El Ciudadano
Por Gonzalo Gajardo Vistoso
“Nadie está más atrapado por la ideología que el que cree haberse liberado de ella”. Louis Althusser
“La ideología no es la conciencia falsa de una realidad verdadera, sino la conciencia verdadera de una realidad falsa”. Slavoj Zizek

En agosto de este año, Claudia Sarmiento –destacada profesora de derecho constitucional de la Universidad Alberto Hurtado – publicaba una columna de opinión política (El problema de la oferta, 2025), en la que advierte cómo la firmeza, carisma y empatía personal de los candidatos presidenciales en la actual contienda electoral chilena, saturan la contingencia sin convocar ampliamente a un proyecto ideológico colectivo que ofrezca un horizonte claro (Sarmiento, 2025).
El vuelco hacia la capacidad individual de los líderes despuntaría en medio de la crisis de partidos y de confianza ciudadana en la sociedad política. Una transferencia de lo social imaginario (Castoriadis, 2004) hacia la pericia de un líder. Sarmiento emplaza a los líderes y a la política; ¡Un paso claro desde el Yo al Nosotros (2025)!, aludiendo a la difícil construcción de representaciones colectivas y a la insustantividad democrática.
A principios de la década del 2000, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD advertía para el caso chileno, el debilitamiento –práctico y simbólico– del imaginario colectivo del Nosotros
(PNUD, 2002), frente a los vertiginosos cambios culturales ocurridos en el marco del modelo neoliberal asentado en décadas precedentes. Buena parte de esta pérdida de sentido está cifrada en el inequitativo acceso al capital social por parte de la mayoría de la población;
Mientras que un 56 % del grupo socio económico alto posee capital social, sólo un 27 % del estrato bajo dispone de él. Son las personas con mayor nivel de ingresos y educación quienes exhiben una mayor acumulación. En cambio, un menor nivel de ingresos y educación está asociado a una menor confianza social y un menor sentimiento de reciprocidad (Lechner, 2002, pág. 101).
En el tráfago de modernización capitalista neoliberal y trastornos culturales asociados, el capital social no sólo se acumula sino también se informaliza; múltiples identidades –personalizadas, inmediatas y flexibles– facilitan lazos de confianza y reciprocidad relativos que desplazan a los modos de organización, cooperación y confianza conocidos.
La distribución de este “capital social informal” continúa siendo desigual; un 76 % de los entrevistados de nivel socio económico alto posee capital social informal, pero solo un 36 % de las personas del estrato bajo dispone de él (Lechner, 2002, pág. 102).
La consecuencia de esta dinámica social –de flexibilización, acumulación y subjetivación frustrada– ha conducido a una individuación negativa, a una retracción privatista y a la indefectible naturalización del orden social dado (PNUD, 2002), es decir, el convencimiento, desde las biografías y la cotidianidad, de que la “máquina” (sistema) excederá siempre el mérito personal y creatividad gregaria, imposibilitando la autodeterminación democrática (Lechner, 2002) y el reordenamiento de la vida social.
Así las cosas, la brecha entre sistemas funcionales y subjetividad social (racionalidad instrumental y
mundos de vida, en términos habermasianos), se vuelve insalvable; lo colectivo pierde sentido. El sistema y la retórica política redundan en la brecha observada pues, en su condición de componentes del orden social “natural” dado, no se eximen del halo de mercado reinante.
En la pérdida de significación política del capital social, el discurso deviene –consumo simbólico mediante– como vuelco imaginario privatista hacia los atributos individuales del liderazgo y el sinsentido colectivo. La consecuencia de aquello es una adaptación ciudadana afirmativa–irreflexiva
(Lechner, 2002) y un “loop” de acumulación y desigual distribución de dicho capital, en beneficio de la reificación del propio sistema a desmedro de la base participativa y democrática.
… la oferta de quienes aspiran al sitial presidencial debe estar acompañada de un proyecto para el país, una coalición que pueda implementar aquello que se ha prometido y dé claridad ideológica… anota finalmente Sarmiento (2025), en un desesperado llamamiento a la politización de las prácticas sociales. El desafío –diría Lechner dos décadas antes– reside en la mediación entre esa percepción subjetiva de la realidad social y las fallas al nivel macro–social (2002, pág. 120).
Empero, es precisamente en este término –“oferta”– donde la crítica se hace parcial, dejando ensombrecida la trama de dominación que se solapa en la des–sustanciación funcional de lo político. En la cosa de la “oferta”, despuntan pues los sombríos límites ideológicos del Nosotros.
En este estado de cosas, resultaría absurdo culpar a los consumidores electorales por su ensimismamiento, individualización a–social y sin red. No se debería hablar de capital social sin considerar simultáneamente las relaciones de dominación (Lechner, 2002, pág. 101).
