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“No es seguridad, es control”: partidos progresistas rechazan estrategia de EE.UU. y denuncian ofensiva por recursos estratégicos

El Ciudadano

Cinco partidos políticos progresistas y de izquierda de América Latina emitieron una declaración conjunta de contundente rechazo a la recientemente presentada Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, acusando al gobierno de Donald Trump de impulsar una «actualización al siglo XXI» de la Doctrina Monroe que amenaza la soberanía, la democracia y la autodeterminación de los pueblos de la región.

Los firmantes –el Frente Amplio de Chile, el Frente Amplio de Uruguay, el PSOL de Brasil, el Pacto Histórico de Colombia y Nuevo Perú por el Buen Vivir– alertan que bajo una retórica de seguridad y cooperación, Washington busca en realidad obtener el «control de materias primas estratégicas» y el «alineamiento político» de los países en su disputa geopolítica global, particularmente con China.

Una Doctrina Monroe «actualizada y peligrosa»

El documento, titulado «La nueva Estrategia de Seguridad y el retorno de Estados Unidos contra la soberanía y democracias de Latinoamérica», establece desde el inicio su tesis central: «América Latina está una vez más en peligro de ocupación extranjera de su espacio marítimo, terrestre y aéreo». Según los partidos, la política exterior estadounidense «explícitamente atenta contra la autodeterminación y la estabilidad de las democracias en todo el continente».

La declaración no considera la nueva estrategia como un hecho aislado, sino como la reivindicación de un principio histórico de dominación.

«Representa una reivindicación manifiesta de la Doctrina Monroe, que estableció que cualquier intervención extranjera en el continente sería considerada un acto hostil por parte de los Estados Unidos», señala el texto y recuerda que «lo que en su discurso se representaba como salvaguarda de las repúblicas latinoamericanas, no era sino protección de su propia esfera de influencia».

Los partidos progresistas argumentan que esta doctrina ha sido «históricamente utilizada para justificar intervenciones, golpes de Estado, bloqueos económicos y diversas formas de injerencia externa», y que su «reaparición explícita» constituye una «amenaza directa» a la soberanía de los Estados latinoamericanos y a la convivencia pacífica entre las naciones de la región

«La Guerra Fría en el continente no fue más que una continuación de esta posición envanecida y beligerante de los Estados Unidos en su búsqueda por el control hegemónico del planeta», recuerdan

La modernización de esta política, según la declaración, se formula bajo el «llamado ‘Corolario Trump'», que «vuelve a concebir a América Latina como una zona de control estratégico y subordinación política, económica y militar».

Asimismo plantea que esta nueva estrategia declara abiertamente la intención «de condicionar relaciones diplomáticas, cooperación económica, presencia militar y acceso a mercados al alineamiento político de los países de la región» con los intereses de la Casa Blanca, lo cual resulta en la vulneración de principios básicos del derecho internacional, entre los que figuran «la autodeterminación de los pueblos, la igualdad soberana de los Estados y la prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza».

Para argumentar dicha planteamiento, citan textualmente un fragmento de la Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense: «Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental, y para proteger nuestra patria y nuestro acceso a geografías clave a lo largo de la región».

«La reducción de nuestros países a ‘geografías clave’ muestra sin disfraces la ansiedad de la política exterior estadounidense», afirman los partidos, quienes ven en esta lógica una negación del derecho de los pueblos a «diversificar sus vínculos internacionales y definir soberanamente sus alianzas».

«No es seguridad, es control de recursos estratégicos»

En un pasaje clave, la declaración desmonta el discurso de lucha a favor de la seguridad y en contra de la migración y el narcotráfico que emplea Donald Trump para justificar sus agresiones, cuando su interés en tomar el control de los recursos y materias primas de la región.

«Denunciamos que la retórica de la seguridad, la migración y el combate al narcotráfico opera como justificación para objetivos geopolíticos, vinculados al control de materias primas estratégicas fundamentales para la economía global contemporánea: petróleo, litio, minerales críticos, infraestructura energética y portuaria, pasos bioceánicos, control de las cadenas de suministro y logística global», afirman en el texto.

«Esta estrategia pretende asegurar ventajas competitivas para Estados Unidos en su disputa con China, reforzando un modelo extractivista que históricamente ha enriquecido a unos pocos a costa de los recursos naturales, los territorios y el trabajo de nuestros pueblos», sostienen.

Llamado a la resistencia ante la amenazas de Trump

La declaración no se queda en el análisis general, sino que enumera «hechos concretos y preocupantes» que, a su juicio, materializan la doctrina: las «reiteradas amenazas» de Donald Trump de intervenir militarmente en Venezuela, la «ocupación ilegal del Caribe», la «estigmatización» del presidente colombiano Gustavo Petro, «acusado irresponsablemente de vínculos con el narcotráfico», y la «aprobación de nuevas bases militares estadounidenses en Perú».

