Cada vez que tiramos de la cadena, ocurre una pequeña "erupción" invisible en el cuarto de baño. No es una exageración literaria: la ciencia lo llama 'toilet plume', o pluma de inodoro: un fenómeno por el cual una descarga de agua lanza al aire miles de partículas microscópicas cargadas de todo lo que acabas de depositar en la taza.
Un consejo. Durante años, ha sido bastante sencillo: bajar la tapa antes de pulsar el botón del váter. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que este gesto, aunque sea útil, no es el escudo definitivo que creíamos.
Un volcán microscópico. Cuando el agua entra con fuerza en la taza para limpiar los residuos que hemos depositado, el impacto genera bioaerosoles. Estas gotas son tan ligeras que pueden permanecer suspendidas en el aire durante minutos o incluso horas, algo que puede ser bastante peligroso para aquellas personas que tengan unas defensas bajas.
Un cóctel biológico. Según las revisiones científicas que se han hecho al respecto, las nubes invisibles de las que hablamos son auténticos cócteles con numerosos agentes biológicos. En ellas se ha hallado por ejemplo bacterias como son Escherichia coli, Salmonella, Shigella y Clostridium. Esto es algo que se magnifica cuando hablamos que en un solo gramo de heces puede haber hasta 1.000.000.000.000 partículas virales.
Y esto es algo que se magnifica en los baños públicos, como se ha dejado ver en los estudios científicos, que las bacterias no se encuentran solo cerca del váter, sino que también en los suelos y los lavabos, confirmando que la contaminación no se queda estancada en el aire.
El mito de la tapa. A priori bajar la tapa debería ser una clara solución para evitar que las bacterias salieran, y aunque ayuda un poco, la realidad es que no es perfecta. Según la ciencia, bajar la tapa reduce la dispersión de las gotas visibles entre un 30 y un 60%, siendo una mejora sustancial par evitar que las partículas más pesadas aterricen incluso en el cepillo de dientes.
Sin embargo, hay un problema de diseño: el hueco entre la taza y el asiento. Los aerosoles más finos (partículas de menos de 1 µm) son expulsados a presión por esas ranuras. En experimentos con virus como el MS2, se ha comprobado que hasta un 57% de los aerosoles logran escapar incluso con la tapa cerrada. Y una vez fuera, su tamaño les permite evitar muchos filtros de aire convencionales.
No es solo el asco. Como explica el microbiólogo Raúl Rivas, esto no es solo un debate sobre la higiene estética. Tirar de la cadena sin bajar la tapa libera muchos virus y bacterias que incluso pueden ser resistentes a los antibióticos.
Pero esto es algo que se amplifica mucho en los baños públicos, donde la ventilación es deficiente y donde hay una gran cantidad de personas al día. Aquí hay una gran concentración de partículas que por su pequeño tamaño pueden ser inhaladas o depositadas en las superficies que tocamos como el pomo de la puerta o el dispensador de papel.
Qué se debe hacer. La ciencia no dice que dejes de bajar la tapa, ya que sigue siendo lo mejor para las gotas más grandes, pero sugiere que no es suficiente. Es por ello, que los consejos que podemos aplicar sobre todo en el ámbito doméstico son los siguientes:
El resumen es bastante claro: el inodoro es un generador de aerosoles microbicidas muy eficiente, y bajar la tapa es el primer paso aunque no sustituye a una buena higiene y ventilación.
Imágenes | Giorgio Trovato CDC
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La noticia
Llevamos toda la vida bajando la tapa del inodoro por higiene. La ciencia tiene malas noticias: no es suficiente
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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