“Lo ideal sería desayunar a las nueve y cenar a las cuatro”, asegura una bióloga y experta en microbiota
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“Lo ideal sería desayunar a las nueve y cenar a las cuatro”, asegura una bióloga y experta en microbiota

Asun González destaca que muchas dolencias digestivas tienen origen en desequilibrios del ecosistema intestinal y propone recuperar hábitos naturales como comidas más tempranas y una dieta sencilla basada en verduras, pescado y agua
“Somos un saco de bichos”, afirma con contundenciaAsun González, bióloga,asesora nutricionaly autora del libroTú también tienes SIBO. Según explica, entender el papel de la microbiota humanaes clave para combatir las crecientesdolencias digestivas, que afectan a buena parte de la población.
En el pódcastTiene Sentido, fuente de estas declaraciones, González profundiza en un tema que a menudo se subestima: la microbiota tiene también sus propios ritmos circadianos, que se alteran con hábitos modernos comocomer a deshoras o abusar de ultraprocesados.
La microbiota también necesita descansar
Aunque suene sorprendente, González asegura que “lo ideal sería desayunar a las nueve y cenar a las cuatro”. Reconoce que en España eso resulta casi utópico, pero subraya que los ritmos naturales de la microbiota requieren pausas y horarios estables. Comer tarde o de forma desordenadaaltera el trabajo de las bacterias intestinales, lo que puede derivar en hinchazón, gases y digestiones pesadas.
No se trata solo de molestias menores. Según estudios del Instituto de Salud Carlos III y la Sociedad Española de Patología Digestiva, se estima que entreel 60% y el 80% de la población experimenta molestias digestivas con frecuencia. Para González, parte del problema reside en lo que denomina “déficit de vida evolutiva”: nuestros hábitos de vida han cambiado más rápido de lo que nuestro cuerpo —y sus microbios simbiontes— pueden adaptarse.

SIBO: un desequilibrio cada vez más frecuente
Una de las consecuencias más conocidas de estaalteración de la microbiota es el SIBO(Small Intestinal Bacterial Overgrowth o Sobrecrecimiento Bacteriano del Intestino Delgado). Lejos de ser una infección clásica, es una descompensación en la distribución o el número de bacterias en el intestino delgado.
Los síntomas —hinchazón, gases excesivos, dolor abdominal, diarreas o estreñimiento— pueden confundirse con otras patologías y volverse crónicos si no se tratan. Expertos del Hospital Clínic de Barcelona o del Mount Sinai Hospital en Nueva York coinciden en que el SIBO suele estar vinculado a factores como el uso repetido de antibióticos, el estrés, alteraciones en la motilidad intestinal o intolerancias alimentarias no diagnosticadas.
Asun González enfatiza que no hay atajos mágicos para tratarlo: “Curar el SIBO es posible, pero requiere entender el origen del desequilibrio, apoyarse en profesionales y mantener rutinas saludables”.
Dieta pesco-mediterránea y ayuno intermitente con sentido común
Para González, la clave está en la alimentación, pero sin caer en complicaciones ni menús imposibles. Propone una dieta pesco-mediterránea sencilla:pescado, verduras frescas, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y agua como bebida principal.

Asimismo, aconseja el ayuno intermitente, pero adaptado a los ritmos del sol. No se trata de ayunar de forma extrema ni por modas, sino de respetar ventanas de ingesta más coherentes con los ritmos circadianos humanos y bacterianos. En la práctica, esto significa evitar cenas tardías, algo muy frecuente en España, y garantizar un descanso digestivo nocturno más largo.
Numerosas investigaciones respaldan esta idea: un estudio de 2019 publicado enCellevidenció que las bacterias intestinales tienen sus propios ciclos de actividad y reposo, que se alteran si el huésped (nosotros) come o ayuna a horas inadecuadas.
Probióticos y prebióticos: aliados con matices
González también advierte sobre la moda de los probióticos y prebióticos vendidos como solución universal. Aunque son esenciales como“abono del jardín intestinal”, no vale cualquiera ni en cualquier momento. “Hay que seleccionar bien las cepas, combinarlas con dieta adecuada y evitar la trampa de los suplementos sin control”, explica.
En el plano científico, la evidencia sobre la eficacia de los probióticos varía mucho según la cepa, la dosis y la indicación. Organizaciones como la Organización Mundial de Gastroenterología recomiendan asesoramiento profesional antes de consumirlos, para evitar expectativas poco realistas o incluso efectos adversos.
Una salud integral: del intestino al cerebro y la piel

Otro punto clave es la visión integral de la salud que propone González. El intestino no es solo digestión: está en constante diálogo con el sistema nervioso (el conocido eje intestino-cerebro), el sistema inmune y la piel. Por ello, síntomas como eccemas, fatiga crónica o incluso ansiedad pueden tener como origen un desequilibrio de la microbiota.
Esta visión está respaldada por décadas de investigación sobreel eje microbiota-intestino-cerebro. La revistaNature Reviews Microbiologyha documentado cómo ciertos metabolitos bacterianos influyen en neurotransmisores como la serotonina y en la respuesta inflamatoria sistémica.
Recuperar hábitos más naturales
González insiste en que no se trata de rechazar la tecnología ni volver a la vida prehistórica, sino de recuperar ciertos hábitos básicos: comer alimentos frescos y mínimamente procesados, moverse más, dormir mejor y respetar horarios más naturales.
“La modernidad nos ha pasado por encima”, advierte, aludiendo a cómo los ultraprocesados, la falta de sueño y el sedentarismo dañan nuestros “viejos amigos” microbianos. Su mensaje es claro: para cuidar la salud, es esencial cuidar también el universo microbiano que llevamos dentro.
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