa regentada por una señora que debe hacer frente a la decadencia de su entorno.

Ellos son Manolo Solo y Marina de Medeiros, que establecerán un idilio sin palabras que ha conmovido a los espectadores.

‘Una ballena’, de Pablo Hernando

Diez años después de su primera colaboración, Ingrid García-Jonsson y el director Pablo Hernando vuelven a unir fuerzas en el thriller titulado Una ballena, una película que promete explorar los límites de la humanidad y la moralidad a través de un personaje complejo y oscuro.

En esta nueva producción, la actriz interpreta a una asesina a sueldo con características inquietantes, un papel que, según sus propias palabras, le resulta emocionante por su singularidad. “Me hace mucha ilusión que piensen en mí para los papeles más raros”, declaró García-Jonsson en una entrevista con Infobae España.

La relación profesional entre la actriz y el director comenzó hace una década con la película Berserker, una de las primeras incursiones de García-Jonsson en el cine independiente.

En aquel entonces, la actriz, nacida en Suecia pero criada en Sevilla, apenas llevaba dos años en Madrid y ya había participado en algunos proyectos menores.

En Una ballena, García-Jonsson da vida a un personaje que, aunque humano, parece estar perdiendo su esencia. La actriz describió a su papel como una mujer con una mirada inquietante y una presencia que recuerda a los androides de Blade Runner.

Según explicó a Infobae España, el personaje posee poderes que, lejos de ser una ventaja, funcionan más como una maldición. Este enfoque añade una dimensión psicológica al thriller, que se inspira en el estilo de cineastas como Alain Delon y Jean-Pierre Melville, conocidos por sus narrativas cargadas de tensión y personajes moralmente ambiguos. Una obra tan ambigua como provocadora y repleta de matices que dotan de significado a la propuesta.