Debo confesarlo: tengo un ritual que los que me ven haciéndolo no entienden. Cada vez que vuelvo o voy a un viaje, aprovecho para poner en orden algunos de mis objetos personales, entre ellos el móvil. Lo saco de su funda, y limpio ambos con la dedicación de un relojero. Puedes tu también pensar que soy maniático (un poco sí), pero la realidad es que he visto demasiados teléfonos impolutos que, al retirarle la carcasa tras unos años, revelan una trasera llena de picaduras y microarañazos.
No se les cayeron nunca, precisamente a las personas más cuidadosas que conozco les ha ocurrido. Lo cierto es que, el problema no estaba fuera, estaba entre la funda y el móvil. Y tiene una explicación científica que quizá te haga reflexionar: aunque la funda se ha diseñado para proteger, con el tiempo puede convertirse en el peor enemigo del propio teléfono. Todo depende de las condiciones en las que esté.
La ingeniería detrás del daño
Solemos pensar que la funda actúa como un sellado hermético, pero es una falsa sensación de seguridad. Por mucho que esta encaje a la perfección, siempre existirá una brecha, aunque sea microscópica, entre el material protector y el cuerpo del teléfono. En el día a día, al meterlo en el bolsillo o dejarlo sobre una mesa, partículas de polvo, pelusas, granos de sílice o arena se filtran en este espacio invisible para nosotros.
Y el problema no es que entren, sino la fricción continua que producen que producen: cada vez que agarramos el móvil —presionamos un botón o caminamos con él— se producen pequeños movimientos. En ingeniería, esto se conoce técnicamente como el desgaste abrasivo de tres cuerpos.
En este escenario, tenemos dos cuerpos principales (la funda y el móvil) y un tercer cuerpo intruso (las partículas de suciedad). Al ser duras y quedar atrapadas entre las dos superficies en movimiento, deja de ser simple polvo para actuar como una diminuta herramienta de corte o lija que va erosionando el material más blando.
La escala de Mohs nos ayuda a entenderlo
Aquí es donde la ciencia de materiales nos da la clave definitiva: la dureza. Para entender por qué un simple grano de polvo puede dañar un móvil, debemos mirar la escala de Mohs. Esta escala mide la dureza de los materiales con niveles que van del 1 al 10.
Ahora es fácil de comprender, pongo un ejemplo: el aluminio anodizado de los marcos de un iPhone o Galaxy (y no digamos el policarbonato de los móviles económicos) tiene una dureza relativa baja, rozando el nivel 3. Mal asunto para su aspecto premium.
¿Cómo es la de los elementos que se cuelan entre la funda y el móvil? Pues el polvo común contiene partículas de cuarzo y sílice, que alcanzan una dureza de nivel 7. Es física pura y dura: un material más duro siempre rayará en contacto a uno más blando. Presionadas por la funda, esas partículas son más duras que nuestros teléfonos y en esencia actuarán como he comentado.
Además, el material de tu funda importa, y mucho. Pueden no parecerlo, pero las fundas blandas suelen ser peores que las rígidas. Los materiales como la silicona o el TPU tienen cierta viscosidad, algo que provoca que cualquier grano de arena entre y se quede incrustado en el interior.
Eso sí, si la trasera de tu móvil es de cristal templado, estás medianamente a salvo: este vidrio ronda el nivel 6 en Mohs. El problema es mayor para los marcos de aluminio o plástico, que están vendidos. De hecho, no te resultará raro ver un teléfono de policarbonato brillante mal conservado que termina lleno de pequeñas abrasiones y un aspecto bastante desagradable.
Higiene semanal como única solución
Foto de Lars Kaizer para Unsplash
La única forma de evitar esto no es comprar fundas más caras, sino darle un buen mantenimiento. De ahí mi pequeña obsesión y un humilde consejo: si quieres que siga teniendo la misma presencia que el primer día, es necesario romper el ciclo de fricción.
Para ello, una vez a la semana, retira la funda. Utiliza un paño de microfibra suave (sin líquidos agresivos) para limpiar la trasera y los cantos del móvil. Personalmente, pongo particular empeño en estos últimos que es donde se acumula mayor tensión abrasiva.
Y ojo, lo más importante: limpiar también el interior de la carcasa. Si es de plástico, le va bien con agua y jabón; si tiene algún material textil, usa un quitapelusas para extraer las partículas incrustadas que no salen con aire. Solo eliminando la arenilla ya evitarás que la física haga su trabajo destructivo, y a la larga, tu móvil conservará su aspecto. Es todavía más importante si sueles cambiar de móvil en el mercado de segunda mano: lo agradecerá tu cartera.
Imagen de portada | Generada con Nano Banana por Pepu Ricca para Xataka Móvil
En Xataka Móvil | El truco de la pajita es el mejor consejo para mi móvil que no conocía. Así se puede mantener el smartphone libre de polvo
-
La noticia
Me llaman maniático porque quito y limpio a fondo la funda de mi móvil, pero es la mejor manera para evitar desgastes
fue publicada originalmente en
Xataka Móvil
por
Pepu Ricca
.
🔥 Ver noticia completa en XatakaMovil.com 🔥