En clave neoliberal y siguiendo a Sarmiento, para fortalecer el imaginario colectivo del Nosotros en la sociedad política, bastaría entonces con fidelizar la oferta política en el mercado electoral, mediante dispositivos ideológicos ficcionales (Grüner, 2021), que venzan la pluralidad de referentes normativos
y esquemas interpretativos (Lechner, 2002) en que se haya disipada la subjetividad social.
Se trataría pues, de objetivar ambivalentemente el particular y el universal político –las identidades subsumidas en las instituciones– fetichizando (Grüner, 2021) el sentido colectivo en el juego electoral. Así pues, el liderazgo político personal, sostenido en una base instrumental más amplia (coaliciones, programas, etc.), vendría a encarnar –en una suerte de super Yo– un Nosotros fetiche, consumible electoralmente.
Empero, sabemos que el capital social –flujo de poder de masas transformador de la realidad social (en jerga antigua)– continúa en su proceso de acumulación y desigualdad. Y que la imaginación social (Castoriadis, 2004), esfera simbólica de proyección de alternatividad y mundos posibles, sigue constreñida por la lógica del mercado y el consumo. Siguiendo a Lechner (2002), el espectro de la dominación sigue presente.
Durante tres décadas, los gobiernos concertacionistas se empeñaron en construir una comunidad imaginada, un Nosotros, sin alterar sustancialmente el derrotero de la modernización capitalista. En el socio–metabolismo capitalista neoliberal, la institucionalidad política –leyes, ciudadanía, Estado– se correlacionó como universal político equivalente (Grüner, 2021) de la lógica de mercado, consolidando la totalización fetichista de la sociedad.
El debilitamiento del imaginario colectivo del Nosotros, no se cifra en el carácter a-social de la ciudadanía en sí, menos aún en los partidos y sus líderes. Se cifra en la enajenación del “elegir”; una flagrante y gigantesca empresa de fetichización de la realidad (Grüner, 2021, pág. 206), la fusión entre relaciones de producción e intercambio y el desplazamiento de la cosificación (deseo objetual) de la mercancía –cual espectro– hacia la esfera política. La imposibilidad del Nosotros tiene su génesis en la ideología burguesa totalitaria y en las relaciones de dominación naturalizadas durante cinco décadas.
Durante este tiempo, las fuerzas productivas y sociales no han sido liberadas, por más democracia institucional que haya. No es la razón de ser del sistema. Y las “fallas a nivel macrosocial”, llamadas (y escamoteadas) así por el PNUD y nuestro viejo y querido Norbert Lechner, no son sino fracturas de la modernidad capitalista, con su cortejo de individualización competitiva (Catanzaro, 2021) y violencia material y simbólica.
Por Gonzalo Gajardo Vistoso
Bengoa, J. (2006). La comunidad reclamada (2a. ed. ed.). Santiago de Chile, Chile: Editorial Catalonia.
Castoriadis, C. (2004). Sujeto y verdad en el mundo histórico social (1era ed., Vol. 1). (E. Escobar, P. Vernay, Edits., & S. Garzonio, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica FCE.
Catanzaro, G. (2021). Heredar al marxismo. Crítica, política, Historia en los albores del siglo XXI. Estudio preliminar. En L. Sablich (Ed.), Lo sólido en el aire. El eterno retorno de la crítica marxista (págs. 21 – 42). Buenos Aires, Argentina: Consejo Latino Americano de Ciencias Sociales CLACSO.
Grüner, E. (2021). De fetiches también (y especialmente) se vive. Capitalismo y Subjetividad: el fetichismo entre Marx y Freud. En E. Grüner, & L. Sablich (Ed.), Lo sólido en el aire (págs. 191 – 222). Buenos Aires, Argentina: Consejo Latino Americano de Ciencias Sociales. CLACSO.
Grüner, E. (marzo de 2021). Lo sólido en el aire. El eterno retorno de la crítica marxista (1era ed.). (L. Sablich, Ed.) Buenos Aires, Argentina: Consejo Latino Americano de Ciencias Sociales. CLACSO. Recuperado el agosto de 2025
Lechner, N. (2002). ¿Cómo reconstruimos un Nosotros? En N. Lechner, Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política (págs. 99 – 133). Santiago de Chile, Chile: Editorial LOM.
PNUD. (2002). Desarrollo Humano en Chile. Nostros los chilenos, un desafío cultural. Naciones Unidas ONU. Santiago de Chile: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Sarmiento, C. (11 de agosto de 2025). El problema de la oferta. La Tercera, pág. 2.
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