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Los "foodies" ha convertido los centros históricos de Italia en un infierno, así que las ciudades están poniéndose serias

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Italia está en guerra. En una no tan particular y que comparte con otros países y ciudades: la batalla para frenar el turismo de masas. Lo está intentando con todas sus fuerzas mediante tasas más altas, tarifas de entrada que doblaron tras el éxito inicial, un veto a las cajas de llaves y hasta impuestos a los perros de los turistas. Ahora, varias ciudades se han puesto de acuerdo en una cosa: frenar a los ‘foodies’.

¿Cómo? Prohibiendo la apertura de nuevos restaurantes en los centros históricos.

En corto. Ir por el casco histórico de cualquier ciudad italiana es adentrarse en un parque de atracciones culinario. No sólo hay restaurantes mires donde mires, sino que éstos constituyen una feria en la que los carteles llamativos apelando a la tradición y los artesanos que preparan pasta fresca frente a los ventanales de los locales, cual animales de circo, son una constante.

Ahora, ciudades como Roma, Turín, Florencia, Palermo o Bolonia han puesto en marcha restricciones a la hora de abrir nuevos restaurantes en sus cascos históricos.

Matej Buchla Hlveyv1f8no Unsplash

Desplazando a la población. Aunque a los italianos les gusta su cocina tradicional como al que más, se están cansando de que los centros de sus ciudades se conviertan en parques temáticos. Hay calles especialmente sangrantes, como Via Maqueda en Palermo o Via del Pellegrino en Roma (en menor medida), que básicamente son una sucesión de locales.

Como comenta The New York Times, cientos de nuevos restaurantes han abierto durante la última década en apenas unas calles de esos puntos turísticos, locales que se visten de tradición, pero que no lo son y desplazan a la población local lejos de sus casas.

Es algo que se ve en muchas otras ciudades del mundo en la que la turistificación está haciendo que el precio del suelo suba en puntos muy concretos, también el de los alquileres, y los locales ven cómo los comercios tradicionales desaparecen mientras florecen otros ligados a ese consumismo.

“Hay que proteger el centro”. En el caso de Italia, se busca luchar contra la gentrificación gastronómica, que está reemplazando mercados históricos y tiendas de proximidad por negocios dirigidos al turista masivo, y también se quiere proteger la autenticidad y la vida diaria de los ciudadanos.

Pero también se quiere preservar la tradición y la diversidad frente a modelos más homogéneos o franquiciados. Luisa Guidone, concejala de Comercio de Bolonia, comenta que “hay que proteger el centro, manteniendo la mezcla de locales existentes que permitan a los ciudadanos tener su experiencia cotidiana a la hora de comprar”.

Cada uno hace su guerra. Como decimos, la prohibición o limitación a la hora de abrir locales no parte de una iniciativa nacional, sino de cada municipio. En Palermo, expresamente se han prohibido las nuevas licencias de restaurantes en zonas emblemáticas como Via Maqueda. En Florencia, nada de nuevas aperturas de bares, restaurantes o cualquier local alimentario en más de 50 calles del centro y algunas periféricas.

En la mencionada Bolonia, hasta junio de 2028 se estudiarán al dedillo los nuevos proyectos destinados a actividades comerciales que quieran abrirse en el núcleo histórico y en Roma o Turín, más de lo mismo (sobre todo alrededor del Vaticano). Luego, hay excepciones. Por ejemplo, Florencia permite abrir locales como galerías de arte, librerías o artesanía, cualquiera que no esté enfocado a la hostelería masiva.

No sólo comida. Pero esto va más allá de la gentrificación gastronómica. En el Corriete di Bologna podemos leer que las restricciones implican que, hasta 2028, estará prohibido abrir en el centro histórico nuevos locales de cambio de dinero, locutorios (que son centros telefónicos, puntos de conexión a Internet y transferencia de dinero), así como los “compro oro” o máquinas automáticas de ‘tragaperras’.

Debate. Ahora bien, promover algo así es complicado cuando el turismo representa casi el 12% de la economía italiana y el turismo gastronómico es una importante fuente de ingresos. De hecho, en el artículo de NYP recogen declaraciones de turistas que sólo quieren comer.

También las de responsables de FIPE, la Federación Italiana de Empresas de Alimentos y Turismo, que apuntan que “a veces, el Coliseo es una excusa para un estadounidense entre un cacio e pepe y una amatriciana”. Además, se critica que sea cada ciudad la que esté haciendo la guerra por su cuenta y no haya una ley promovida a nivel nacional.

De la manera que sea, como decíamos al principio, es evidente que Italia tiene un problema con este turismo masivo que está desplazando a la población que realmente vive en esas ciudades. Comercios de toda la vida han cerrado o se han reconvertido, pasando de vender alimentos útiles para los ciudadanos a platos tradicionales envueltos de forma llamativa para los turistas. Y encontrar el equilibrio se antoja tremendamente complicado.

Imágenes | Anna Church, Maxime Steckle, Matej Buchla

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La noticia Los "foodies" ha convertido los centros históricos de Italia en un infierno, así que las ciudades están poniéndose serias fue publicada originalmente en Xataka por Alejandro Alcolea .

Noviembre 1, 2025 • 1 día atrás por: Xataka.com 7 visitas

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