Los argumentos de la Fiscalía para la frustrada incautación de los teléfonos de Isabel Allende, Maya Fernández y Miguel Crispi
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Los argumentos de la Fiscalía para la frustrada incautación de los teléfonos de Isabel Allende, Maya Fernández y Miguel Crispi

En un documento de 21 páginas y en completo sigilo, los últimos días de febrero pasado el fiscal adjunto de la Unidad de Análisis Criminal y Focos Investigativos de la Fiscalía Regional de Coquimbo, Ricardo Soto Molina, se dirigió al Séptimo Juzgado de Garantía para solicitar permiso para una medida inédita: incautar al mismo tiempo el teléfono de tres altas autoridades en ejercicio involucradas en la fallida compra de la casa que perteneció al expresidente Salvador Allende.
Por esos días, la senadora Isabel Allende (PS); la ministra de Defensa, Maya Fernández -ambas dueñas de un porcentaje de la propiedad- (PS), y el jefe de asesores del segundo piso de La Moneda, Miguel Crispi, todavía estaban en pleno ejercicio de sus cargos. Días más tarde, Fernández y Crispi renunciarían a sus funciones, y la Allende sería destituida por el Tribunal Constitucional.

Además de las mencionadas autoridades, la solicitud de Soto también pidió incautar los teléfonos del abogado de la familia Allende, Felipe Vio Lyon; del jefe de seguimiento de políticas públicas de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres), Leonardo Moreno Nuñez; y de la sectorialista del área de Defensa, Cultura y Bienes Nacionales de la misma cartera, Bernardita Nazar Díaz.
Los argumentos del fiscal
En el requerimiento el persecutor partió asegurando que Allende y Fernández, “infringiendo la prohibición constitucional y legal de contratar con el Estado en virtud de sus cargos, habrían obtenido un beneficio económico mediante la extensión en su favor, de dos cheques por un monto total que asciende a $155.524.579.- y $311.049.158.-, respectivamente”.
Luego, Soto hace mención a la declaración entregada ante la Fiscalía por Francisca Moya Marchi, jefa de la División Jurídico-Legislativa de la Segpres, debido a “la premura para solicitar la premura de estos decretos” desde el Ministerio de Bienes Nacionales, los documentos fueron revisados inicialmente por Lucas Vera, quien a la fecha sólo era egresado en derecho y no había jurado ante la Corte Suprema para convertirse en abogado.

Además, el fiscal argumentó que los antecedentes entregados por Nélida Pozo Kudo, Directora Nacional del Servicio de Patrimonio Cultural, relativos al aumento presupuestario de la cartera para asumir la compra de la casa, así como los contactos que la funcionaria tuvo con Felipe Vio y Genaro Cuadros, director de la Fundación Salvador Allende, darían cuenta de las presiones ejercidas por la familia Allende para concretar la venta de la casa al fisco.
“Se torna sospechoso y justifica la necesidad de la medida, que conforme a los antecedentes que se exponen, ambas autoridades Ministra Fernández y Senadora Allende, no sólo intervienen en las tratativas de venta, directamente en el caso de esta última, sino que a través de persona interpuesta, como en el caso del mandatario especialmente facultado para ello, Felipe Vio Lyon, con quién además ambas mantienen un vínculo familiar por ser actual pareja de Marcia Tambutti Allende, hija de la senadora", sostuvo el fiscal Soto al tribunal.
La afinidad política
A lo anterior, la fiscalía agregó también otra declaración como antecedentes. Se trata del testimonio de José Cortés Vega, asesor de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultura, quien relató que fueron Vio y Cuadros quienes le hicieron entrega de un proyecto para la compraventa de la casa de Allende “proponiendo un modelo de gestión, que involucre a la Fundación Salvador Allende (FSA), que recibiría en comodato de parte del Fisco” la propiedad.
Además, Cortés relató que en una visita efectuada a la propiedad a fines de mayo de 2024 fueron recibidos por la misma senadora Allende y su abogado, Felipe Vio. Y también, que en julio de ese año se realizó una reunión en el Palacio de La Moneda donde se le informa “dando motivos no muy específicos” que la compra debía ser realizada por el Ministerio de Bienes Nacionales.
Para el fiscal, todo lo anterior se reforzaba si se consideraba que “cobra especial relevancia, la clara existencia de vínculos o afinidades políticas entre los funcionarios que participan en el proceso de gestación del Decreto Supremo respectivo las personas que forman parte de la comunidad vendedora”.
Otro de los puntos en los que Soto puso énfasis, fue en el alza de precio que tuvo la vivienda y que como dio a conocer La Tercera en marzo pasado, subió de $828 millones a $922 millones en sólo dos semanas.
El “pinchazo” telefónico
El último antecedente entregado por Soto en su requerimiento, fue la interceptación telefónica realizada a Miguel Crispi en en marco del Caso ProCultura -revelada ayer por La Tercera- y que fue autorizada en noviembre pasado por el Juzgado de Garantía de Antofagasta.
En ella, a juicio del fiscal, “se corroboraría la efectiva intervención e influencia ejercida por la senadora Isabel Allende, la ministra de Defensa Maya Fernández y el abogado Felipe Vio respecto de otros funcionarios públicos que forman parte del gobierno”.
“Es revelador lo indicado por Miguel Crispi a su interlocutora a quién le señala textualmente refiriéndose a la senadora: “Si bueno, ella tiene mucha responsabilidad en esto, mucha” preguntando su interlocutora: “¿Ella lo pidió?”, respondiendo: “ósea, llamó hasta al portero del Ministerio Webiando, webiando, webiando, que se haga, que se haga, que se haga, que se haga así, que se haga así, tiene mucha responsabilidad y el abogado de la familia Allende”, transcribió el persecutor en su requerimiento.

Por último, la solicitud señala que la mamá de Crispi respondió “qué increíble”, a lo que el ex jefe de asesores de La Moneda retrucó “sí y la Maya, ósea yo creo que es una familia totalmente incompetente”.
Para Soto, dice el escrito, los antecedentes para investigar la compra “no están documentados o publicados y que, generalmente, se encuentran en conversaciones privadas, lo que nos obliga a indagar en una esfera más personal de los sujetos involucrados, en conversaciones que no se encuentran si no generalmente en sus teléfonos celulares, en correos personales, antecedentes a los cuales no se puede acceder si no a través de las diligencias que se solicitan en este escrito a SS.”
Finalmente, el 27 de febrero pasado, el juez el juez Cristian Azócar Carmona del Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago consideró que los antecedentes presentados por el Ministerio Público no eran suficientes y no accedió a la incautación de los equipos electrónicos requeridos.
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