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SEÑOR DIRECTOR:
Con cada elección presidencial reaparece la misma pregunta: ¿sirven de algo los debates? ¿Realmente influyen en la decisión de los votantes? Frente al escenario polarizado que protagonizan José Antonio Kast y Jeannette Jara, vale la pena planteárselo.
La evidencia muestra que los debates no suelen mover grandes masas de votantes, pero sí pueden reforzar percepciones, generar dudas o dejar al descubierto fortalezas y debilidades. La ciudadanía no sólo escucha lo que se dice, sino que observa cómo se responde, calidad y coherencia de los argumentos, reacciones a la crítica y a la presión. Y todo eso importa, porque proyecta cómo se ejercerá el poder si se llega a La Moneda.
Ahora, cuando la elección está a la vuelta de la esquina, los discursos racionales ya no cambiarán el cuadro. Quien decide su voto por ideas ya decidió. El debate puede influir si conecta con la emocionalidad de los indecisos, electorado despolitizado que no busca soluciones mágicas sino gestos, empatía, carácter, algo que le haga sentido o simplemente le genere confianza.
En tiempos de campañas deslucidas y eslóganes repetidos, los debates son de los pocos espacios donde algo pueden influir los candidatos. Si no cambian el voto, al menos nos recuerdan que somos las personas quienes decidimos.
Gustavo Campos
Investigador del Centro Democracia y Opinión Pública, U. Central
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