Frente a esta ofensiva, los partidos firmantes reafirman su compromiso con «la defensa irrestricta de la soberanía», el «rechazo a toda forma de injerencia» y la construcción de una «integración regional solidaria, democrática y autónoma».

«Rechazamos sin ambages que Estados Unidos represente a América Latina como una zona de influencia y un espacio de disputa ajena. Nuestro continente se ha construido históricamente como una comunidad de pueblos con derecho a decidir su propio destino, su modelo de desarrollo y su lugar en el mundo», señalan.

Ante este escenario hacen un llamado urgente a las fuerzas democráticas y progresistas del continente a «levantar una voz común frente a este nuevo intento de subordinación y a trabajar colectivamente por un futuro de dignidad, justicia y soberanía para nuestra región».

La declaración cierra con una advertencia: «Los partidos progresistas y democráticos de América Latina no aceptaremos esta traición a la soberanía nacional de nuestros países».

A continuación el texto íntegro:

La nueva Estrategia de Seguridad y el retorno de Estados Unidos contra la soberanía y democracias de Latinoamérica

Los partidos progresistas y democráticos de América Latina abajo firmantes declaramos públicamente nuestra profunda preocupación y rechazo frente a la denominada Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, recientemente presentada por el gobierno estadounidense. América Latina está una vez más en peligro de ocupación extranjera de su espacio marítimo, terrestre y aéreo. La política exterior de Estados Unidos explícitamente atenta contra la autodeterminación y la estabilidad de las democracias en todo el continente.

Esta estrategia no constituye un hecho aislado ni una innovación doctrinaria. Por el contrario, representa una reivindicación manifiesta de la Doctrina Monroe, que estableció que cualquier intervención extranjera en el continente sería considerada un acto hostil por parte de los Estados Unidos. Lo que en su discurso se representaba como salvaguarda de las repúblicas latinoamericanas, no era sino protección de su propia esfera de influencia. La Guerra Fría en el continente no fue más que una continuación de esta posición envanecida y beligerante de los Estados Unidos en su búsqueda por el control hegemónico del planeta.

Hoy, la doctrina Monroe se ha actualizado al siglo XXI y reformulado bajo el llamado “Corolario Trump”, con una potencia todavía de alcance mundial, aunque debilitada, que vuelve a concebir a América Latina como una zona de control estratégico y subordinación política, económica y militar.

1. Una doctrina peligrosa para Latinoamérica

La Doctrina Monroe, en cualquiera de sus versiones, ha sido históricamente utilizada para justificar intervenciones, golpes de Estado, bloqueos económicos y diversas formas de injerencia externa en los asuntos internos de nuestros países. Su reaparición explícita en el lenguaje estratégico estadounidense constituye una amenaza directa a la soberanía de los Estados latinoamericanos y a la convivencia pacífica entre las naciones.

La nueva estrategia declara abiertamente la intención de condicionar relaciones diplomáticas, cooperación económica, presencia militar y acceso a mercados al alineamiento político de los países de la región con los intereses de los Estados Unidos. Ello vulnera principios básicos del derecho internacional, entre ellos la autodeterminación de los pueblos, la igualdad soberana de los Estados y la prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza.

2. América Latina como escenario de disputa geopolítica

La estrategia estadounidense reconoce que América Latina es hoy un espacio central de la disputa geopolítica global. La Estrategia de Seguridad Nacional señala que “Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental, y para proteger nuestra patria y nuestro acceso a geografías clave a lo largo de la región”.

La reducción de nuestros países a “geografías clave” muestra sin disfraces la ansiedad de la política exterior estadounidense ante un escenario de reconfiguración geopolítica. El futuro económico, político y tecnológico del planeta tiene como su zona privilegiada el Océano Pacífico. Esta nueva orientación del sistema internacional hacia una configuración multipolar tiene su foco en la competencia entre grandes potencias y, más particularmente, el conflicto con China. Sin embargo, esta constatación no se traduce en una propuesta de cooperación respetuosa, sino en un intento de reafirmar una hegemonía excluyente, que niega a nuestros pueblos el derecho a diversificar sus vínculos internacionales y definir soberanamente sus alianzas.

La región es presentada como un territorio a “asegurar”, “ordenar” y “alinear”, reduciendo su complejidad política, social y cultural a una variable de la seguridad interna estadounidense. En esta lógica, los intereses y necesidades de nuestros pueblos quedan subordinados a una agenda externa que no responde a nuestros proyectos de desarrollo.

