Los valientes perros de la Primera Guerra Mundial que fueron clave para salvar a miles de soldados
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Los valientes perros de la Primera Guerra Mundial que fueron clave para salvar a miles de soldados

Mientras los humanos combatían en las trincheras, miles de perros cruzaban zonas peligrosas para salvar vidas, labor que cambió la historia militar para siempre
Cuando la humanidad se adentró en una de sus épocas más oscuras, los campos de batalla no solo se llenaron de soldados, trincheras y bombas, sino que también estuvieron poblados por miles de perros que, con valentía y lealtad, cambiaron el curso de muchas vidas.
Durante la Primera Guerra Mundial, estos animales fueron más que simples acompañantes y se convirtieron en rescatistas, mensajeros, centinelas y, en muchos casos, en el único consuelo emocional para hombres enfrentados al horror de la guerra.
Aunque la Cruz Roja Americana no utilizó perros de forma oficial en ese conflicto, muchas de sus sociedades hermanas en Europa sí lo hicieron. Las historias que emergen desde entonces revelan el impacto profundo que estos animales tuvieron en la logística, la moral y la supervivencia en el frente.
Perros rescatistas, centinelas y mensajeros

Los llamados “perros de la misericordia” fueron entrenados específicamente para localizar a soldados heridos entre el barro, los escombros y el alambre de púas. Según las imágenes del Departamento de Defensa de Estados Unidos, estos peludos amigos llevaban alforjas con suministros médicos que los combatientes podían utilizar.
En un inicio, estaban entrenados para regresar con una prenda o un objeto del herido para dar alerta a su cuidador. Más adelante, este método fue sustituido por algunas unidades de la Cruz Roja, que enseñaron a los canes a volver con una correa en la boca para señalar que habían encontrado a alguien con vida. Durante la guerra de trincheras, se estima que alrededor de 20 mil perros actuaron como paramédicos improvisados. Sus intervenciones fueron cruciales para salvar vidas en medio de un entorno en el que los equipos médicos no siempre podían acceder con rapidez.
Además de su labor sanitaria, muchos perros transportaban municiones, agua, raciones e incluso paquetes de hasta 13 kilos a través de zonas bombardeadas. Otros, gracias a su fino oído y olfato, fueron entrenados como centinelas para advertir la presencia del enemigo.
Los perros mensajeros también resultaron esenciales, pues en condiciones de niebla, oscuridad o bajo fuego enemigo, eran considerablemente más rápidos que los humanos y más confiables que las palomas mensajeras. Su pequeño tamaño los hacía objetivos difíciles de alcanzar, y su instinto de orientación les permitía cumplir misiones complejas con gran precisión.
El legado de los perros de apoyo en las guerras

De acuerdo con un artículo de la Cruz Roja Americana, el adiestramiento de estos animales era riguroso. Primero se evaluaban cualidades como la obediencia, la resistencia, el olfato, el temperamento y la capacidad para soportar ruidos fuertes. Luego se les enseñaba a distinguir entre aliados y enemigos, así como a reconocer cuándo un soldado podía ser auxiliado o ya no presentaba signos de vida.
Entre las razas más utilizadas destacaban el airedale terrier, el pastor alemán, el schnauzer gigante y el dóberman pinscher, elegidos por su fuerza, agilidad e inteligencia. Los alemanes y los británicos fueron pioneros en el uso sistemático de perros en combate, incluso estableciendo escuelas especializadas de adiestramiento. En tanto, el ejército estadounidense —que aún no contaba con un programa oficial de perros de trabajo— observó con atención estas prácticas y tomó nota para futuros conflictos.
De hecho, aunque la participación formal de perros en el ejército de Estados Unidos no se consolidó hasta décadas después, ya durante la Primera Guerra Mundial hubo equipos estadounidenses que improvisaron su uso. Charles Dean, autor del libro Soldados y perros de trineo, relató cómo un grupo de soldados en los Alpes franceses utilizó perros para rescatar a militares atrapados tras una intensa nevada. A pesar del fuego enemigo, el guía y sus animales descendieron por la montaña, cargaron 14 trineos con suministros y regresaron cinco días después para salvar al destacamento aislado. Este acto le valió la Cruz de Guerra, una de las más altas condecoraciones francesas.
La valentía de estos animales no pasó desapercibida. Tras la guerra, se erigieron monumentos en su honor y se instituyeron medallas como la Dickin Medal, equivalente animal de la Cruz Victoria, para reconocer su servicio. Su contribución sentó las bases del uso moderno de perros en tareas de búsqueda, rescate, detección de explosivos y apoyo emocional.
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