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La Corte de Apelaciones de Valparaíso confirmó este sábado el inicio formal del procedimiento para desalojar la megatoma del cerro Centinela, en San Antonio, luego de validar el plan operativo presentado por la Delegación Presidencial Regional.
El tribunal —mediante resolución de la Sala de Cuenta— determinó que, considerando el decreto de expropiación ya vigente y el documento operativo ingresado por el Ejecutivo, el proceso puede comenzar «en los términos planteados por la Delegación Presidencial». La medida afecta únicamente al terreno que no forma parte de las 115 hectáreas declaradas para expropiación, superficie que alberga a cooperativas de vivienda y organizaciones formales.
El plan del Gobierno estima que unas 2.200 familias serán desalojadas, al no estar contempladas en el polígono protegido por la expropiación. Se trata del mayor desalojo masivo autorizado en más de una década.
Aun así, no hay fecha.
Y es precisamente ese vacío el que abre la interpretación política.
En sectores del oficialismo y de la oposición se instaló una lectura compartida —aunque por razones distintas—: La Moneda está preparando un operativo que probablemente no ejecutará, pero que quedará listo para ser aplicado por el próximo gobierno.
¿Por qué?
Las razones políticas y temporales convergen:
El operativo —ya autorizado, listo y sellado judicialmente— se convierte así en una bomba de tiempo programada para detonar cuando otro ocupe La Moneda.
Más allá del juego político, el conflicto humano es enorme.
Las familias del sector fuera del área de expropiación enfrentan un escenario incierto: ya no se discute si habrá desalojo, sino cuándo y cómo.
El terreno que será desalojado pertenece a la inmobiliaria San Antonio S.A., que mantiene litigios y gestiones desde hace años para recuperar la superficie tomada. Su presión judicial ha encontrado respaldo en los tribunales, lo que explica la celeridad con que la Corte aprobó el plan operativo.
Pero la decisión también abre un flanco para el debate público:
¿Por qué el Estado expropia 115 hectáreas y deja fuera a más de dos mil familias sabiendo que serán expulsadas?
La respuesta oficial es técnica.
La lectura política es otra.
Si José Antonio Kast asume en marzo de 2026, recibirá un expediente listo, autorizado, respaldado por tribunales y con presión empresarial para ejecutar el desalojo.
Tres escenarios probables para un gobierno de derecha:
En cualquiera de las tres alternativas, Kast estaría atrapado en un dilema costoso.
Y La Moneda lo sabe.
El desalojo del cerro Centinela no es solo un trámite judicial ni un operativo de orden público:
es una pieza estratégica en el tablero electoral.
El gobierno actual avanza en todas las etapas técnicas necesarias, cumple con las exigencias judiciales y ordena la carpeta administrativa. Pero evita fijar fecha, dejando el acto material —y su inevitable costo político— en manos de quien gane el próximo domingo y en La Moneda dan por descontado que será Kast.
La megatoma, convertida en símbolo de la crisis habitacional y de la incapacidad del Estado para anticipar ocupaciones masivas, será también un herencia incendiaria para la próxima administración.
Una bomba de tiempo lista para estallar.
Y ahora, con autorización de la Corte, con la mecha ya encendida.
La entrada Megatoma de San Antonio: ¿Desalojo técnico o maniobra política para dejar una bomba de tiempo al próximo gobierno? se publicó primero en El Periodista.
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