3. Los pueblos como principales afectados

Advertimos que esta concepción geopolítica convierte a América Latina en un tablero de disputa entre potencias, donde se perjudica la libertad de los pueblos que habitan América Latina.. La militarización, el condicionamiento económico y la injerencia política generan dependencia, debilitan la democracia y limitan la capacidad de los Estados para definir políticas públicas orientadas al bienestar social, la justicia ambiental y la igualdad.

La historia reciente demuestra que estas estrategias no traen seguridad ni estabilidad, sino violencia, fragmentación social y pérdida de autonomía.

Vemos con indignación cómo, a lo largo y ancho del continente, discursos supuestamente patriotas entregan sin reparos su apoyo a la intervención norteamericana justificándose en un supuesto principio de libertad. Así, se han abierto las puertas a la dominación de una potencia extranjera, poniendo en peligro la esforzada y centenaria independencia de las repúblicas latinoamericanas, en una traición de tristes precedentes en la historia de nuestro continente.

Los partidos progresistas y democráticos de América Latina no aceptaremos esta traición a la soberanía nacional de nuestros países.

4. Hechos recientes que confirman esta orientación

Esta doctrina no se expresa únicamente en documentos. Se materializa en hechos concretos y preocupantes como las reiteradas amenazas del Presidente Donald Trump de intervenir militarmente en Venezuela, la ocupación ilegal del Caribe, la estigmatización de liderazgos democráticamente electos, como el Presidente Gustavo Petro en Colombia, acusado irresponsablemente de vínculos con el narcotráfico o la aprobación de nuevas bases militares estadounidenses en Perú, profundizando la presencia militar extranjera en la región.

Estos hechos confirman que la nueva estrategia hemisférica busca disciplinar políticamente a los gobiernos que se apartan del alineamiento automático con Washington, y más particularmente, aquellos grupos facciosos que se identifican con el esquema ideológico extranjero propuesto por el ala trumpista del Partido Republicano estadounidense.  Por eso condenamos cualquier intento de invasión contra Venezuela, exigimos el repliegue inmediato de las tropas de Estados Unidos y rechazamos la “Estrategia de Seguridad Nacional” lanzada por la Administración de Donald Trump, la que violenta el derecho internacional y el respeto a la soberanía y la autodeterminación de nuestros pueblos.

5. No es seguridad, es control de recursos estratégicos

Denunciamos que la retórica de la seguridad, la migración y el combate al narcotráfico opera como justificación para objetivos geopolíticos, vinculados al control de materias primas estratégicas fundamentales para la economía global contemporánea: petróleo, litio, minerales críticos, infraestructura energética y portuaria, pasos bioceánicos, control de las cadenas de suministro y logística global.

Esta estrategia pretende asegurar ventajas competitivas para Estados Unidos en su disputa con China, reforzando un modelo extractivista que históricamente ha enriquecido a unos pocos a costa de los recursos naturales, los territorios y el trabajo de nuestros pueblos.

6. Nuestro horizonte: la continuidad de la democracia en América Latina

Frente a esta doctrina de dominación, reafirmamos nuestro compromiso con:

El derecho a la legítima defensa de los Estados, la defensa irrestricta de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos de América Latina y el Caribe.

El rechazo a toda forma de injerencia, militarización y condicionamiento externo. Y un llamado a tomar todas las acciones diplomáticas conjuntas para hacer respetar la soberanía y el derecho internacional.

La construcción de una integración regional solidaria, democrática y autónoma.

Una cooperación internacional basada en el multilateralismo, el respeto al derecho internacional, la cooperación, el respeto mutuo y la paz.

Rechazamos sin ambages que Estados Unidos represente a América Latina como una zona de influencia y un espacio de disputa ajena. Nuestro continente se ha construido históricamente como una comunidad de pueblos con derecho a decidir su propio destino, su modelo de desarrollo y su lugar en el mundo.

Llamamos a las fuerzas democráticas y progresistas del continente a levantar una voz común frente a este nuevo intento de subordinación y a trabajar colectivamente por un futuro de dignidad, justicia y soberanía para nuestra región.

FIRMAN:

Frente Amplio, Chile

Frente Amplio, Uruguay

PSOL – Partido Socialismo e Liberdade, Brasil

Pacto Histórico, Colombia

Nuevo Perú por el Buen Vivir

La entrada “No es seguridad, es control”: partidos progresistas rechazan estrategia de EE.UU. y denuncian ofensiva por recursos estratégicos se publicó primero en El Ciudadano.

Diciembre 25, 2025 • 2 horas atrás por: ElCiudadano.cl 37 visitas

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