Las señales para el mundo de León XIV
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Las señales para el mundo de León XIV

La elección de Robert Prevost como León XIV, el Papa número 267 de la historia, marca un hito para la Iglesia Católica al convertirse en el primer estadounidense en ascender al pontificado, una opción que hasta hace no mucho parecía descartada. Que la primera potencia mundial contara también con el principal líder espiritual de Occidente era considerado una combinación imposible. Sin embargo, el mundo ha cambiado y los 133 cardenales que se reunieron en la Capilla Sixtina lo tenían claro. Hoy era necesario encontrar una figura capaz de hacer frente a una realidad política cambiante, a un orden mundial en crisis y a un panorama internacional donde parece primar la ley del más fuerte por sobre las normas del derecho internacional. Y para los purpurados de 71 países reunidos en el cónclave, el exprefecto del Dicasterio de los Obispos es esa persona.
El tiempo dirá si la apuesta de los cardenales fue acertada, pero, por ahora, las primeras palabras de León XIV tras ser elegido dejaron claro que una de sus prioridades será convertirse en una voz poderosa para contener las crecientes amenazas bélicas que azotan al mundo. Por ello, que el Papa se alce como un referente ante esos miedos que atraviesan a la sociedad contemporánea es un elemento central para una Iglesia que ha perdido influencia en el escenario político mundial. Algunos, por ello, comparan la elección de Prevost con la de Karol Wojtyla en 1978, cuando la apuesta fue responder al mundo comunista.
Pero el Papa no solo busca alzarse como una voz poderosa frente a un orden mundial en crisis, sino también ha dejado claro que pretende responder a las amenazas y desafíos que está planteando la actual revolución tecnológica y la inteligencia artificial. Lo dijo el propio Pontífice en su primer encuentro con los cardenales. “Pensé tomar el nombre de León XIV”, apuntó, “por varias razones, pero la principal fue porque el Papa León XIII, con la histórica encíclica Rerum Novarum afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos”. Señales que dan cuenta de que el nuevo líder de la Iglesia Católica busca tener un rol activo en un mundo cambiante.
León XIV, sin embargo, tendrá que responder también a desafíos internos de la propia Iglesia Católica. No solo está llamado a hacerse cargo de la crisis económica que atraviesa el Vaticano, agravada por los problemas de gestión y la caída de las donaciones en los últimos años, sino que deberá también reparar las divisiones al interior de la jerarquía, que se acrecentaron durante el pontificado del Papa Francisco. Muchos han destacado la historia de vida de León XIV como misionero, hijo de inmigrantes y hábil gestor en la curia, como evidencia de su capacidad de aunar posiciones y volverse puentes entre mundos distintos. Deberá dar prueba de ello. Por ahora, su elección en solo dos días mostró la extraordinaria capacidad de los cardenales para lograr acuerdos en un mundo donde prima la polarización y muchos ven la concesión como debilidad.
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