Han pasado casi 2.000 años desde que el monte Vesubio desatara un infierno piroclástico que arrasó todo lo que se encontraba a su alrededor. Eso fue lo que acabó con Pompeya, pero también fue lo que le dio la eternidad.
La ciudad romana empezó a ser excavada en 1739 y, según creemos, un tercio de la ciudad sigue aún bajo tierra. Por eso, aún sigue sorprendiéndonos.
Una obra a medio hacer. Aquella semana del verano del año 79 después de Cristo, la domos primera de la ínsula X de la IX regio estaba en obras. Esto no es lo sorprendente, claro. Toda Pompeya llevaba casi dos décadas (desde el terremoto del 62) en obras. Sin embargo, lo curioso es que la noche del 24 de agosto pilló a los obreros con todo empantanado.
Plomadas, cinceles y pesas; tejas amontonadas, ladrillos de toba; ánforas llenas de cal, materiales de derribo reutilizados y montones de puzolanas repartidos por el suelo. Todo ha permanecido ahí, sin tocar, hasta que un equipo del Departamento de Ingeniería Civil del MIT los encontró y catalogó.
"El arma del delito". Al reconstruir la escena y estudiar los procesos, los investigadores llegaron a la conclusión de que esos albañiles dejaron pruebas incontrovertibles de cómo mezclaban cal viva "en caliente" con cenizas volcánicas para crear un hormigón capaz de repararse a sí mismo.
De hecho, como recoge Miguel Ángel Criado, la cosa va más allá: el análisis químico y cristalográfico de los materiales revela cal viva (óxido de calcio) en el hormigón estructural y cal apagada (hidróxido de calcio) en losmorteros de acabado, confirmando así un doble uso diferenciado.
¿Hemos encontrado, por fin, la clave del hormigón romano?
Una pregunta recurrente. En 2023, ya decía que "cada cierto tiempo, el mundo redescubre el hormigón romano y alucina con la durabilidad de un material que permite que el Panteón de Agripa lleve 2.000 años en pie". "Mientras los hormigones modernos se agrietan a las pocas décadas", suelen añadir.
De paso, "casi con la misma regularidad, hay algún científico o ingeniero que asegura haber encontrado el secreto clave de que eso sea así". Pero lo cierto, la verdad verdadera, es que pese a su indudable interés historiográfico (y su potencial para iluminar nuestro conocimiento de las prácticas de albañilería de la Roma del siglo I), el hype está siempre injustificado.
Los dos errores del hormigón romano. Cuando se habla de hormigón romano se suelen cometer un montón de errores, pero hay dos recurrentes: el primero es "el sesgo del superviviente".
Como nos recordaba Manuel F. Herrador, profesor de Hormigón Estructural de la Escuela de Caminos de la Universidade da Coruña, la idea de la extraordinaria calidad del hormigón romano viene de estudiar, precisamente, las mejores estructuras que hicieron, las que mejor se han conservado. En cambio, la mayor parte de lo que construyeron los romanos ya ha desaparecido por completo y no se puede estudiar.
El segundo error es más básico aún y se basa en obviar que con el hormigón romano no podríamos hacer ni una décima parte de las cosas que hacemos hoy con los hormigones modernos. Por ejemplo, hoy podemos hacer "piezas" largas y relativamente estrechas gracias al hormigón armado. Eso era imposible con las técnicas constructivas romanas y es lo que hace que nuestras estructuras se corroan antes.
¿A quién no le va a gustar un hormigón romano...? Ya sabíamos que el hormigón romano no es un único material milagroso, sino una familia de recetas adaptadas a entornos y recursos locales (puertos, templos, calzadas, termas). Este hallazgo no hace sino confirmarlo; pero, de forma calculada, se usa para aprovechar la expectación que genera este material en el imaginario público.
Y si no fuera porque invisibiliza el excelente trabajo de los investigadores contemporáneos, tampoco sería un problema. Porque lo que es evidente es que no hacemos "hormigón a la romana" no por desconocimiento; no lo hacemos porque no queremos, porque no sirve para el mundo que queremos construir.
Imagen | Andy Holmes
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La noticia
Llevamos tres décadas fascinados, confusos e intrigados por el "hormigón" romano. Pompeya nos lo va a resolver
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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